PEDRO CORZO |
La
columna vertebral de la dictadura cubana han sido los militares y no la
Seguridad del Estados como tiende a creerse. Tampoco se ha sostenido sobre el
inefable Partido Comunista.
Más
del 70 % de la alta dirigencia isleña es de extracción castrense, e igualmente
un número considerable de miembros del Comité Central del Partido son
militares.
En
el mismo año 1959, se apreciaba que los militares asumían el control, mientras
los civiles abandonaban el gobierno o eran desplazados.
No
era difícil darse cuenta de la militarización de la sociedad. Los comandantes
se convertían en ministros, la sociedad cada día parecía más un cuartel y en cada crisis el militar se vestía de civil
y ocupaba el puesto del funcionario que había sido defenestrado.
En
56 años de dictadura, el ejército ha tenido una línea de mando sin quebrantos
visibles (posible excepción caso Ochoa) lo que expresa una estabilidad y
fidelidad no igualada en otros organismos, incluyendo el ministerio del
Interior.
Los
apetitos imperiales de los Castro siempre fueron satisfechos por los militares
que de manera encubierta, o actuando como gendarmes internacionales,
intervinieron en tres continentes sin que se produjeran cuestionamientos a los
dictados del tirano.
Siempre
han mostrado disciplina, deseo de servir, una mística de gloria, u otro sentir
que cohesionaba e impedía trágicas fracturas.
Las
fuerzas armadas del régimen de los Castro aparentan una inquebrantable lealtad.
En ellas habrá quienes lo hagan por devoción al “máximo líder”; otros por la
pasión que les embargó cuando cumplían funciones pretorianas a miles de millas
de las costas de Cuba, y quizá haya quien sirva por convicciones políticas.
Pero
el tiempo ha pasado, las medallas han perdido brillo y los vientres se han
extendido junto a las artritis físicas, pero también morales que debe causar el
haber construido un edificio que se derrumba y cada día se parece menos a lo
que muchos de sus constructores, particularmente los militares, proyectaron.
Es
de suponer, que en Cuba, solo por el conocimiento de lo que ha sucedido en otros
cuerpos militares que se identificaron con dictaduras y que en un momento
determinado fueron factores fundamentales en su derrocamiento, haya un grupo de
militares con sentido común que se percate que de no impulsar cambios, el país se hundirá mas en el tremedal en que
se encuentra y en consecuencia, ellos
perderán sus privilegios.
No
obstante no debemos perder de vista que los ejércitos formados en los
desaparecidos países socialistas no intervinieron en la caída de los gobiernos
del bloque, si exceptuamos el fugaz episodio del golpe de estado contra Mijail
Gorbachov.
El
actual aparato militar cubano fue creado en 1959, por los Castro, a diferencia
de los ejércitos ya constituidos que encontraron Adolfo Hitler, Benito
Mussolini o el Ayatola Khomeyni, entre otros.
En
consecuencia es lógico creer en la galvanización de las fuerzas militares
alrededor de sus líderes, lo que ha permitido establecer en la isla un régimen
político-militar sin antecedentes en el hemisferio.
Sin
embargo, los fracasos subvierten valores y fidelidades al igual que se producen
“fatigas” en los metales, y en Cuba, indudablemente, los fiascos han hipotecado
el presente y futuro del individuo y la sociedad.
Tampoco
se puede pasar por alto una realidad. Un numero de altos oficiales en activo y
en condición de retiro, dirigen empresas millonarias usufructuando esas
riquezas, un factor que puede influir en su "lealtad"
Sin
embargo otros ejércitos, caudillistas o profesionales, en situaciones
similares, han originado crisis terminales en las dictaduras.
El
derrocamiento del portugués Marcelo Caetano, después que el ejercito sirvió al
dictador Oliveira Salazar por más de 30 años. En Egipto, el ejercito derrocó al
rey Faruk I. En Italia Mussolini tuvo serios problemas con las Fuerzas Armadas
en los últimos años de su gobierno.
Otro
ejemplo de que la totalidad de una fuerza armada no es absolutamente leal a su
comandante en Jefe aunque aparente lo contrario, fue el sector de los militares
germanos que servía al Tercer Reich pero que se sumó a la operación Walkiria.
Estos
militares que habían combatido y arriesgado la vida por Hitler decidieron derrocarlo cuando se percataron
que el país se hundía y que la victoria no era posible. En consecuencia el 20
de agosto de 1944, ejecutaron en la persona del conde Staumferberg, un atentado
contra el jerarca nazi.
Ejemplos
hay de obediencia y rebeldía a través de la historia, por lo qué cabe
preguntarse. ¿Enfrentaran los Castro una operación Walkiria, que haga temblar
la dictadura hasta destruirla, o los militares cubanos continuaran
actuando en contra de sus propios
intereses al persistir en apoyar un régimen que no cuenta con el respaldo de su
pueblo y que ha fracasado en todos sus proyectos?.
Pedro
Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
EL ENVIO NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
agmifico comentario Pedro,como siempre nos ofreces interesantes detalles historicos que muchos optan por olvidar, gracias!!!
ResponderEliminarJaime Bravo.