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miércoles, 22 de octubre de 2014

GERMÁN GIL RICO, “MUERA LA INTELIGENCIA, VIVA LA MUERTE”

Uno de los episodios más vergonzosos de los muchos que ocurrieron durante la guerra civil española es el que tuvo lugar en la Universidad de Salamanca. Allí en medio de una conferencia que, por supuesto, tenía por objeto tratar cuanto estaba aconteciendo en tierras de Cervantes, Góngora, Casona y muchos más, el fundamentalismo falangista izó la bandera de la intolerancia al grito de: “Muera inteligencia, viva la muerte”. Todavía se discute si la paternidad es del general Millán-Astary o de otro desmelenado mimbro de la Falange.

Instaurada la 2ª República, las fuerzas reaccionarias se imbricaron y organizaron en falanges con tentáculos dentro de la organización y mandos militares. En muchas oportunidades se plantearon la posibilidad de un golpe de Estado. Faltaba el líder militar. El general San Jurjo fue el primer referente, de cuya muerte aun no se conoce explicación convincente. Le siguió, y aunque usted no lo crea, el general Millán-Astary. Nacido en Cuba y de conducta cívico-militar bastante cuestionable. El gobierno republicano lo había elevado a rangos  de primera importancia y magnitud dentro del ejército.

Así, “el mandado estuvo hecho”. Un golpista nato, veterano de guerra y prestigiado por graves heridas recibidas en combates y por más señas decidido filo-falangista, no podía negarse a “tirar la parada” sin dar mayor significado al hecho de no ocupar el puesto de San Jurjo a la hora en que el general Francisco Franco invadió la península y avanzó por el Sur. Porque, en todo caso, el horror sembrado por Millán-Astray a punta de balas y degollinas, acaso dejaba reducido espacio para que la inteligencia, de suyo democrática, se elevara por sobre los vapores de la pólvora. Y es cuando Unamuno sentencia: “Estáis en el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”.

El relato histórico guarda extraordinaria similitud con la actualidad venezolana. En medio de una crudelísima guerra fratricida, un militar laureado de bárbaro en los combates, con la más indignante brutalidad airea la profundidad filosófica del falangismo. Es posible que a primera lectura no se identifique el símil. Como aquí no estamos en guerra, por tanto los enfrentamientos armados se dan entre delincuentes o entre éstos y la policía. Lo demás responde a lucubraciones naturales en la insania mental de quienes nos desgobiernan. Pero es que, en la misma medida en que Millán-Astray en nombre de la patria cometió horrendos crímenes, el gobierno castro-chavista encarcela y asesina estudiantes enterrando el futuro de la patria.

Ahora bien, cuando nos enteramos que el gobierno ha conculcado el derecho a la superación de jóvenes que, luego del pregrado en nuestras universidades, han optado por alcanzar metas superiores  en el exterior y que el gobierno de Socialista delo Siglo XXI ha cancelado sus becas o negado las remesas mensuales a dólares preferenciales, llegamos a la conclusión de que son de la estirpe de Millán-Astray. Criminales capaces de cercenar la posibilidad de que el país llegue a disponer de talentos que lo catapulten a la escala de desarrollo de la cual el castro-chavismo nos hizo descender.

Esos muchachos están condenados a no materializar sus sueños y Venezuela a no obtener los réditos de su formación académica superior. Y, una vez más, usted tanto como yo quedaremos  perplejos ante la evidencia de que el odio a la inteligencia profesado por los casto-chavista que nos desgobiernan es idéntico al vociferado por el falangista Millán Astray.

German Gil Rico
gergilrico@yahoo.com
@gergilrico

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