MAXIMILIANO DONAT |
Desde su nacimiento nuestro País ha estado
signado por gobiernos presidencialistas, sean democráticos o dictaduras.
El presidencialismo tuvo su razón de ser al
necesitar reunir a los venezolanos mediante la intervención de líderes únicos,
mediáticos y carismáticos que de alguna manera inspiraron al País hacia la
democracia, acabando con caudillismos locales o regionales y darle rostro a la
República de Venezuela.
En el siglo XX y XXI los países han ido
desarrollando formas de gobierno más participativas y menos representativas,
donde el ciudadano comienza a ser el eje
de gobernabilidad.
Nuestro País con la Constitución de 1999, se
abrió una oportunidad para que el ciudadano interviniera en los distintos
niveles del estado.
Lamentablemente quienes la han propuesto, no
quienes votamos por ella, han dejado de lado al País de ciudadanos y han
violado con trampas y legislaciones distorsionadas el verdadero objetivo del
constituyente, ser un País de Ciudadanos.
El modelo plasmado en la Constitución de 1999
, aunque quienes lo propusieron no lo crean, se acerca más al modelo parlamentarista
de Estados Unidos y la Gran Bretaña.
Un sistema presidencialista como el que aun
continua existiendo en el País, a pesar de la Constitución, se distingue por un
presidente electo por el voto popular, donde èl es el representante del Estado,
de la Nación y del Poder Ejecutivo, aunque este gobierno ha extendido al
presidente el control de Todos y absolutamente todos los Poderes del Estado.
Nuestro estado presidencialista utiliza el
juego político “suma cero” donde el ganador se lleva todo y el perdedor debe
esperar hasta que culmine el periodo del ganador o en su defecto realizar un
referéndum revocatorio a la mitad del periodo para el cual fue electo.
Los regímenes presidencialistas tienden a
minimizar a las instituciones del estado, dejando al ciudadano indefenso y a
merced del grupo político que impere en el País.
En la Venezuela de hoy, cumplidos 15 años de
la Constitución, seguimos observando un País con muy poca o ninguna institucionalidad en cualquier
forma de administración pública, inexistencia de un poder local efectivo,
autónomo e independiente del poder central, ningún control de la administración
del estado por parte de los parlamentarios por la simpleza de la lealtad y
disciplina partidista.
Como vemos tenemos un problema de cultura y
política popular que no ha permitido asumir de manera axiológica la
Constitución de 1999, convirtiendo esta en hasta hoy un simple documento lleno
de buenas intenciones y secuestrada por el presidencialismo y la ambición de
grupos político-partidistas.
Ciudadanos el 2015 en las elecciones
parlamentarias es el momento de retomar el rumbo hacia un País de Ciudadanos,
donde una mayoría de Ciudadanos no partidistas formen parte de la próxima
Asamblea Nacional.
Maximiliano
Donat
maximilianodonat@gmail.com
@maxidonat
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