MANUEL MALAVER |
No las tienen nada fáciles los 56
funcionarios del gobierno de Maduro sancionados por “violaciones de los
derechos humanos” en una Ley aprobada hace tres días por el Congreso de los
Estados Unidos.
Y no importa que la Ley se limite a negarles
las visas de ingreso a ese país y a embargarles sus “bienes eventuales”, pues,
a efectos de la justicia global, pasan a ser acusados sujetos a futuros
juicios, a causa de que, los derechos humanos son universales y sus violadores
hacen parte de la lista de delincuentes “también universales” que aun merodean
por el mundo.
Es una galería cuyos retratos más
sobresalientes los encabeza en este momento, Abu Bakr al Baghdadi, califa del
apocalíptico “Estado Islámico”; y siguen, Bashar al- Asad, presidente de una
región equivalente a la tercera parte de Siria y conocido como “El carnicero de
Damasco”; Vladimir Putin, emperador de todas las Rusias y con ganas de invadir
a Europa, Asia y América Latina; Alexander Lukashenko, el último dictador de
Europa; Kim Jong Un, heredero de la dinastía norcoreana de los Sung;
octogenarios del tipo Raúl y Fidel Castro de Cuba y Robert Mugabe, de Zimbabue
(los tres suman 254 años) y –last but not least-, un pistolero reciente, sin
nacionalidad, profesión, ni calificación laboral conocidas, como que fue
extraído con fórceps del capricho de los dictadores Castro y Chávez e impuesto
a los venezolanos: Nicolás Maduro.
Son los desatinos que presiden estados
forajidos, desechos, malhechos y contrahechos, que hace mucho tiempo deberían
estar entre rejas, en las cárceles del Tribunal Penal Internacional de La Haya,
si no fuera porque, una crisis terminal en el multilateralismo está impidiendo
que sus instituciones cumplan con el mandato de proteger a la humanidad de
asesinos en serie, violadores de los derechos humanos, reos por delitos de lesa
humanidad y genocidas.
Tal es el caso de la Organización de Estados
Americanos, OEA, organismo continental americano habilitado por una “Carta
Democrática” para denunciar, enjuiciar, expulsar de su seno, y aplicarles
sanciones a la pandilla de neodictadores que en los últimos 15 años se ha
entronizado en, por lo menos, cuatro países del región, pero confesamente
impotente, y más bien cómplice del ensañamiento con que Chávez, Ortega, Correa,
Evo Morales, y ahora Maduro, destruyeron la democracia, el estado de derecho y
violan los derechos humanos de los ciudadanos de sus países.
Desbordado por la ola de criminalidad,
corrupción e impunidad que impera desde el Sur del Río Grande, hasta la
Patagonia, liderada por carteles mexicanos, venezolanos y colombianos de la
cocaína, por organizaciones como los carteles de Sinaloa, Tijuana, los Zetas,
Guerreros Unidos en México; el Cartel de los Soles, en Venezuela y del Valle,
Oriental, y de la Guajira en Colombia.
Y con toda razón, en vías de desaparecer,
porque no se puede encarnar la ley para no hacerla respetar, para, no solo
temblar ante las amenazas de los dictadores, sino hacerse cómplice de ellos.
Y miren si los asesinatos y violaciones de
los derechos humanos que perpetraron en Venezuela entre febrero y junio de este
año los cuerpos represivos de la neodictadura de Maduro no brindaron ocasión
para ello, pues, no solo documentaron un caso de terrorismo de estado convicto
y confeso, sino que, los criminales, no pocas veces, invitaron y posaron ante
medios impresos, audiovisuales y páginas web para que los siguieran en su ruta
de la muerte y no quedaran dudas de su psicopatología.
Crímenes como los de la ex Miss y modelo,
Génesis Carmona y la deportista. Geraldine Moreno en Valencia; Bassil Da Costa
en Caracas, Daniel Tinoco en San Cristóbal, y Roberto Annese en Maracaibo -para
solo hablar de seis expedientes entre 43 ultimados-, cursan ya en organismos
internacionales como pruebas de delitos políticos ejecutados a plena luz y con
premeditación y alevosía de los sicarios, cuerpos policiales, militares y
paramilitares.
Fueron escándalos de barbarie incalificable,
el primer crimen masivo perpetrado en la época de la internet y la redes
sociales, ya que, los propios pistoleros, tal como hacen los militantes del
“Estado Islámico” en estos días, jugaron a ganarse sus “15 minutos de fama” en
la instantaniedad de las PC, los celulares, iPhone, Smartphones y iPad.
También sus jefes, presididos por Maduro y
los generales Miguel Rodríguez, Manuel Quevedo, Padrino López, entre otros,
aparecieron en canales de televisión, emisoras de radio, cámaras digitales,
videos y grabaciones de audio aplaudiéndolos a rabiar, felicitándoles,
condecorándolos y llamando “colectivos de paz” a los que no eran sino puros,
simples y satisfechos matones.
Una tragedia, en definitiva, como para que la
hasta entonces ambigua comunidad internacional reaccionara con incredulidad y
horror y forzara a Maduro a sentarse con la oposición en un diálogo de paz que,
de una vez, pusiera fin a las violaciones de los derechos humanos que el
chavismo tenía 15 años cometiendo y Maduro continuaba de una manera tan eficaz.
Y Maduro se sentó, pero en absoluto para
poner fin a las atrocidades que sus sicarios cometían desde febrero, sino para
ganar tiempo, baipasear a la comunidad internacional, disolver el diálogo y
prepararse para avanzar en nuevos horrores y terminar de imponerle su tiranía a
los venezolanos.
Se trató ahora de ensayar con una suerte de
“economía de guerra”, con la que, a la quiebra del aparato productivo nacional
-resultado de la instauración del socialismo-, se unió un cese de las
importaciones de alimentos, medicinas y bienes y servicios, sin duda que para
reducir por hambre, enfermedades y pobreza al país que seguía protestando y
negándole a Maduro y sus huestes todo apoyo y legitimidad.
“La agenda del empobrecimiento tiene un
objetivo político” escribía en su portal de Internet el economista, Alexander
Guerrero, el 26 de noviembre pasado y agregaba: “El socialismo, el comunismo,
fascismo, nazismo, procuran empobrecer a los individuos para hacerlos depender
del Estado en lo económico, a cambio de suprimirle la libertad”.
“Maduro en 2 años partió en dos la economía
nacional: medida en términos de PIB de 400 billones a 200 billones. ¿Y cómo
pudo Maduro hacerlo? Con devaluación de 400% en Sicad I y II, hiperinflación de
125 % y controles extremos”.
“El parangón con los tiempos tempranos de
Hitler, Stalin, Sung y Castro guarda mucho parentesco con lo que hace hoy
Maduro: represión política, económica y agavillamiento comunal ¿Y cómo ver el
empobrecimiento? Haga cola para maíz, papel toilette, jabón y vaya 5 veces al
cajero por billetes inservibles”.
Más claro imposible, sobre todo cuando
percibimos que al predecible fracaso del modelo socialista, siguió una crisis
social de tonos apocalípticos, en la cual, la carestía y el desabastecimiento
están a la orden del día para todo y para todos, sin que sea posible encontrar
harina de maíz o trigo, leche, carne, arroz, azúcar, aceite, electrodomésticos,
artículos de higiene, pañales, y papel tualé.
Capítulo aparte merecería la desaparición de
las medicinas, equipos médicos y material médico quirúrgico, configurando una
situación en la cual, los destrozos hasta donde no puede llegar el hambre, se
completan con el cuadro aterrador que se vive en farmacias, clínicas y
hospitales.
No se piense, sin embargo, que porque la
agenda del empobrecimiento se ha introducido como una nueva forma de
dominación, el gobierno se ha olvidado de seguir reprimiendo, y así el líder
estudiantil, Lorent Saleh, hace meses que es objeto de un encarcelamiento
injusto, y sin ningún tipo de proceso, porque y que conspiraba en Bogotá,
tuiteros calificados de terroristas sufren detenciones arbitrarias o son
perseguidos y a más de 100 presos políticos se les continua negando la libertad
y aun el derecho a un debido proceso.
Lo más bizarro y reciente cometido por Maduro
y sus sicarios en este campo, sin embargo, fue la imputación y que por
magnicidio se forjó contra María Corina Machado, seguro que en la idea de
seguir acosando a una líder opositora para que opte por lo que más conviene a
Maduro: el exilio.
No lo lograrán, como no se rendirán los
cientos de presos políticos, y el 80 por ciento de venezolanos que decidió
ponerle fin a una dictadura que es vergüenza en el mundo por su crueldad,
sevicia y ensañamiento contra sus ciudadanos.
Sobre todo ahora, cuando instituciones
democráticas como el Congreso de los Estados Unidos aprueba la primera ley para
llevar a la cárcel a los sicarios de Maduro y decirle al mundo que en Venezuela
hay una dictadura y ponerle fin es responsabilidad de los hombres y mujeres
libres y demócratas del planeta.
Manuel Malaver
manuhalm912@cantv.net
@MMalaverM
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.