Hace un mes se cumplieron 20 años de
la muerte de Gabriel Bracho, pintor muralista nacido en Los Puertos de
Altagracia capital del Municipio Miranda del Estado Zulia.
Nos conocimos por casualidad en su
casa museo de Los Puertos.
Gabriel vivía en Caracas pero con frecuencia venía a
su terruño, nos veíamos y hablábamos en compañía de un güisqui cinco años que
decía era el más vendido en el mundo.
Gabriel había cumplido los setenta pero conservaba
intacta su energía para pintar y conversar casi de cualquier tema. Yo rondaba
los cuarenta y pico y lo oía como a un maestro.
En varias Navidades nos regaló una
tarjeta pintada por su mano y hoy, convertidas en pequeñas obras de arte,
campean en lugar de privilegio en mi casa.
Casi siempre tenía una libreta pequeña
en la mano y uno de esos lápices gruesos de los pintores. Mientras conversaba
hacía dibujos de detalles y formas sin descanso.
Su casa en Los Puertos estaba inundada
de su trabajo. Hasta la cocina se recreaba con colores distintos y fuertes de
pequeños trozos de cerámica que arropaban los estantes como un manto de duende.
Las paredes del patio trasero las
cubrió con un enorme mural que contaba la historia de Los Puertos. Las llamas
del petróleo y personajes por doquier, curas, poetas, cantores y a los que el
colectivo recordaba. Allí sobresalía Titán que era el remoquete de un poblador
con una capacidad asombrosa de crear versos de repente.
Gabriel fue un gran defensor del
realismo y tiene el inmenso mérito de haberlo peleado en un tiempo donde la
pintura favorecía lo abstracto y la
búsqueda de mensaje. Pero el tesón de Gabriel llevó sus murales y grandes
cuadros a importantes partes del País. Hoy asombran en las oficinas públicas,
salones militares, plazas y patios y seguirán allí para siempre. Es frecuente
ver una trasmisión de TV con un cuadro de Gabriel adornando el ambiente con sus
enormes personajes preñados de color.
Gabriel perteneció al partido
comunista y en parte su afán muralista sintonizaba con el deseo de hacer un
arte para todos en la calle y fuera del museo. Quizás por ello los chavistas
han tratado de usar su figura como apoyo a la aventura roja venezolana,
olvidando que la obra de Bracho se hizo principalmente en la democracia
incluyente de la IV República.
En realidad Gabriel abandonó, de
viejo, las ideas comunistas por considerarlas “una pendejada mentirosa”.
Valgan estas líneas de cariñoso
homenaje al amigo y profesor. De él aprendí varias cosas. La primera es no
olvidar la sencillez y practicarla. La segunda perfeccionar siempre las
maravillas del arte (su libreta fue la
prueba). La tercera cultivar la capacidad de convivir con diferentes ideologías
y la cuarta conservar el humor. Repito una de sus chanzas “Ve Montoro yo tengo
cáncer pero he vivido mucho porque en realidad son dos cánceres peleones y uno
se come al otro y a mí me dejan tranquilo.
Viva ese Titán llamado Bracho.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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