JOSÉ VICENTE CARRASQUERO A |
Las declaraciones de
Maduro a lo largo de los últimos días parecen apuntar hacia la necesidad del gobierno
de crear una agenda mediática paralela que impida que los temas que realmente
preocupan a los venezolanos sean debidamente atendidos tanto por el oficialismo
como por la oposición, cada uno desde la trinchera que le corresponde.
En un programa de este
Domingo 14, transmitido por una televisora privada, Maduro trató de emular el
discurso de Chávez en varios aspectos. Comenzando con el asunto de que él es
quien garantiza la paz en Venezuela hasta una nueva historia de magnicidio sin
detenidos ni responsables. Un programa que a lo mejor tenía la finalidad de
proyectarlo como el estadista que no es pero, en todo caso, no lo logro.
Temas de tanta
importancia como el asunto del precio de la gasolina fueron despachados
apelando simplemente a las opiniones de Maduro sobre la conveniencia o no del
momento. Por supuesto que no dijo que lo que impide sincerar el precio del
combustible es la cercanía de un proceso electoral cuyos resultados ya se
anuncian adversos para el oficialismo por cantidad de encuestas que muestran la
caída de la confianza en el gobierno.
Un momento de mucho
dramatismo fue cuando anuncio que el país tiene los recursos necesarios para
respaldar el presupuesto del año 2015. Todo el mundo sabe que el presupuesto
del próximo período fiscal es irreal si no se recurre a la inflacionaria
práctica de los créditos adicionales. Si el presupuesto está calculado con el
petróleo a US$60 por barril, queda la incógnita de cómo se van a financiar los
obligatorios aportes que la Asamblea Nacional tendrá que aprobar para llegar a
fin de año permitiendo al ejecutivo cumplir con todos sus compromisos
contractuales.
No deja de ser
preocupante el anuncio de que un probable aumento de la gasolina constituya un
fondo para financiar las misiones sociales. ¿Quiere decir que esos programas no
vienen desde ya con su correspondiente arepa bajo el brazo? Uno pensaría que el
aumento de la gasolina debería estar dirigido a sacar a PDVSA del hueco en la
que la metió la alocada política petrolera del gobierno chavista.
En días recientes,
Jaua dijo que los venezolanos tienen resueltos los asuntos de salud y
alimentación. Semejante afirmación solo puede causar indignación entre los
cientos de miles de pacientes que deambulan por centros asistenciales y
farmacias tratando de encontrar solución a sus enfermedades. Ya la gente no
come lo que desea sino lo que encuentra. Un indicador adicional de pérdida de
calidad de vida.
Las universidades
languidecen ante la falta de atención por parte del gobierno central. Las
escuelas y liceos ofrecen cupos muy por debajo de las necesidades de la
población. ¿A qué se refería Jaua entonces?
El gobierno ha
perdido la capacidad de ofrecer seguridad a los venezolanos comunes y
corrientes. Sin embargo, ha creado un cuerpo especial para atender la seguridad
de las privilegiadas personalidades que disfrutan de escoltas y vehículos
financiados con nuestro dinero. Vale la pena mencionar que esto debería ser
considerado, en un país normal, un gasto suntuario sujeto de eliminación en
medio de una crisis económica.
Maduro parece estar
convencido de que el precio del petróleo va a rebotar y que lo que tenemos por
delante no es más que una borrasca pasajera. Cualquier consultor político le
diría al gobierno que lo más prudente es prepararse para lo peor. Que, si en
todo caso, la tormenta no fuese tan severa como se anuncia, la gestión se
beneficiaría de las medidas que haya podido adelantar como precaución.
Por el contrario, el
gobierno parece seguir embarcado en el asunto de los controles. Piensa que
poniendo todavía más restricciones, logrará evitar la hecatombe que se nos
viene encima. Maduro habló de unos fondos de los cuales no se sabe su paradero.
¡Dice que el financiamiento chino no produce deuda! En fin, que estamos
preocupándonos por nada.
Estos niveles de
disociación con la realidad que ya estamos viviendo generan preocupación en el
más común de los mortales. Es de esperar que el año abra con cantidad de
sectores pidiendo ajustes salariales y otras reivindicaciones. El malestar
social ya se siente en el ambiente.
Y ante ese ruido
ensordecedor de las calles, el gobierno prefiere diferir las decisiones que
necesariamente tendrá que tomar. Mientras, Maduro decide perder el tiempo
insultando a Obama quien ni se da por enterado.
Lo que viene es una
crisis de proporciones desconocidas para el 99% de los venezolanos. Todo lo que
se pudo haber sufrido en situaciones parecidas en el pasado quedará pequeño.
El elemento
distintivo en este momento es la incapacidad de quienes dirigen el país para
entender lo que está pasando. Mucho menos se puede esperar que tomen las
medidas correctas.
¡Qué Dios nos agarre confesados!
Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo
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