El
título de estas reflexiones va referido a la libertad en su sentido más amplio,
a aquella que hace la diferencia entre un ser humano que lleva la vida con
dignidad e independencia y los otros, los dependientes de la dádiva, del favor
o de acciones incompatibles con la ética. De esta segunda categoría tenemos
múltiples ejemplos a la vista en toda nuestra América morena.
En
esta oportunidad queremos destacar el valor de la libertad de trabajo y la libertad de asociación, es decir, la libre
empresa. Cuando repasamos nuestras realidades concluimos que las naciones que
no sólo toleran sino que estimulan la libre iniciativa de las personas
naturales o jurídicas, son las mejor desarrolladas y aptas para dar respuestas
eficientes a las necesidades crecientes de sus poblaciones. Por argumento a
contrario, en aquellas que predomina el control del estado-gobierno en las
actividades laborales o empresariales, el estancamiento y hasta el retroceso,
también es una dura realidad que debería invitar a la reflexión a todos
aquellos que continúan apegados a doctrinas e ideologías probadamente
fracasadas. Es el caso del marxismo, del socialismo en cualquiera de sus
modalidades. La Cuba comunista es un desastre. Venezuela va por un camino peor que
ese. Teniéndolo todo, el empobrecimiento de la nación es espantoso. La sola
destrucción de las instituciones democráticas, la centralización y control de
la economía ha liquidado el aparato productivo privado. A eso se suma la
desaparición del Derecho como instrumento regulador de la vida en sociedad, de
las relaciones de los ciudadanos entre sí y de estos con el estado. El país se
convierte en una especie de locura. El sálvese quien pueda y como pueda, es el
grito de moda de la gente. Sólo el ingenio y la audacia de bastantes, han hecho
imposible la consolidación definitiva del totalitarismo comunistoide reinante.
Pero el régimen avanza en su propósito provocando una confrontación que pronto
será definitiva entre la democracia y la tiranía. Todavía hay tiempo, pero no
mucho.
Para quienes creemos en los principios y valores que estamos señalando, es difícil no desviarnos hacia Venezuela siendo venezolanos. Pero lo que queremos destacar es la importancia de la libre empresa y de la economía de mercado, como condicionantes de una democracia auténtica y de la libertad como derecho humano fundamental.
Por
supuesto, libertad no es libertinaje. Ni el plano estrictamente personal, ni en
el económico. Es claro que nadie está autorizado a hacer lo que le dé la gana,
en la forma que le provoque. Hay que someterse a un ordenamiento jurídico
claro, sabio y estable dictado por el propio Estado quien debe ser el primero
en someterse a sus normas y dar el ejemplo. Especial importancia tiene esto
cuando hablamos de la economía de mercado. Mercado y estado no son
contradictorios. Se complementan en los términos señalados. Siempre deberán
respetarse la dignidad de las personas naturales o jurídicas para hacer posible
la perfeccionalidad de la sociedad civil y el logro de la justicia social sobre
la base del bien común.
ARTICULO
PUBLICADO EN EL EXPRESO DE LIMA
http://www.expreso.com.pe/bloggers/3133
Oswaldo
Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
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