Para
ser sincero, nunca se me ha pasado por la mente que pudiera estar de acuerdo
con Felipe Pérez. Pero debo escribir que la carta que le escribió a Nicolás
Maduro tiene un único defecto: que esté dirigida al Presidente. Primero porque
la argumentación de Pérez está construida de una manera que logra iluminar que
hechos y procesos que parecen totalmente contradictorios, cuando solo les falta
un argumento capaz de conciliarlos.
Este
elemento, no siempre aclarado en el texto, es la base del argumento de Pérez:
Venezuela es un país unido y su sociabilidad y su política pueden operar de
manera que las diferencias y contradicciones pueden vincularse y en este
proceso conformar la unidad.
Si
aceptamos activamente en el espíritu y la ética este instrumento unificador, se
hace posible motorizar la unidad, de manera que la mayoría de las
contradicciones se disuelve y así permite reconocerlas y vincularlas como lo
que en verdad son: las expresiones de hechos, o sea elementos
"técnicos" de la construcción de los discursos ideológicos.
Y
la función de las ideologías es precisamente ofuscar las ideas y quitarles así
su fuerza y su significado para los seres humanos. En los procesos que los
seres humanos desarrollan entre y dentro de las esferas de los entes sociales
(Sociedad y Estado) durante los procesos de su constitución (la económica, la
social, la política, la cultural y la ética) se regeneran las ideas y se
desarrollan a su vez gracias a la racionalidad de los seres humanos y
desarrollan las ideas.
Carta
de Felipe Pérez Martí a Maduro
felipeperezmarti@gmail.com
Un
testigo a favor de Antonio Ledezma y Chúo Torrealba
Estimado
Nicolás:
Como
probablemente sabes, desde enero desde el 2013 he estado impulsando, con un
conjunto de compañeros, una propuesta económica y política para enfrentar los
problemas de tu gobierno y de nuestro país, llamada Qué Hacer. Estaba dirigida
a ti, Nicolás, para cambiar el curso de lo que veíamos claro, desde entonces,
como una avanzada hacia el abismo, una de cuyas manifestaciones es lo que se
aprecia en términos de nivel de pobreza estimada para el 2015, que fácilmente
excederá el 50% de la población, un retroceso inmenso en materia social con
respecto a lo que se había avanzado. Aparentemente no te ha llegado la
propuesta, aunque tratamos de mil maneras de ponernos en contacto contigo, sin
éxito. Hemos sido calificados, cuando la cosa se filtró, de neoliberales,
quinta columna, etc. Pero nuestra propuesta se ha venido perfilando como la
correcta. De hecho, no nos equivocamos, ni en las predicciones económicas, ni
en las políticas.
Como
parte de las propuestas, se veía la necesidad de hacer cambios fundamentales en
política económica, pero también la necesidad de llegar a acuerdos políticos
para rescatar al país y evitar el desastre. Hace algún tiempo, he sido llamado
a reuniones con algunos líderes de oposición, del sector privado y líderes
intelectuales y sensores de opinión, como el maestro Pompeyo Márquez, Antonio
Ledezma y Chúo Torrealba, Jorge Roig, Luis Vicente León, entre otros.
Con
el maestro Pompeyo y con Antonio Ledezma me he reunido un par de veces. Lo
mismo con Chúo Torrealba. Quiero testificar aquí algo importante de esas
reuniones. Como analista, les comentaba lo que se sabe que he dicho, que un
golpe de estado era posible entre las opciones que veía venir. Por la sencilla
razón de que tu gobierno había perdido el liderazgo, la representatividad, la
gobernabilidad, y la legitimidad en grado muy importante. El descontento con la
situación económica y social es tal, que más del 70% de la población quiere un
cambio de gobierno ya. Quiere que salgas. Sin embargo, la oposición no había
logrado nuclear ese descontento. Para el momento de mis afirmaciones, no había
la cifra que vemos hoy en Datanálisis, donde se muestra que la oposición cuenta
con la intención de voto de casi el triple (60% de la población) que la de tu
gobierno (poco más que 20%). Los desubicados en esta polarización eran la
mayoría. La explosividad social que se venía venir podía implicar que, en esta
suerte de vacío de poder, de liderazgo, de legitimidad y de gobernabilidad,
podía ocurrir lo que en muchos lugares y épocas pasadas ha ocurrido: que la
salida viene de parte de quienes tienen el gatillo en la mano, el poder de las
armas. Si había que poner orden, sobre todo ante la inminencia de un
descontento generalizado, similar al Caracazo, la parte de la fuerza armada
descontenta con la conducción de tu gobierno de la situación, podía asumir el
control, decía yo.
No
me he equivocado tampoco en esta apreciación, pues ya vemos que ha habido
intentonas de golpe, aunque fallidas.
Pero
lo que te quería contar es lo siguiente: en las reuniones con el maestro
Pompeyo y con Ledezma, éste último, acusado ahora de golpista, siempre insistía
que la salida debía ser constitucional, ajustada a derecho, democrática,
rechazando de plano un golpe de estado. Igualmente con Chúo Torrealba, máximo
líder de la MUD, organización acusada por ti de ser parte de esa misma
conspiración. Recuerdo algo muy sabio en que insistió mucho Pompeyo, quien fue
que promovió el encuentro, en presencia de Ledezma: la salida de la situación
en la que estamos no puede excluir al chavismo. Y Ledezma mostraba su acuerdo.
De hecho, estábamos claros en que lo que está planteado es la inclusión, pues
la oposición, si tomara el poder, no podría tampoco gobernar solo para una
mitad de la población. Lo mismo tu gobierno, Nicolás: está planteado gobernar
de manera inclusiva, según hemos venido proponiendo.
Alguien
podría decir, como lo he oído, que soy un ingenuo, pues una cosa es lo que dice
la gente, y otra lo que piensa, sobre todo de parte de políticos “tan
sospechosos”, como califican algunos a los referidos líderes políticos.
Reconozco que en esto no soy un conocedor, ni mucho menos. Además de la
presunción de inocencia que profeso como convicción, en particular en estos
casos, quiero comentarte algo, Nicolás, que puede ser de tu interés. Se trata
de análisis un estratégico muy sencillo pero de cierta relevancia, a mi
entender.
Estamos
en una situación política que se puede caracterizar como “guerra de desgaste”,
como se le llama en Teoría de Juegos. Imagínate dos jugadores que se disputan
un territorio. Pero a medida que se desenvuelve la guerra, uno de los jugadores
va perdiendo más y más terreno: se desgasta más rápido que el otro. En nuestra
situación, quién gana más, de cara a las elecciones, por ejemplo, si la
situación sigue como sigue, y tu gobierno no cambia de rumbo económico?
Claramente la oposición, como bien lo muestran las encuestas. Van arriesgar
ellos la posibilidad cierta, por primera vez en muchos años, de una victoria
aplastante, promoviendo un golpe de estado que interrumpe y descalabra esa
posibilidad real de éxito político? Recuerdo muy bien que uno de los referidos
personajes me decía que con un gobierno militar nunca se sabía qué iba a pasar.
Obviamente no era confiable para ellos, más allá de que con esto tu gobierno
pudiera ser cambiado para abrir un nuevo juego político. Pero esa misma
posibilidad, por vía más cierta y controlable, se podía hacer por la vía
democrática, pensaban ellos. Como en efecto lo es.
¿Cuál
es el desenlace predecible, por cierto, en este tipo de conflicto clásico de
guerra de desgaste? Siempre que los jugadores estén conscientes de su
situación, al jugador que se va desgastando más a medida que pasa el tiempo, le
conviene mucho llegar a un acuerdo para terminar la guerra. Pero al otro le
puede convenir siempre y cuando se le ofrezca algo más atractivo, o igual de
atractivo, que las ganancias que obtendría si la guerra sigue, descontando los
costos de seguir peleando.
En
la situación venezolana, pues, no es a la oposición, en particular a Ledezma o
Torrealba, a quienes les interesa romper el juego de desgaste con un golpe
militar. No sería racional, pues no va en su propio interés. Por eso concluyo
esta parte diciendo que lo que me dijeron Ledezma y Torrealba en esas reuniones
no eran pensamientos dirigidos a engañar: ellos no van a estar apoyando un
golpe que no les conviene. Más allá de la presunción de inocencia, hay fuertes
indicios, pues, de que Ledezma y Torrealba no parecen tener las motivaciones
para cometer un crimen de la naturaleza que tú estás presumiendo, como se hace
normalmente en un análisis en un juicio.
Pero
hay algo más que te interesa mucho, Nicolás, y al pueblo venezolano, de este
análisis. Realmente a quienes más les conviene un diálogo para salir de la
situación en que nos encontramos, es a tu gobierno, y al chavismo como
movimiento político con futuro. Si la cosa sigue como va, el chavismo no solo
van a perder el poder. Sino que nunca más va a poder regresar como opción
democrática, pues va a ser recordado como el gobierno más nefasto que ha tenido
Venezuela en toda su historia. Si tú realmente quieres garantizar un futuro
para el legado de Chávez, con sus mejores elementos, como el tema de la justicia
social, la democracia, y el verdadero socialismo, debes buscar una solución,
debes dar un golpe de timón. Y esa solución es la que han estado aconsejándote
sus amigos, como Lula: un gobierno de coalición traducido a nuestra
circunstancias, fruto del diálogo en el contexto de UNASUR.
Y
aquí enlazo con mi último punto. Probablemente no te has dado cuenta. Pero una
solución a los problemas que tenemos, sobre todo económicos y políticos es
sumamente fácil. La política económica está tan desquiciada, que un mínimo de
cordura hace milagros. Pero esa cordura mínima requerida, que beneficiaría a
los pobres, a la clase media, y a los empresarios emprendedores, perjudica a
cierto sectores: los corruptos, los contrabandistas, los bachaqueros, y los muy
ricos que no pagan impuestos ni siquiera a los estándares de Colombia y Chile,
países que nadie podría calificar como socialistas.
Incluso
a lo precios petroleros que tenemos, se puede garantizar un salario mínimo de
unos ciento cincuenta dólares mensuales. Unos seis mil setecientos bolívares a
la tasa única de equilibrio en el mercado cambiario, de unos 45 bolívares por
dólar. Ese salario estaría por debajo del de Colombia, unos 250 dólares. Pero
es que nuestra productividad ha decaído tanto en estos años, que no podemos
aspirar a eso para empezar, siendo realistas. Se sitúa a niveles anteriores del
boom petrolero, del año 2005. Pero es que, con la debacle productiva, y con los
actuales precios petroleros, después de no haber ahorrado para prevenirnos,
tenemos que asumir las consecuencias.
Sin
embargo, eso sería mucho mejor que la situación actual. Años luz de la debacle
actual, que te tiene tan angustiado, y de la cual no pueden sacarte las
políticas que se han anunciado por parte de tu equipo económico. Por ejemplo,
la inflación, ahora galopante, se frenaría por completo y empezaría a bajar, a
unos 40% el primer año, 20% el segundo y a menos de 10% el tercero. Muy
diferente de la inflación que estamos viendo ahora, que bien se puede disparar
y llegar a unos 200% en el año, o incluso más, si se sigue con las políticas
actuales (la de Enero llegó a algo menos de 10%!). Por otro lado, el sector
productivo por fin podría respirar, y arrancar con pie firme, apuntando a
rescatar el principio socialista de que lo que hay que remunerar es el trabajo,
no la viveza, con un sistema de precios estables y predecibles, que oriente las
decisiones de inversión, que debe contar con garantías mínimas para trabajar.
Habría repatriación voluntaria de capitales y de cerebros. Se eliminaría por
completo el problema de la escasez. Y se iniciaría una onda expansiva de la
producción y el empleo formal. El salario mínimo sería unos 150 dólares, es
cierto, pero no serían los míseros 30 a 40 que demasiada gente está obteniendo
en la práctica, con las colas, los sobreprecios de buhoneros y bachaqueros, en
una situación desesperante.
¿Qué
se requiere para lograr esto? Muy sencillo. Abandona el modelo estalinista de
capitalismo de estado, y entra a un régimen de socialismo endógeno, en que
conviven el mercado, el estado y la solidaridad. Como Suecia, pero con el
ingrediente del poder popular, la democracia participativa, la minimización de
la lucha de clases, en que el pueblo sea empoderado en materia productiva y
política, los pobres dejen de serlo, y la clase media se fortalezca en número y
en poder económico, y se minimicen las diferencias de ingreso. Pero el estado
debe ser cuerdo: debe regular adecuadamente al mercado, no sustituirlo.
Para
esto es imprescindible, primero que todo, cerrar la brecha fiscal, que se puede
colocar en 20% del PIB como van las cosas, o más. Con lo cual tendrías que
seguir imprimiendo dinero ante la falta de ingresos suficientes para financiar
los gastos. La idea es tener ingresos de verdad, y no de mentira. Para eso tienes
que hacer tres cosas fundamentales: sincerar el tipo de cambio, con un régimen
como el que yo impulsé en el 2002, que combina el mercado y el estado: precios
de mercado, pero con bandas de flotación que controla el estado, que impiden,
de manera creíble, que el el tipo de cambio de dispare sin control. Eso
prácticamente cierra la mayor parte de la brecha. Te han metido muchas mentiras
los corruptos y quienes no saben de esto, Nicolás. El régimen cambiario actual
no beneficia a los pobres, sino fundamentalmente a los corruptos, los
contrabandistas y los bachaqueros. Esos sí que sufrirían con el cambio, pues el
fisco recibiría más de $40 mil millones, que básicamente se los están llevando
ellos, sin beneficiar prácticamente nada a la población pobre y de clase media.
Claro que tienes que reorganizar el sistema de subsidios, para que realmente le
llegue a quien lo necesita, de manera efectiva, eficaz, y eficiente.
Lo
segundo, es abandonar Petrocaribe. Puedes dar cuando tienes. Pero cuando
necesitas, si tus amigos son solidarios, tienen que darte ellos a ti. No
desangrarte y condenarte a la muerte. Pide un Petrocaribe que implique que
recibes solidariamente ahorita, no que te desangras más y más. Lo tercero,
subir la gasolina, que no se puede seguir regalando. Con medias compensatorias
adecuadas, conocidas, efectivas. Lo cuarto en lo fiscal es iniciar una reforma
impositiva en forma, progresiva, a los estándares por lo menos de Colombia. Los
ricos deben pagar sus impuestos. Sin duda alguna.
Si
no tienes déficit, no tienes que financiarlo emitiendo dinero, que es la causa
fundamental de la inflación que hemos tenido. En esto hay consenso total entre
las corrientes del pensamiento económico: la política monetaria activa es muy
conveniente. Pero el abuso que hemos tenido es inflacionario y
contraproducente. Hay que arreglar, sanear, las cuentas de la casa. El banco
central, pues, tiente que cumplir su papel y controlar la inflación. Lo
productivo es claro: debes llegar a acuerdos básicos de respeto al sector privado.
Pero no para darles más renta. Sino para que tengan condiciones para que
produzcan, para que quieran hacer inversión de largo plazo.
Por
último, conectando con lo inicial: como está la situación, no puedes arreglar
las cosas arreglando solo lo económico. Hay una cosa que en economía se llama
“equilibrios de coordinación”: Si la gente no cree que la cosa va a ir bien, la
cosa va mal. Para liderizar las expectativas positivas, necesitas llegar a
acuerdos que signifiquen que la gran mayoría de la gente cree que la cosa va a
ir bien. Para que tome acciones conducentes, y la cosa realmente vaya bien, de
acuerdo a profecías auto-cumplidas. Pero la oposición, el otro jugador que
mencionamos arriba, no se va a conformar con conchas de ajo para llegar a un equilibrio
de coordinación. De hecho te conviene nombrar a árbitros confiables en el juego
democrático, como en un juego de fútbol: para que un equipo juegue, debe
confiar en que el árbitro va a ser imparcial. Como parte del acuerdo político,
necesitas poner árbitros mutuamente confiables en el TSJ, la Fiscalía, la
Contraloría, la Defensoría, el CNE, el Banco Central, y el INE. Si no haces
eso, no haces nada, en absoluto. Eso es lo que significa una suerte de gobierno
de coalición en nuestras circunstancias, no que vas a compartir el poder
ejecutivo con ministros de la oposición.
Pero
te conviene hacerlo, como le convino a Ulises, que, como se amarró al mástil,
pudo pasar por primera vez el mar de las sirenas, que le decían que se echara
al mar, en aguas turbulentas, siguiendo sus encantos engañosos. Hay que ser
realistas, y sabios.
Finalizo
diciéndote que esto no va a ser nada fácil para ti, Nicolás. Pues, como dije,
el ajuste lo van a pagar los corruptos, los contrabandistas, los poderosos que
tienen capturado a tu gobierno, y usufructúan la renta petrolera con el cuento
del socialismo estalinista, fracasado. No te van a soltar fácilmente los
captores. Tienes que ser rescatado de quienes te tienen capturado. Y ellos no
van a querer soltarte, con miles de argumentos engañosos. Paradójicamente te
van a acusar de traidor, de abandonar al chavismo, etc. Pero vas a estar
garantizando un futuro para el chavismo en el largo plazo. Quizá pierdas las
elecciones, de todas maneras. Es lo más probable, a estas alturas, aunque hagas
esto. Pero es lo único que va a garantizar un futuro para el chavismo, por un
lado, y que va a permitir al resto de los venezolanos recuperar la esperanza.
Termino
diciéndote: déjate rescatar, por las fuerzas que pueden hacerlo, entre ellos la
oposición representativa, democrática, y el sector productivo, y los
trabajadores, estudiantes y el pueblo organizado, en diálogo constructivo. No
sigas el camino del aislamiento y la exclusión y la confrontación, que puede
traer un grado de violencia indeseado para todos. Busca ayuda y consejo entre
tus amigos en el contexto de UNASUR, como Brasil, Ecuador, Bolivia, Nicaragua.
Países que han aprendido de su pasado, y han sabido resolver el problema
económico, y político, orientados, no hacia el pasado fracasado del socialismo
estalinista del siglo XX, sino al futuro, al socialismo democrático y endógeno,
con inclusión de todos los venezolanos.
Cordialmente,
éxitos y pendientes,
Felipe
felipeperezmarti@gmail.com
Heinz Sonntag
sonntagheinz@gmail.com
@heinzsonntag
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