"El voto tránsfuga afecta la base de la democracia. ¿Para qué votar si el representante no está dispuesto a cumplir? La teoría democrática se desangró en las alcantarillas". Oscar Muiño
Pese a que nos tiene más que acostumbrados a las indigeribles ensaladas en que convierte sus discursos -"todo tiene que ver con todo"- resultó sumamente curiosa la 23° cadena nacional de este año con que nos ametralló Cristina para inaugurar, el miércoles, el Museo Malvinas y el Faro de la Soberanía, en el predio que perteneció a la ESMA.
Mientras despotricaba, con razón, contra la ocupación colonial de las islas, la aplaudía el Embajador de China, un país con el que la noble viuda firmó un acuerdo secreto mediante el cual le cedió doscientas hectáreas en Neuquén para la instalación de una base científico militar bajo su propia soberanía, y cuyo personal, al cual nos comprometimos a facilitar las visas necesarias, se desempeñarán bajo sus leyes; la Argentina tendrá acceso restringido al predio. ¡Notable prueba del doble discurso del Gobierno!: la colonización inglesa es mala, pero la china es buena.
También se permitió decir que el default en el que nuestro país se mantiene desde 2001 -tan aplaudido ahora como cuando Rodríguez Saa lo anunció- y la falta de respeto a los fallos de la Justicia norteamericana -la misma a la cual se someten los nuevos bonos de YPF, por ejemplo- no produjeron efecto alguno. Para comprobar cuánto debe haber crecido la nariz de la Presidente esa noche, sólo hay que ver la abismal diferencia de tasas de interés entre la deuda que colocan nuestros vecinos (alrededor del 4,5%) y la nuestra (11%), y todo ello cuando la tasa internacional está en 0% y varios países de Europa se encuentran en franca deflación (los precios bajan).
Más allá de las demenciales y tragicómicas afirmaciones de la Presidente ante la Asamblea de la FAO, cuando afirmó que la pobreza en la Argentina se había reducido al 5% y la indigencia al 1,75%, en diciembre -si el diablo finalmente no mete la cola en el calendario electoral- habrá llegado el momento de pagar la monstruosa fiesta de dilapidación y de corrupción kirchnerista. La factura será presentada por la realidad a quien gane las elecciones, sea Daniel Scioli, si el dedo imperial finalmente lo designa candidato, o Mauricio Macri, por quien claramente me inclino.
Digo esto a pesar de las mentirosas encuestas pagadas con las que el Gobierno pretende presentar como ganador a su futuro candidato -se llega al extremo de considerar como probable un triunfo del ¿Frente para la Qué? en primera vuelta- y por varias razones: el primer cordón del Conurbano vota, en general, como lo hace la Ciudad de Buenos Aires, y ello no puede ser más lógico: sus habitantes trabajan, atienden su salud y educan a sus hijos en la Capital y, consecuentemente, tienen una buena imagen de la gestión del Pro. En las últimas PASO, los candidatos de Macri se impusieron en todas las comunas, incluidas aquéllas que albergan las mayores "villas de emergencia" porteñas.
El interior provincial, que acompañó al Gobierno en las elecciones de 2011 pese al castigo que éste continuó propinándole al campo, esta vez no se portará igual. En aquél entonces, habitantes de los pueblos y ciudades del interior -no los productores- votaron a Cristina porque, con los precios vigentes de la soja, vendían muchos autos, camionetas y maquinarias, y hasta los almacenes vivían en estado de gracia; sin embargo, ese momento de gloria ya es cosa del pasado, y la presión impositiva está matando a todas las actividades.
La gestión de Lancha Scioli, que disfrutó durante ocho años de las mieles y de los dineros del poder en La Plata y jamás presentó una declaración jurada patrimonial pese a haberse convertido impúdicamente en millonario, es literalmente pésima; la inseguridad ha alcanzado niveles inéditos, el narcotráfico campea a su arbitrio y crece geométricamente, y la infraestructura caminera, por tomar sólo un caso, está absolutamente colapsada. El Gobernador ya no engaña a nadie pintando de naranja todo lo que puede, y sus grandilocuentes anuncios e inauguraciones de pretendidas redes de agua y cloacas choca contra la realidad cotidiana de los habitantes, cada vez más miserable por efectos de la inflación y de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
Sergio Massa dijo el mismo miércoles que mantiene su candidatura presidencial; eso no es una buena noticia para Scioli, ya que el tigrense conservará muchas voluntades entre los peronistas hartos de la no-gestión y del saqueo actuales. Los barones del Conurbano que han confirmado, volviendo vencidos a la casita de la "vieja peor que el tuerto" (Pepe Mujica dixit), su baja catadura moral, no tienen escriturados los votos de sus administrados; por lo demás, tal vez repitan su proceder del 2009 cuando, para evitar que el Gobierno les copara el Concejo Deliberante, del cual depende su supervivencia, mandaron a sus fieles a votar por De Narváez (aliado entonces a Macri y a Felipe Solá), y el Colorado derrotó a la lista encabezada nada menos que por el propio don Néstor (q.e.p.d.), el mismo Massa -en una vida anterior y antes de reencarnarse como opositor- y hasta Scioli, estos dos últimos candidatos "testimoniales".
Para probar que es factible vencer al PJ en la Provincia, no hace falta remontarse a 1983, cuando se impuso un desconocido Alejandro Armendáriz, llevado a La Plata por un arrasador Raúl Alfonsín, ni al momento en que Graciela Fernández Meijide aplastó a Chiche Duhalde quien, obviamente, contaba con el enorme apoyo del aparato de su marido, indiscutido patrón de la vereda en el Conurbano. En 2013, Sergio Massa, entonces aliado a Macri y a De Narváez, no sólo ganó sino que, mucho más importante, enterró los sueños de Diana Araña Conti de conservar una "Cristina Eterna" por las vías legales; pensar que esta vez esos votos irán a Scioli me parece la fantasía de un delirium tremens e implica pensar que los ciudadanos son un rebaño.
Si, como supongo, Macri ganará en la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe (hoy), Córdoba, Mendoza y en alguna otra provincia menor en tamaño, se impondrá en el primer cordón del Conurbano y en el interior bonaerense, ¿qué porcentaje debería obtener Lancha en la Provincia para dar vuelta esos resultados e imponerse en el ballotage?
Todas esas especulaciones me llevan a afirmar que las elecciones dirán que el futuro presidente será de color amarillo y a él le será presentada la factura. Recomiendo a Macri que asuma haciendo un prolijo y detallado inventario de la herencia en todos sus aspectos -sociales, económicos, educativos, sanitarios, geopolíticos, de seguridad, de deuda externa y local, etc.- para explicar qué será necesario hacer y evitar que los canallas autores de tantos desaguisados lo acusen, luego, de haber sido quien estrelló el país.
Enrique Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro
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