El dominio absoluto
del Gobierno sobre los medios de comunicación así como el totalitarismo
imperante fue fríamente calculado y ha dado sus frutos. Diarios de circulación
nacional sólo queda uno. Los regionales sobrevivientes los mantienen
estrangulados con amenazas. La escasez de papel periódico, que ha perdurado
desde enero de este año, parece que ya
la aceptaron, porque nadie dice nada.
Televisoras
nacionales de oposición no existen, todas son chavistas. Las locales que no son
oficialistas están equilibradas con programas comunistas o propaganda oficial
recalcitrante y engañosa. Las innumerables cadenas por radio y televisión del
Maduro son el opio del pueblo. En las zonas no metropolitanas y rurales, todos,
absolutamente todos los medios de comunicación son lavados de cerebro aplicados
a la idiocia colectiva. Es lo único que oyen y ven.
En esas comunidades
alejadas de las grandes ciudades los pobladores solo escuchan cantos de sirenas
y ven mucho circo con poco pan. Por un lado, la propaganda inclemente sobre si
el capitalismo existe y es malo porque invadió a tal o cual país o participó en
una guerra, envenena lentamente el subconsciente del oyente. La convincente
divulgación de como la oligarquía, la derecha fascista y los de la cuarta son
malos, arruinaron al país y odian a los pobres penetra profundamente. Y por
otro lado está, la falsedad institucionalizada de enaltecer las bondades del
socialismo con miles de mentiras. Y una mentira dicha mil veces…
El 60 por ciento de
la población está embebido en esta propaganda oficial populista que hace que
todo sea bonito con un acercamiento cierto a las masas populares, a las que
compran con verbenas de pueblo, turismo rural y mucha plata regalada. Las
tarjetas de razonamiento de alimento y gasolina por ejemplo, son una maravilla
porque no entienden que se trata de mercancía subsidiada.
¿Qué le puede interesar a un campesino, que no haya dólares, viajes al exterior o que exista penuria en su vida si siempre la ha habido? Si queremos un cambio, hay que empezar por convencer a los marginados que el socialismo es malo. Que oiga quien tiene oídos…
Ernesto Garcia Macgregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor
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