Los
próximos 10 y 11 de abril se celebrará en Panamá la VII Cumbre de las Américas.
Sin duda tendrá mucho más morbo que todas las anteriores. Mucho más que la V
(Trinidad Tobago, 2009), cuando Hugo Chávez y los restantes mandatarios
americanos y caribeños, salvo Raúl Castro, se encontraron con Barack Obama, la
gran estrella del firmamento internacional de entonces. O que la IV (Mar del
Plata, 2005), cuando Néstor Kirchner y Hugo Chávez enterraron el ALCA (Acuerdo
de Libre Comercio de las Américas) frente al mismísimo George W. Bush.
Lo
que hace especial a esta Cumbre es la participación de Cuba, ya preanunciada en
Cartagena de Indias. Sin embargo, nadie entonces hubiera asegurado que el
estreno cubano tuviera lugar en medio de intensas negociaciones bilaterales
para reabrir embajadas y restablecer plenamente las relaciones entre EEUU y
Cuba.
Cuando
todo parecía ir sobre ruedas para tener una cumbre exitosa, Obama proclamó una
orden ejecutiva imponiendo sanciones a siete altos cargos venezolanos, acusados
de violaciones de derechos humanos. Utilizando la ocasión para desviar la
atención mundial sobre un país que enfrenta una grave crisis económica y
política, Nicolás Maduro adoptó rápidamente el papel de agraviado y comenzó una
cruzada interna y externa para presentar a EEUU como el agresor.
Bajo
la mirada indiferente, cuando no cómplice, de los presidentes regionales,
diversos organismos latinoamericanos como ALBA, Unasur o CELAC, mostraron su
solidaridad con Venezuela. El presidente Maduro, jaleado por sus tradicionales
compañeros de ruta (Evo Morales, Rafael Correa y Cristina Fernández), amenazó
con llevar a Panamá sus reclamaciones antiimperialistas.
De
ahí que las principales preguntas formuladas en los días previos al encuentro
giren en torno al clima en que éste se desarrollará, si habrá intervenciones
virulentas o si todo transcurrirá en un tono armónico, aunque sea impostado, y
a la actitud de algunos actores clave. Entre ellos destacan, como no podía ser
de otro modo, Obama y Castro, pero también Maduro, en un segundo plano, sin
olvidar a los presidentes de Brasil, México y Colombia.
Es
obvio que la magnitud de la respuesta venezolana dependerá, en buena medida,
del interés de las autoridades cubanas en utilizar la Cumbre para avanzar en la
relación con EEUU. A mayor interés, mayor presión sobre los bolivarianos para
que atenúen el volumen de sus quejas. Pero, como ya se ha visto tras el anuncio
de Obama y Castro de diciembre pasado, cada bando tiene en casa a sus enemigos
más enconados.
En
Cuba, Fidel Castro se ha convertido en el referente del sector más propenso a
boicotear los acuerdos. Rápidamente dejó constancia de su “tradicional
desconfianza” con EEUU. Tras el anuncio de las sanciones contra los siete
venezolanos volvió a mostrar su solidaridad con Venezuela y su temor a una
invasión militar del agresor imperialista. Y el sábado 4 de abril, una semana
antes de la Cumbre de Panamá, ¡oh casualidad!, reapareció en público junto a un
grupo de venezolanos.
El
mensaje a su hermano, a los reformistas y aperturistas es muy claro: Venezuela
es nuestra amiga y aliada, y EEUU nuestro principal enemigo. Según la versión
oficial, Fidel Castro “mostró su especial preocupación por la batalla que ahora
libra la nación sudamericana para que su soberanía e integridad sean
respetadas”. Y concluyó rotundo, plasmando lo que Moisés Naim denomina una
clara falsedad: “hay que trabajar rápido, sumar muchas firmas destinadas al
presidente Obama para que Venezuela deje de ser catalogada una amenaza a la
seguridad del país norteño”.
Desde
el anuncio de las sanciones han proliferado los análisis que señalan el daño
que la medida ha hecho a la política de Obama hacia América Latina. Con todo,
sería necesario matizar algunas conclusiones, comenzando por señalar que, a
diferencia de la segunda mitad del siglo pasado, EEUU no tiene una política de
conjunto para la región, sino una suma de políticas bilaterales. Esto responde
básicamente a la profunda fragmentación que caracteriza la coyuntura
geopolítica latinoamericana. Esta fragmentación impedirá obtener logros
concretos en esta Cumbre. Lo mismo hubiera ocurrido si Obama no hubiese firmado
su orden ejecutiva o sin el anuncio de negociaciones con Cuba.
La
principal apuesta de Obama para la ocasión será estrechar lazos con México,
América Central y el Caribe, como se verá en los encuentros bilaterales,
formales y casuales, que mantenga durante la Cumbre. EEUU está utilizando la
pérdida de peso de Petrocaribe para recuperar influencia en la zona. Paralelo
es su interés decreciente en América del Sur, especialmente en el ALBA y
Mercosur.
Más
allá de la retórica, la pregunta es hasta dónde llega el compromiso de cada
gobierno latinoamericano en su apoyo a Venezuela. Esto es relevante para un
Brasil muy necesitado de restablecer relaciones de confianza con Washington,
pese a las anteriores prevenciones. El ofrecimiento de Obama a Dilma Rousseff
va en esa dirección, pero dado el desconcierto imperante en el gobierno
brasileño no se puede descartar nada.
La
pregunta también es importante para Colombia, ya que su gobierno piensa, cada
vez más erróneamente, que Venezuela sigue pesando en las negociaciones de paz
en La Habana. Eso lo inhibe de tomar decisiones autónomas que le permitirían
ganar presencia internacional e inclusive subir la voz frente a las FARC, al
mostrarse menos dependientes del gobierno atrabiliario de Maduro.
Seguramente
la agenda oficial de la Cumbre pasará a segundo plano. Su lema “Prosperidad con
equidad: el desafío de la cooperación en las Américas” ha dejado de tener
sentido en la hora actual. Según los organizadores, los mandatarios se reunirán
para “debatir sobre aspectos políticos compartidos, afirmar valores comunes y
comprometerse a acciones concertadas a nivel nacional y regional con el fin de
hacer frente a desafíos presentes y futuros que enfrentan los países de las
Américas”. Si el debate está garantizado y la afirmación de valores comunes se
cuestionará seriamente, será totalmente imposible comprometerse en acciones
regionales concertadas dada la fragmentación latinoamericana ya aludida.
Carlos
Malamud
cmlamamud@geo.uned.es.
@CarlosMalamud
Fuente:
http://www.infolatam.com/2015/04/05/la-vii-cumbre-de-las-americas/?wpmp_...
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