La religión musulmana es una de las tres
religiones monoteístas del mundo. El número de sus fieles asciende hoy a 1400
millones.
El centro del culto mahometano lo ocupa Alá.
La voluntad de Alá está expresada en el Corán -el libro sagrado- que contiene
las revelaciones que hizo Dios a Mahoma, valiéndose de un espíritu llamado
Gibril.
Mahoma, el fundador de la religión musulmana,
afirmaba ser el descendiente directo de Abraham y de su hijo Ismael.
La voluntad de Alá contenida en el Corán es
inalterable y vale para todos los hombres de todos los tiempos. Por desgracia esta
voluntad no siempre es clara, como lo ponen de manifiesto las distintas
interpretaciones a que ha dado lugar.
Una de estas cuestiones embrolladas es la
conducta que los creyentes musulmanes
deben adoptar frente a los no creyentes. Las prescripciones del Corán al respecto son incluso contradictorias. Basados en los suras
(capítulos) más antiguos, hay teólogos y juristas musulmanes que recomiendan
buscar la conversión de los infieles por vías pacíficas. Algunos sostienen que
ésta es la posición de la mayoría de los musulmanes de nuestros días. Parece
ser que ésa fue también la postura adoptada -primeramente- por Mahoma, alentado
por la esperanza de lograr una rápida
expansión de la creencia musulmana. Posteriormente -asentados en otros textos
coránicos- se propaga la prédica de que la voluntad de Alá, expresada en la
Sharía (la ley,el derecho), debe ser impuesta por todos los medios, incluso la
violencia y la guerra santa (Yihad).
Este es uno de los problemas más agudos que
afronta hoy Europa y Norteamérica („el
gran Satán“).
Obligados por las adversas circunstancias de
sus países de origen, en los últimos tiempos se ha producido un masivo
desplazamiento de árabes, turcos y africanos a regiones que gozan de un mayor
desarrollo social y económico. Esta invasión silenciosa e ininterrumpida
alcanza ya la impresionante cifra de aproximadamente 50 millones, con tendencia creciente, debida también a la
proverbial capacidad prolífica de los
nuevos integrantes de la comunidad europea.
La convivencia de comunidades de diferente
cultura, en todos los tiempos y horizontes de la tierra, implica siempre graves
problemas. Si hay voluntad de pacífica
convivencia, el multiculturalismo puede constituir una bendición para el
desarrollo de las sociedades humanas, fecundándolas recíprocamente y
permitiendo la destilación de superiores formas de convivencia. Así ocurrió,
por ejemplo,con la esplendorosa civilización desarrollada bajo el predominio de
los musulmanes en España en la Edad Media. Por desgracia éste no es el caso de numerosas comunidades
musulmanas asentadas hoy en distintas partes de Europa. Muchas de estas
comunidades musulmanas se resisten
frecuentemente a integrarse y forman verdaderas sociedades paralelas. Esa es la
causa de frecuentes roces.
La situación se complica enormemente si a la
resistencia pasiva se suma la violencia
intolerante de raíz religiosa, como ocurrre con numerosos núcleos humanos
musulmanes, inducidos lamentablemente por textos coránicos. El Corán es, en
efecto, un rico vénero de terrorífica
violencia: „Combatid con las armas hasta que Alá se imponga en todas partes“
(2:193; 8:40). „Los que no creen en el Corán se freirán en las llamas del
infierno y, todas las veces que su piel se haya consumido, les daréis otra piel
para que de este modo sufran el terrible castigo, pues Alá es todopoderoso y
sabio“ (4:57). „Los incrédulos que rechazan terminantemente la creencia serán
considerados como verdaderas bestias“ (8:56). „“Y cuando hayan pasado los meses
sagrados, matad a los paganos dónde les
encontréis, atacadles, rodeadles y vigiladles en todas partes“ (9:53) „Si en la
guerra encontráis a los incrédulos, cortadles la cabeza“ (43:36).
Estas doctrinas son las que han alentado la formación de organizaciones
terroristas tales como Al Qaeda (fundada ya en 1988 por Osama Ben Laden), Boko
Haram (Nigeria), Al Shabaad (Somalia), Jemaah Islamiyad (Indonesia), Aba Sayyaf
(Filipina), Lashhar-e-Yagriba
(Pakistán), Emirato del Cáucaso (Rusia),
Hamas (Palestina), Hermanos Musulmanes, Estado Islámico (Siria, Irak),
etc. Son ellas las que siembran el terror y la muerte en muchas regiones de la tierra con
atentados , inmolaciones suicidas, degüellos y secuestros de mujeres y de
niños.
La
ciega pasividad e irresponsable tolerancia de muchos políticos europeos,
sin duda de buena voluntad, fomenta la
propagación del fanatismo musulmán y
constituyen un serio problema.
El Estado de derecho y las instituciones
democráticas requieren una enérgica proteccion, firmemente enraizada en los
milenarios principios de la cultura cristiano-occidental.
Jose
Leopoldo Decamilli
joledecamilli@gmail.com
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