FEDERICO BOCCANERA |
La
noche de los cristales rotos ocurrió por primera vez, en uno de los momentos
más oscuros de la historia, de hecho, fue una verdadera noche de la historia.
Fue
noche de tinieblas sin piedad, entre las cosas y entre los hombres, y sólo fue
hace setenta y seis cortos -cortísimos- años, años cortos de cercanía, tan
cercanos, que aún podrían alcanzarnos…
Porque
hay tantas cosas que todavía siguen siendo de cristal.
Y
sigue habiendo tanto deseo,
de
noches golpeándolo todo,
un
deseo que acecha en muchas, demasiadas almas.
Almas
que solo buscan caídas, porque hace rato cayeron ellas,
y
entonces quieren a todos cayendo, abajo, debajo…
Sólo
así asciende la bajeza.
Nos
creen de cristal, y tienen razón…
Porque
son de cristal, las conciencias. En muchas sociedades que se han quedado sin
memoria y sin lección.
Porque
son de cristal instituciones que a la hora de la verdad, actúan sin equilibrio
ni justeza, y cuando al fin deciden, lo hacen con calculada lentitud e
insuficiencia.
Porque
es de cristal, la moral de enteros estamentos políticos e ideológicos
(para
no hablar de los mediáticos)
Que
le siguen negando toda verdad, al judaísmo y al estado de Israel.
Porque
es de cristal, y de un cristal agrietado sin remedio, la fe de creyentes que
callan y omiten condenar la barbarie, en nombre de Dios.
Es
de cristal todo acuerdo que se logra, sin verdadero propósito de paz, sólo para
ganar tiempo, y echar a andar la molienda de la verdad, una
y otra vez…
Es
de cristal toda tregua también, incluso la más humanitaria, porque es tregua de
fieras sedientas de sangre, y no de hombres justos, clamando por el fin de la
venganza.
Será
por tanto de cristal, toda edificación que se siga intentando erigir, sobre
terrenos enfangados por el odio.
Seguirá
siendo de cristal cualquier “nunca más”, que se vuelva susurro, entre gritos
invocando muerte.
Y
es, y seguirá siendo de cristal desde luego, toda promesa de un mundo mejor.
La
friable promesa de un mundo mejor: siempre la más fuerte al surgir un nuevo
sol, y la primera en quebrarse, a pleno sol…
Y
a pesar de que se nos repita tanto que ya es de día. La
noche siempre puede volver, mientras
vientos de tormenta se empeñen en soplar, sobre cada luz, y
sean los menos, los que enciendan y aviven la esperanza…
La
noche volverá, no lo duden, rompiendo
cristales y vidas.
Pero
sólo mientras sigamos siendo frágiles, y
nos permitamos el olvido.
Federico
Boccanera
federicoboccanera@gmail.com
@FBoccanera
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