Chávez
corrompió a Podemos antes de nacer
No
es una referencia de política trivial que Juan Carlos Monedero, politólogo y
sociólogo español con cátedra en la Universidad Complutense de Madrid, y tercer
hombre en la nomenclatura del partido populista, Podemos, haya sido un
conspicuo funcionario de la administración del difunto presidente, Chávez, con
rango que, por emolumentos y cercanía al también llamado “Centauro de
Sabaneta”, se podría equiparar al de un ministro.
Eso,
por lo menos, es lo que cuentan, no el expediente de servicios del señor,
Monedero, con constancia de su currículum, fecha de ingreso, ocupación y
resultados entregados a su empleador, sino los escandalosos beneficios
percibidos del estado venezolano que, en 12 años, del 2002 al 2014, alcanzaron
la bicoca de 270.000 euros anuales, para un total de 3.240.000 euros ( casi
5.000.000 de dólares).
Las
preguntas abruman: ¿Y cuáles eran esas asesorías, consultorías o guías que
prestaba Monedero a la revolución para ganar más que cualquier ministro,
gerente medio de la estatal Pdvsa o general teorizante de la “Guerra
Asimétrica” que, para Chávez, manejaba la clave que culminaría aplicándole una
derrota terminal e irrecuperable al imperialismo norteamericano?
Aclaremos
un detalle si queremos colocar sin equívocos las piezas en el tablero y saber
en qué jugada exacta se encuentra la partida: Monedero no era un trabajador
freelance, cuentapropista, o espontáneo -como bien pudieron serlo Alan Woods,
Ignacio Ramonet, o el Heinz Dieterich de los primeros años-, sino miembro, con
otros dirigentes de Podemos (Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Carolina Bescansa y
Luís Alegre) de una ONG, el “Centro de Estudios Políticos y Sociales”, que en
el mejor estilo de aquellos organismos, comisiones o agencias de la Tercera
Internacional, vino a prestarle “sus servicios” (un economista, un jurista y un
constitucionalista) a la recién instalada revolución.
Eso
sí, cobrando en buenos euros y mejores dólares (de 7000 a 7500 euros mensuales
por asesor y sin contar dietas, viáticos, bonos y traslados frecuentes a la
madre patria), y ofrecer todo un abanico de políticas fundacionales para barrer
con la democracia, establecer el autoritarismo, y que resultaron decisivas para
hacer añicos el estado de derecho, la independencia de los poderes, el
pluralismo y la libertad de expresión.
Eso
en cuanto a lo político, porque en el ámbito económico, sin duda que los chicos
del Ceps dejaron huellas en la adopción del control de cambio, las
expropiaciones, invasiones y confiscaciones y en todo cuanto contribuyó a la
quiebra del aparato productivo interno, que unido al actual colapso en los
precios del petróleo, es la causa de que Venezuela sea hoy un país con una
economía en ruinas, sin alimentos ni medicinas para su población, educación,
salud y seguridad.
Igual
no hay más televisoras, emisoras, ni periódicos independientes, porque con el
expediente de forzarlos a la quiebra negándoles publicidad y dólares para
comprar equipos y papel, han obligado a sus dueños a venderlos para que solo
difundan un mensaje, un pensamiento, un partido y un caudillo.
Goebbelianismo
que era imposible de imaginar en aquel trío de profesores de la Complutense
que, provistos de gafas, trajes de marca y conversación de haut niveau, eran
habitués en los templos de la gastronomía española que aún perduran en la
bulliciosa avenida Solano de Caracas ( el Casa Urrutia, La Huerta, El Caserío),
y donde, entre Buchanan eighteen, langosta de Los Roques y Albariño de
temporada, las tardes eran, sencillamente, intemporales.
No
vivían lejos, pues, a pocas cuadras más al Este, entre las urbanizaciones El
Bosque y Country Club, estaban las exclusivas “Residencias Country Suite”,
donde los abnegados asesores podían subir a sus apartamentos a pasar la
prendida (el ratón que llaman los venezolanos), bajar, muy entrada la noche,
darse un “piscinazo” y entre la tupida vegetación de bambúes, caobos, jabillos
y samanes, comentar los últimos email recibidos desde Miraflores, de manos del
propio Chávez en persona y ¿por qué no?, del mismísimo, Fidel Castro, quien no
les perdía pisadas.
Puede
decirse, entonces, que fue en tal placidez, en tal atmósfera de serpentina
variopinta y sedosa, de esprit juguetón y lánguido donde se le dio el empujón
definitivo a “Podemos”, un movimiento que es una réplica de sus congéneres
latinoamericanos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua y cuya estrategia
consiste en esperar las dificultades que de manera natural pueden sacudir en
cualquier circunstancia a un sistema democrático, para envolverlo con la
demagogia más atroz, ganar adeptos y derrocarlo no con balas, sino con votos.
En
el contexto, no hay dudas que el experimento del “comandante eterno” fue
modélico, y cómo contó con la suficiente dosis de egolatría, delirio y petrodólares
para exportarlo, pues tenía ahora a sus pies a estos fogosos profesores de la
Complutense, para lanzar su primera ofensiva en tierras europeas.
Es
una iniciativa que se les agradece, pues, entre tanto solapamiento, trapisondas
y cartas marcadas para perpetrar el escandaloso robo que le birló al erario
público nacional DOS BILLONES DE DOLARES productos del ciclo alcista de los
precios del crudo (2004-2008), los muchachos de Podemos dejaron suficiente
evidencia de cómo fue esquilmada Venezuela y cómo la riqueza petrolera no fue
incautada solo por los ladrones nacionales, sino también por los
internacionales.
Novatada
que no cometieron Alan Wood, Ramonet, Dieterich y mucho menos expertos como
Lula, la Roussef, los esposos Kirchner, Evo Morales, Daniel Ortega y los
hermanos Castro, siempre amparándose en acuerdos y negociaciones que
transfirieron “legalmente” cientos de miles de millones de dólares a las arcas
de sus países, mientras “los líquidos”, “los ilegales”, que generalmente
siguieron la ruta del minFinanzas venezolano, el HSBC y cuentas de los partidos
hermanos, nunca se registraron. Pero que no excusa, ni esconde la comisión de
un delito, como es contribuir a la construcción del Reich castrochavista
mediante el pago de abultadas cantidades de dinero, mientras se planifica el
arrase del propio país.
Está
por verse, pero ya Podemos hizo su aparición triunfal en la política española y
europea al participar en las elecciones para la Eurocámara del 25 de mayo del
2014, y alzarse con el 17, 6 por ciento de los votos que le permitió elegir 15
diputados.
Desde
entonces, no ha dejado de crecer, convirtiéndose en una auténtica amenaza para
el bipartidismo, y usando casi la mismas frases y slogans que Chávez implementó
a partir del 4 de febrero de 1992 para desbancar a Acción Democrática y Copei,
aunque no tan favorecido por una crisis como la que redujo los horizontes
españoles a raíz de la crisis global del 2008 y los redujo a cero crecimiento,
desempleo del 25 por ciento y déficit fiscal de 6, 98 puntos del PIB.
Eso
sí, con una enorme desventaja: el chavismo fue originalmente un movimiento
político nacionalista, barnizado de raíces presuntamente autóctonas y crecido
en las dificultades que siempre acarrea ser antisistema. Podemos, al contrario,
nace amamantado por la vaca lechera venezolana, exprimida por un ordeñador tan
eficiente, Hugo Chávez, que, más allá de toda duda, la dejó exhausta.
Manuel
Malaver
manuelmalaver@gmail.com
@MMalaverM
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