PEDRO PABLO FERNÁNDEZ |
La
semana pasada, regresando de Cojedes, encontramos una larga cola. Un camión
había volcado y estaba siendo saqueado por una poblada mientras un hombre con
una herida en la cabeza suplicaba que no se llevaran los cauchos. El hecho me
recordó aquel camión de carne que chocó contra el puente de Los Ruices en
Caracas, en el que la gente trepaba para llevarse su pedazo mientras el chofer
agonizaba.
Demostraciones
tristes de la pérdida de valores que hemos sufrido. En esos momentos la
solidaridad, el amor al prójimo, el valor de la vida de un ser humano igual a
mí brillan por su ausencia. Es la demostración de una sociedad individualista
que le rinde culto al dinero.
El
otro día, estando con mi hija de 10 años, me llamó un amigo muy querido de
Santa Cruz del Este. Un hombre bueno que ha trabajado duro toda su vida, pero
que en los últimos tiempos la ha pasado mal. Me dijo que su mamá se estaba
muriendo y no tenía dinero para viajar a Güiria: “No tengo un bolívar, se va a
morir la vieja y no me voy a poder despedir”.
Quedamos
en vernos en Concresa y ahí, muy afectado, me repitió lo mismo frente a mi
hija, quien lo escuchó con una carita muy triste. Le entregué un dinero y me
dijo: “No sabes cómo te lo agradezco”, y le conteste: “No tienes nada que
agradecerme, lo hago con todo cariño”. Nos dimos un abrazo y se fue. Entonces
mi hija me dijo: “Pobrecito”, a lo que respondí inmediatamente: “Todos los seres
humanos en este mundo sufrimos y tenemos problemas. No quiero que sientas
lástima, lo que quiero es que te des cuenta del valor que tiene el dinero. Si
yo te comprara a ti todo lo que tú quieres no tendría para darle, y te quiero a
ti mil veces más que a él, pero para mí es mucho más importante haberlo podido
ayudar a que vaya a ver a su mamá enferma que comprarte una muñeca más. Ella me
preguntó: “¿Por qué le dices que no tiene nada que agradecer?”, y le contesté:
“Ayudarlo a que pueda ver a su mamá me hace feliz y él no tiene que agradecerme
por algo que me está haciendo feliz a mí también”.
Aurelio
me dio una oportunidad única de enseñarle a mi hija en qué consiste la
felicidad, y él no tiene ni idea del favor que me hizo.
Los
valores que yo trato de inculcarle a mi hija son los que me enseñaron mis
padres y son la esencia de lo que somos los venezolanos. Nos perdimos en algún
momento y tenemos que volvernos a encontrar.
Pedro
Pablo Fernández
@pedropabloFR
pfernandez@ifedec.com
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