En una de sus trabajos menores, contenida en
sus Obras Morales y de Costumbres
(Moralia) el gran historiador romano Plutarco, escribió su pequeño tratado, A un gobernante falto de instrucción,
una obra que fue leída y comentada con
mucho interés por políticos en el renacimiento entre ellos Erasmo de Rotterdam,
Francisco de Quevedo, Dante Alighieri y
el mismísimo Nicolás Maquiavelo.
Y es que el problema que aborda Plutarco ya
venía afectando a la humanidad desde los primeros hombres y las primeras
ciudades-estados, una gran parte de los gobernantes no estaban preparados para
el oficio y quienes sufrían las consecuencias de sus desaciertos, eran sus
súbditos y en ultimo termino la paz y las posibilidades de sobrevivencia de la
sociedad misma.
Voy a utilizar el resumen de la obra que hizo
su traductora, la erudita española
Helena Rodríguez Somolinos, y dice así: “No es fácil educar a los gobernantes, porque temen perder su
autoridad, sin darse cuenta que la manera de reforzarla es aceptar como
soberana a la razón… Muchos gobernantes entienden mal el poder y los deberes
que implica, por lo que se vuelven tiránicos y esto finalmente los hace caer…
No es cierto que un poderos pueda permitirse todo. Se debe sobre todo a su
propio honor y al respeto de sus súbditos, y lo único que debe temer es
perjudicarlos a ellos. Por el contrario, los tiranos temen a sus súbditos… Y
esta enseñanza se revela todavía más necesaria si se piensa que el poder,
cuando se hace aliado de la maldad, acrecienta las pasiones. Grande es el
peligro cuando el que puede hacer lo que quiere, quiere lo que no debe. Más aun
cuando su posición hace evidente sus vicios.”
Aparte de recomendar la lectura de esta breve
obra llena de sabiduría, me da pie para hacer el retrato a cuerpo completo de
nuestra calamitosa y compleja situación.
El gobierno chavista, ahora en manos de
Nicolás Maduro, luego de quince años de mandato socialista y de la aplicación
de un plan hecho en Cuba, ha llegado a la conclusión que hay que rectificar, no
solo eso, hay que transformarlo todo, lo cual en medio de las ruinas y los
acuciosos problemas de una sociedad en crisis, tal declaración es puramente una
fórmula retórica.
El principal problema que tenemos los venezolanos es que no contamos con un solo gobernante, sino con varios, el poder está fragmentado en tribus y cada uno de esos jefes adolece del mismo mal, no están en capacidad de gobernar el país, menos aun los militares.
El plan que tenían de destruir el sistema
capitalista para instaurar el paraíso del socialismo en Venezuela fracasó
rotundamente, ningún plan que necesite tal cantidad de personas muertas,
pasando hambre y necesidades, de oportunidades perdidas y ruina del país, para
que un futuro, que nadie sabe cuando vendrá, tengamos abundancia y felicidad,
es un plan inviable e injusto.
La verdad y la realidad del país es una,
vivimos una tragedia nacional, la sociedad venezolana está en graves problemas
de subsistencia y las medidas que se deben aplicar tienen carácter heroico, es
decir, de urgencia y tales medidas requieren de un alto grado coherencia,
eficiencia y gerencia, ninguna de estas características las tiene a mano el
actual tren de gobierno por la sencilla razón de que no están preparados para enfrentar
la situación.
Lo que si se ve venir es que el gobierno de
Maduro, en medio de su desespero producto de la ignorancia y descoordinación,
va a tomar una serie de medidas que no sólo empeorarán la situación, sino que
no vamos a ver mejoría, nunca.
Derrotar la inflación es un asunto complicado
mas no imposible, requiere de mucha pericia y disciplina, la economía debe ser
comandada por economistas no por políticos, los planes deben ser ejecutados
atendiendo prioritariamente a los más vulnerables, pero pensar que no va haber
sacrificios es una quimera, muchas de las medidas son impopulares, pero si el
gobierno comunica la verdad, si se explica lo que sucede y lo que se quiere
lograr, teniendo enfrente plazos y metas razonables que se puedan medir y alcanzar,
la gente accederá al sacrificio convencidos que lo hacen por un mundo mejor.
Lo que impera es un llamado nacional al
rescate del país pero para que este pueda ser posible, debe liberar de
inmediato a los presos políticos, permitir el regreso de los venezolanos que
están exiliados por causas políticas, suspender los procesos en contra de los
estudiantes acusados de crímenes por ejercer su derecho a la protesta, desarmar
sus colectivos violentos y levantar la censura de los medios de comunicación
social, debe dejar de aplicar el apartheid y la persecución en contra de la
oposición y entonces, y solo entonces, convoque a la oposición, a los
empresarios, a las universidades y academias, a los gremios profesionales,
sindicatos, ONG’s, banca, comercio e industria, a los agricultores y la
agroindustria y cualquier otro sector que se sienta capaz de aportar soluciones
en sus áreas de conocimiento, regiones u actividad para hacer un verdadero plan
de emergencia.
Solamente involucrando a todo el país,
haciendo una convocatoria de venezolanos a otros venezolanos, no del gobierno a
la oposición, dejando a un lado las posturas ideológicas y la complacencia de
intereses extranjeros, podremos concentrarnos en la enorme tarea que se nos
aviene.
Porque una de las áreas de inmediata atención
tendría que ver con el gasto público, con el orden fiscal, con sincerar el
presupuesto, que va implicar un enorme sacrificio para mucha gente, sobre todo
para el inmenso universo de trabajadores que dependen del Estado, lo primero
que caería bajo escrutinio y control serían los privilegios y emolumentos que
muchos funcionarios han tomado como naturales y propios sin cuestionarse jamás
lo impropio y grosero de los mismos, en relación a las contraprestaciones que
recibe el país.
El plan de emergencia que avizoro implica
descentralizar los esfuerzos, convocar a las regiones y abrir operaciones en
varios frentes simultáneamente, el gobierno, más que en un director de
orquesta, debe convertirse en un mediador, un facilitador para que puedan fluir
los recursos, materiales y esfuerzos sin problemas, evitando las redundancias,
eliminando las alcabalas y cauterizando las fugas.
Hay que reordenar todo el sistema de
servicios públicos de la nación y para ello debemos enterarnos de lo que
funciona y lo que no, donde están los problemas, el flujo de información debe
ser, no solo confiable sino abierto, la sociedad toda debe estar enterada de lo
que sucede y lo que se está haciendo, principalmente porque va a ser desde la
sociedad misma, que se den muchas de las respuestas y soluciones.
Atender a la población más vulnerables a las
consecuencias de la crisis es ya de por sí una tarea monumental y complicada,
para ello el grupo de intervención inmediata debe tener acceso a todos los
recursos e instalaciones del estado, debe contar con la cooperación inmediata
de todos los funcionarios y organismos púbicos que se necesiten.
Todo este esfuerzo implica un cambio radical
de prioridades e intereses, Venezuela estará suspendida de actividades
políticas hasta nuevo aviso, los diferentes grupos que manejarán las relaciones
con el resto del mundo en la procura de ayuda, créditos y buena voluntad
utilizarán la red de embajadas y consulados como centros de operación, sus
funcionarios a la orden de la emergencia.
Sincerar la situación petrolera y de las
finanzas públicas va a ser un trago amargo para el gobierno, abrir esas cajas
negras para el escrutinio público es una necesidad impostergable, cualquier
asunto de orden legal o judicial será postergado hasta que se logre nivelar el
país, no se trata de una amnistía o carta blanca para los responsables de las
irregularidades, es posponer la justicia para atender la emergencia.
Pero va a ser un alivio para el país y para
el mundo que Venezuela ponga sus cuentas en orden, que vean el grado de
compromiso que tenemos en solventar nuestros problemas, y aunque el daño
causado a nuestra credibilidad, por lo tanto a nuestra confiabilidad es grande,
será un primer paso para restablecer la seriedad y la voluntad de corregir nuestros errores, de manera
civilizada y pública.
Esto son algunos de los aspectos de lo que el
país necesitaría para enfrentar la situación que se vive, las preguntas son:
¿Estará en condiciones el chavismo de enfrentar este compromiso? ¿Querrán los
jefes de las tribus, incluyendo a Nicolás Maduro afrontar sus
responsabilidades?
Si las personas que conforman el actual
gobierno tuvieran una pizca de vergüenza y patriotismo estarían dispuestas a
esta oportunidad de rectificación, pero me temo que sus apetitos por el poder y
el dinero les haya robado su humanidad y la sindéresis ya que son inconmovibles
ante el sufrimiento de sus compatriotas, y aunque creo que se trata de un
gobierno incapaz y cruel debo prevenirlos, como dijo Plutarco, los gobiernos
injustos y vanidosos, caen, el vió caer unos cuantos en su tiempo.
Probablemente este llamado caiga en terreno
estéril pero debo hacerlo porque veo donde está el problema, y digamos como
Platón: “Es preciso ser todavía puros
para poder captar las palabras virtuosas… es difícil ser consejero de los
gobernantes en lo que concierne al gobierno; odian aceptar que los gobierne la
razón por miedo a que, haciéndolos esclavos del deber, disminuya los
privilegios derivados de su autoridad”.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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