LEONARDO MORALES |
Al presidente Maduro se le vio pegando
carreritas debidamente sazonadas con las arengas de rigor y las cadenas de
medios de comunicación de siempre, para ocultar el estrepitoso fracaso que
significó la Ley Habilitante concedida hace un año. Seguro que algún
funcionario le susurró: presidente se está venciendo el lapso de la Ley
Habilitante y no se ha legislado como correspondía.
Contra la corrupción, una ley habilitante.
Fue su argumento más fuerte; Maduro sorprendió a muchos anunciando la necesidad
de enfrentar la corrupción. “…una colección de dificultades que bien podríamos
bautizar con el nombre de Cadivismo”. Se refería, imaginamos que lo sabía, a
esa estructura instaurada durante la gestión de su “padre político”.
Lo que nos quería decir un aparente honesto y
angustiado Maduro era que durante la gestión de Chávez el funcionariado
revolucionario –no dijo en cuales niveles- había adquirido un comportamiento
que le permitía recibir recompensas indebidas por los servicios prestados.
Esto, por supuesto, visto desde la perspectiva según la cual la corrupción no
es más que “…el comportamiento ilegal de aquel que ocupa una función en la
estructura estatal.”
La angustia, si acaso la hubo, duró poco. Ungido por la AN para legislar durante un año sobre la corrupción el presidente no hizo nada. Un alto dirigente del PSUV, varias veces ministro, afirmó: “En lugar de una cacería de brujas, debería investigarse la corrupción en Mercal, en Cadivi.” Héctor Navarro fue oído y sancionado por la cúpula dirigente por atreverse a señalar lunares cancerosos dentro del gobierno.
Obviamente Navarro coincide con Maduro en que
durante la gestión del gran Líder la corrupción infectó buena parte de la administración pública, así mismo, otro
dirigente rojo como Nicmer Evans, señala que sí bien Maduro es parte del legado
de Chávez “…otra cosa es ser cómplice de la corrupción.”
Todo indica que la corrupción hizo metástasis
durante la gestión de Chávez y ha continuado
debilitante la institucionalidad del país sin que medie acción alguna
que permita sanear la administración pública. La corrupción dejó de ser un
secreto. Entre ellos se acusan y compiten para ver quién paga el whisky más
caro del mercado.
Las leyes-xpress están dirigidas a dictar más
controles que por lo general derivan en corrupción, por lo que el ciclo seguirá
abierto para que la oligarquía roja siga amasando grandes fortunas.
Estas leyes aprobadas al trote, a última
hora, no son más que reformas a otras ya existentes. No había mucho tiempo,
dirá el heredero para excusar la improvisación, pero sí ha debido ser una
oportunidad para que la oposición demostrará a los venezolanos que tenía a
razón en oponerse a su aprobación. Pero no, en estos tiempos la oposición vive
de la contemplación y no de la demostración.
Leonardo
Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
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