“Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté”.(Coronel Miguel de Cervantes Saavedra Don Quijote de la Mancha).
PEDRO R GARCÍA M., |
El
aceite de la “roca” en el mundo antiguo:
Los griegos lo conocían. Homero (Siglo VIII
a.C.) en la Ilíada refiere que “los troyanos arrojaron sobre el rápido navío un
fuego incansable tras el cual se extendían unas llamas que no podían
extinguir”. Se refiere al Fuego Griego. El padre de la historia, Herodoto de
Halicarnaso (484 y 425 a .C.),
en su obra Nueve libros de la historia habla “del aceite negro y maloliente que
los persas extraían de los pozos con sal y asfalto”. Luego, Alejandro Magno (356 a 323 a .C.) refiere que sus
enviados han hallado asfalto en Mesopotamia. Diodoro (Siglo I, a.C.),
refiriéndose a Babilonia, afirmaba: “Aunque en Babilonia se han producido gran
cantidad de milagros increíbles, no hay nada como la gran cantidad de asfalto
que se encuentra allí”. Plutarco (46-120 d.C.) apunta haber sabido de
emanaciones en Ecbátana y en su biografía de Alejandro (en Vidas paralelas)
refiere que el héroe recibía masajes con nafta, lo que le provocaba “desahogo y
diversión”.
En la India se guardan referencias todavía
más antiguas de la existencia de afloramientos, cuyo líquido viscoso era usado
en las construcciones para juntar ladrillos, alrededor de 3.000 años antes de
Cristo. En China y Japón también se recogen referencias sobre el Aceite de
Piedra. En Indonesia, el petróleo era conocido y hasta objeto de presentes del
rey de Sumatra al emperador chino, como ocurrió en 971. En Birmania era
frecuente el uso del petróleo, al que llamaban “agua que hiede”.
En la Biblia, en el Antiguo Testamento y en
el Segundo Libro de los Macabeos hay una referencia precisa a un “líquido
espeso” que fue rociado sobre la leña y prendió la fogata y, por supuesto, no
se trataba de agua sino de un líquido negro, viscoso y de olor repugnante. En
el libro del Génesis, capítulo ocho, se refiere que Noé utilizó petróleo
para impermeabilizar el Arca donde salvó a los animales del diluvio universal.
En el capítulo 11 del
mismo libro se hallan referencias al uso de
petróleo para las juntas de ladrillos en la construcción de la Torre de Babel.
Pero de todas las referencias antiguas la
más lejana es la de Asiria y Babilonia (4000 a .C.), donde se utilizaba el Aceite de
Piedra para cala- fatear las embarcaciones, mientras en Egipto se usaba para
mantener engrasadas las pieles y, también, en el proceso de momificación de los
cadáveres. De hecho, en la tablilla XI del poema épico de Gilgamesh (2650 a .C.), cuando se relata
el diluvio ya se menciona el betún para el calafateo del Arca: “Seis “sar”
(medidas) de betún eché en el horno, Gen 6,14; Tres “sar” de asfalto [también]
eché en el interior, Tres “sar” de aceite los portadores de cestas transportaron,
Aparte de un “sar” de aceite que la calafateadura consumió, y los dos “sar” de
aceite [que] el barquero estibó”. De modo que en la antigüedad el petróleo era
usado para estimular el fuego, para alumbrar, para aliviar y curar dolencias.
Plinio (23-79 d.C.) llega a establecer hasta 30 utilidades terapéuticas,
teniéndosele como la panacea universal. Afirma: “Corta hemorragias, cicatriza
heridas, trata las cataratas, sirve como linimento para la gota, cura el dolor
de muelas, cura el catarro crónico, alivia la fatiga al respirar, corta la
diarrea, corrige los desgarros musculares y alivia el reumatismo y la fiebre”. También
fue usado para mantener las antorchas encendidas, lo que le daba una supremacía
guerrera a quien lo utilizaba en las contiendas. Sobre todo a partir del siglo
VII, cuando los bizantinos lo utilizaron como Oleum incendiarium (Fuego
Griego). Esto consistía en una combinación de petróleo con
cal que al colisionar con lo húmedo estallaba en llamas. De allí que los
bizantinos lo dispararan puesto en la punta de sus flechas o como una suerte de
granadas. El Fuego Griego era considerado un secreto de Estado, ya que le
atribuía una supremacía notable a quien sabía utilizarlo. De
hecho, Constantino logra salvar a Constantinopla de la flota musulmana
de Moaviah al usar el Fuego Griego, con el que pudo poner a raya a los
invasores. De allí en adelante la supremacía bizantina sobre los mares se funda
en esta herramienta.
Ubicando
algunas pistas…
En estos días no he podido evitar centrar la atención en
algunas plumillas de retaguardia sobre el controvertido tema del petróleo y uno
de sus derivados más sensibles la gasolina, cuyos puntos de vistas profusamente
nos llegan al correo electrónico y en cuyos autores puede observarse la aviesa intencionalidad
política, que turba considerablemente cualquier orientación seria y
responsable. Su sola lógica de exposición llenaría de tribulación a hombres
como Leonardo Ruiz Pineda o Alberto Carnevalli o Antonio Pinto Salinas, Alberto
Adriani, que fueron hombres íntegros, de una honestidad intelectual lindante
con los más altos valores de la especie humana, que se expusieron, a riesgo de
sus vidas, en la defensa de los ideales que habían abrazado desde aquellos momentos
de la convicción juvenil de luchar.
La mayoría de
esos artículos son una falsificación burda, y quiero aprovechar para una
intermisión, sin ingresar en el terreno
escabroso de las babiecadas dónde se desdoblan diariamente quienes se arrogan
esa visión anacrónica, que contamina a la nueva derecha e incluso al centro que
le es más cercano, hacerlo solo nos trasladaría a la permisiva actitud del cretinismo,
de quienes en este agónico lapso, permanecen anclados inalterablemente en la
obsesión que les paraliza viendo al mundo como si fuera la punta de su nariz, y
con ello evitando la incontestable muestra de irresponsabilidad, como lo es no
pugnar por constituirse en opción, que resiste
indefectiblemente la asunción de riesgos, pero que le evitarían el contagio de
esa perversidad que dan los influjos de sus placeres solitarios imaginativos,
tan en boga en esos círculos abanderados del atraso tendido y de la impostura
histórica; me disculpan que al intentar señalar algunas temáticas sobre el
álgido tema del aumento de la gasolina, no podemos circunscribirnos solo a el
sin abordar antecedentes de nuestro oro negro, ya que persisten en el permisivo
empeño de vendernos como guías a un tipo de “tecnócratas” ejemplo: un
expresidente de Pdvsa (expulsado de Colombia por falsificación de cifras) y a un
flamante exministro de Energía y Minas rey del mercado spot, punto de vista que solo permite demostrar que
en temas de Estado como este en algunos sectores sigue primando la chatura
intelectual.
Este es un
tema que seguramente todos recordaran, en
el pensum que tuvimos que aprobar en el bachillerato, la materia económica nos
la daban bajo la denominación de Geografía Económica de Venezuela. Y tenían
mucha razón los formuladores del pensum, porque el petróleo es, como lo fueron
en el pasado otras fuentes de energía que le precedieron, el producto globalizado
por excelencia, como sigue siendo actualmente. Es esa misma materia en sus
clases, nuestros docentes, que eran excelentes pedagógicamente, nos explicaban
que Venezuela importaba para la refinería de Curazao, el petróleo liviano árabe
a fin de procesar el nuestro, por su alto contenido de cuantioso azufre, y poder
obtener una gasolina de Standard internacional. Hoy me alarmo cuando aparecen en la prensa titulares que enfatizan que
“Venezuela por primera vez en su historia importa petróleo”. La única
explicación es que con toda probabilidad ese tipo de información proviene de
periodistas o “analistas” que o bien fueron formados en los colegios privados
dónde se les excluye de la verdad, o porque han obtenido sus borlas
universitarias en los incontables Institutos universitarios públicos y
privados, que no superan ser un deficiente sexto año de bachillerato). No estar
al corriente que esa tecnocracia petrolera que muchos definían como
“meritócratas” robándole la autoría del término a Renny Ottolina quien acuñó
legítimamente fortunas precisamente del negocio de la importación de petróleos
livianos para el procesamiento del criollo. Quien le interese el tema lo puede
profundizar en los añejos trabajos expuestos y publicados por Hugo Pérez La
Salvia, a quien no le profeso fervor político, o de Pedro Miguel Páreles o de
Rubén Sader Pérez.
Una
responsable formulación de fondo del tema con ocasión de la previsible caída de
los precios petroleros y el aumento de la gasolina debe ajustarse a trazar los
distintos escenarios que confluyen sobre una visión de Estado.
Por ejemplo,
en prima facie se debería proponer un acuerdo mínimo en torno al lenguaje que
se utilizaría para una perspectiva del debate en el mediano y largo plazo. Yo
como ciudadano de a pie voy a hacer algunos comentarios:
Las fuentes de la civilización occidental: La
Biblia.
Se ha dicho
que la Historia es un campo de estudio en el que es necesario apelar al
principio. Si hemos de buscar los antecedentes del pensamiento económico
deberemos remontarnos a la prehistoria. Encontramos indicaciones de él durante
las Eras de Piedra, Bronce y Hierro. Ya 3000 a .C. prosperaba una civilización en la
India que rivalizaría con las de Egipto y Babilonia. Todas ellas han desaparecido.
Subsiste apenas un leve eslabón entre sus sistemas de valores y sus logros con
los de “nuestra civilización occidental”.
La llamada
Civilización Occidental no tiene su origen no en la antigua India, Babilonia o
Egipto sino más bien en los hebreos de los tiempos bíblicos desde las
ciudades-estado sumerias, ubicadas en el actual Irak, de la cual emigró Abraham
en busca de Canaán y en los Griegos de la Edad Clásica. De los hebreos se ha
heredado a las Tres Religiones monoteístas de alcance mundial, así como la ley
moral que poseemos son de estricta herencia hebraica. De Grecia tenemos ese
legado que nos inspiró el amor por la belleza y la búsqueda de la sabiduría.
Con los griegos empieza la era lógica del hombre, esto es, su emancipación de
la magia y la astrología, que marca también el surgimiento de la individualidad
y el pensamiento ético, es decir, de esa revolución del pensamiento que aún en
este momento apelamos.
Pensamiento económico en la Biblia:
Muchos
pasajes de la Biblia confirman el valor de una buena vida. Dios promete a los
hijos de Israel la abundancia en la tierra que mana leche y miel y nadie
sufrirá necesidad (Deuteronomio 3:8, 15:4). Surge el principio moral “Ama a tu
prójimo como a ti mismo” dando nacimiento a razón moral que toma en cuenta
tanto nuestro interés como el de los demás.
Existen
numerosas provisiones para la protección de los pobres que mandan realizar
actos de caridad así como provisiones para proteger al hombre que trabaja, el
patrón no le debe negar su salario al término de la jornada (Levítico 19:13).
La jornada del mismo no debe requerir un alto número de horas, aún cuando se
pague un salario alto. Un artesano empleado por sus habilidades no debe ser
sujeto a labores distintas de las de su profesión.
El sábado:
La piedra
angular de la legislación social bíblica es la institución del sábado, el día
de descanso semanal para el patrón, sus trabajadores, esclavos y extranjeros.
Esta institución no tiene paralelo en las civilizaciones griega, romana o más
antiguas.
La esclavitud:
Otro aspecto
distintivo de la legislación bíblica requiere la liberación periódica de los
esclavos de raza israelita. No deberán estar sujetos por más de seis años,
debiendo ser liberados al séptimo y proporcionársele liberalmente comida y
otros bienes para que pueda iniciar una vida nueva (Deuteronomio 15:12). El
esclavo israelita escapado no debe ser devuelto a su amo sino que podrá vivir
sin ser molestado, provisión que se interpreta como primer paso en la abolición
de la esclavitud (Deuteronomio 23:16; Jeremías 34:8-22; Levítico 25:39). Otras
provisiones prohibían al amo tratar al esclavo con violencia. Contrasta esto
con las instituciones de Roma. Si un esclavo es muerto por la violencia de su
amo, este es a su vez reo de muerte (Éxodo. 21:20,26).
El año sabático.
El año
sabático, en el que ha de liberarse a los esclavos, tenía una significación
adicional. Era también el año en que debían cancelarse todas las deudas
(Deuteronomio 15:2) y debía permitirse a los pobres comer de la tierra ajena (Éxodo
23:10).
El año jubilar.
Los derechos
del propietario de la tierra, ya limitados por el año sabático, lo era aún más
por la institución del año jubilar, el que establecía la liberación de la
tierra después de 50 años (Levítico. 25:13). Estas provisiones tendían a
impedir la concentración de la tierra por latifundistas, si bien tal
concentración de propiedad se daba con frecuencia (Isaías 5: y Miqueas 2:2).
Las
instituciones del año sabático y el año jubilar pueden ser interpretadas como
instrumentos para aliviar periódicamente las tensiones sociales.
Protección del débil.
El individuo
económicamente débil era protegido por provisiones de las cuales la liberación
de las deudas en el año sabático era sólo una. Bajo las condiciones económicas
primitivas se contraían compromisos frecuentemente sólo para el consumo, más
que para efectos productivos, lo que colocaba al moroso en una posición de
negociación débil. La Biblia toma en cuenta esta posibilidad declarando
ilegales los préstamos con interés en estos casos (Deuteronomio 23:20).
El trabajo.
La Biblia
coloca un énfasis especial para la dignidad y el valor del trabajo humano. Más
que una condenación, el trabajo es considerado como una bendición (Proverbios
10:16), y la dignidad del humano se deriva del trabajo de Dios mismo, realizado
por el hombre. Contrasta esto con Platón, que consideraba el empleo y las artes
manuales como denigrantes. (Volveremos sobre el tema).
Es posible licenciarse en ciencias económicas en Estados Unidos y, a la vez que se aprende un montón de teoría económica, y no aprender nada de economía. (Douglas Down)
Pedro R. Garcia M.
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