Un cielo tan sucio no se aclara sin una tempestad. William Shakespeare (1564 – 1616), dramaturgo, poeta y actor inglés considerado el escritor más importante en lengua inglesa
CHARITO ROJAS |
De cómo Venezuela ha pasado de Simón Bolívar
a Nicolás Maduro, es asunto que refleja con gran dolor la degradación que ha
sufrido la educación, la inteligencia, la academia, el respeto, la majestad del
poder. Bolívar decía que los pueblos ignorantes son instrumento ciego de su
propia destrucción. Y Venezuela se ha ido auto destruyendo, eligiendo a los
peores, a quienes no deben gobernar porque no tienen preparación, honestidad,
generosidad ni nobleza para administrar el poder.
El drama resalta cuando vemos la capitis
diminutio (término del derecho romano que significa rebajar el nivel o status)
retratada en los funcionarios que han ocupado el lugar de hombres notables en
la historia venezolana. Indudablemente también hubo funcionarios de poca
preparación, llegados allí a punta de influencia, mecate o compadrazgo, pero la
conducta de la mayoría de los gobernantes venezolanos ha sido escoger un
gabinete que represente lo mejor del país en cada área profesional.
Comencemos a poner sobre el tapete nombres
que seguramente les sonarán, porque dejaron una impronta en los despachos que
detentaron. Por ejemplo, en el ministerio de educación, donde fue ministro el
historiador Eduardo Blanco, el mismo que escribió Venezuela Heroica , en tono
de epopeya pero con una gran cercanía a los personajes históricos, algunos de
los cuales llegó a conocer.
También fue ministro de educación el
historiador y diplomático Caracciolo Parra Pérez, quien tiene la gloria de
haber recuperado y adquirido para la república, el archivo completo de
Francisco de Miranda, llamado Colombeia, compuesto por 63 libros. A él lo
sucedió en la cartera de educación el maestro y escritor Rómulo Gallegos,
considerado el más grande de las letras venezolanas de todos los tiempos.
Arturo Uslar Pietri, otra gloria de la literatura venezolana también fue
ministro de educación entre 1939 y 1941. El gran maestro de generaciones, Luis
Beltrán Prieto Figueroa fue también un preocupado ministro de educación entre
1947 y 1948.
Marcos Pérez Jiménez nombraba brillantes
profesionales como ministros. El científico Humberto Fernández Morán, un médico
venezolano que optó por el Premio Nobel de Medicina, porque fue el creador del
bisturí con punta de diamante, contribuyó además al desarrollo del microscopio
electrónico. Fue el fundador del Instituto Venezolano de Neurología e
Investigaciones Cerebrales (IVNIC), precursor del actual Instituto Venezolano
de Investigaciones Científicas (IVIC). Él fue ministro de educación.
Usualmente los ministros de educación eran
personajes destacados en la enseñanza, escritores de libros, intelectuales
destacados como José Manuel Siso Martínez, Rafael Pizani y Gustavo Herrera (sí,
el epónimo del liceo más importante de Caracas), así que ustedes me dirán cómo
llega a ser ministro de educación Héctor Rodríguez.
El actual titular del cargo, graduado de
abogado hace 5 años, sin ninguna experiencia educativa, sin trayectoria
intelectual, explicable a sus cortos 32 años. Eso sí, dirigente juvenil del
PSUV. El detenta el ministerio que forma a los niños y jóvenes venezolanos con
una orientación fundamental: ideologizarlos en la doctrina chavista
revolucionaria, ayudado por las canaimitas y por el currículo bolivariano de la
patria.
Caso más que vergonzoso es el de los
ministros encargados de la construcción del país. Organismos como el Ministerio
de Obras Públicas, el INAVI y el Banco Obrero cambiaron de nombre, pasando por
Transporte, Vivienda y Hábitat y ahora también le anexaron algo llamado
ecosocialismo, que viene a sustituir el insustituible ministerio del ambiente.
Son los ministros de la infraestructura, de
los núcleos habitacionales, de los complejos hidroeléctricos, de las
comunicaciones. Del desarrollo en su más amplia acepción, pues. Como son varios
organismos, que han cambiado frecuentemente de nombre, solo ofreceremos un
ejemplo de un ministro de obras públicas, que ocupó la cartera durante los
gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez y Jaime
Lusinchi: Leopoldo Sucre Figarella, el súper ministro de la era democrática.
Comenzó en 1961 como gobernador de su estado natal, Bolívar, donde arrancó el
complejo Siderúrgico, inició la construcción del puente Angostura, desarrolló
viviendas y la zona industrial de Matanzas, entre otras. Cuando le nombran
ministro de obras públicas acababa de fundar lo que es hoy Ciudad Guayana. El
joven ingeniero se lanza a la construcción de autopistas, carreteras y vías
rurales, su obsesión era comunicar hasta al pueblo más remoto. Leoni lo
ratifica en el cargo y se construyen la primera etapa de la Cota Mil, los
distribuidores el Pulpo, el Ciempiés y La Araña de la autopista del Este, la
primera etapa de la avenida Libertador, la Valle-Coche, la autopista regional
del centro, las represas La Vueltosa, Uribante-Caparo, Turimiquire. Su mayor
orgullo fue el puente sobre el lago de Maracaibo. En 1973 Carlos Andrés Pérez lo
nombra ministro pero dos años después deja el cargo por desavenencias con el
presidente, no sin antes dejar listo el Plan Ferrocarrilero Nacional, construir
aeropuertos, el edificio de la CANTV e Ipostel, entre muchas obras. Cuando
llega Jaime Lusinchi a la presidencia, vuelve a llamar a este gran ingeniero y
lo nombra ministro de Estado para la CVG y empresas filiales. Además, asume la
presidencia de Edelca y de Ferrrominera del Orinoco durante 9 años. Guri y
Macagua producían electricidad suficiente para todo el país y para Colombia,
dejó el Plan Hidroeléctrico Nacional para el desarrollo del Bajo Caroní. El
país tenía exportaciones no petroleras por 3.5 mil millones de dólares. Las
Industrias Básicas de Guayana generaban 33 mil empleos directos. Había 22
vuelos diarios desde y hacia Guayana. Sus amigos llamaban a Leopoldo Sucre
Figarella el tractor con cerebro . Este constructor de la Venezuela democrática
murió hace 18 años, dejando una importante deuda en la clínica que lo atendió.
El que había manejado el presupuesto de construcción de Venezuela durante tres
décadas, murió pobre.
Ni siquiera quiero hacer comparaciones con lo
que teemos ahora. Basta con mirar alrededor para ver la destrucción de un país
sin vías de comunicación, sin electricidad, sin nuevos embalses, sin obras que
hablen del desarrollo que debe tener una nación que en los últimos 15 años ha
ingresado más petrodólares que en los 40 años de democracia anterior.
La política exterior venezolana no muestra
mejor panorama: de tener en la Casa Amarilla a destacados hombres como Andrés
Eloy Blanco, Ignacio Luis Arcaya, Marcos Falcón Briceño, Ignacio Iribarren
Borges, Arístides Calvani, Simón Alberto Consalvi, Enrique Tejera París, Miguel
Ángel Burelli Rivas, pasamos a Nicolás Maduro, Elías Jaua y Rafael Ramírez.
Objetivamente una considerable degradación de rango, por decir lo menos.
Y si quieren llorar, les digo que en el
ministerio de relaciones interiores hicieron labores de estado Gonzalo Barrios,
Reinaldo Leandro Mora, Lorenzo Fernández, Nectario Andrade Labarca, Asdrúbal
Aguiar. Distancias insalvables con los ministros revolucionarios Ramón
Rodríguez Chacín, Jesse Chacón, Pedro Carreño, Tareck El Aissami.
Y así con todos o casi todos estos
funcionarios revolucionarios que hasta ahora han demostrado gran capacidad
destructiva hacia lo que la democracia había logrado: lo bueno lo han
exterminado y lo malo lo han empeorado aún más.
Transitamos en picada de funcionarios
brillantes, reconocidos internacionalmente, formados académicamente, con logros
en su haber, a simples seguidores de un caudillo, a quienes poco importa
realizar una buena gestión, cuyo currículo es generalmente desconocido o
inexistente, porque eso no importa mientras sean incondicionales de la
revolución antidemocrática.
De sentar en las Naciones Unidas al brillante
Diego Arria, quien legó toda una doctrina desde la presidencia del Consejo de
Seguridad, al atrevimiento de nombrar a una embajadora cuya única credencial es
un apellido, grita ante el mundo la vergüenza y depreciación de esta Venezuela.
Charito Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas
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