Devenimos
en un país donde Constitución y leyes están allí para ser vulneradas
cada día...
Para
los médicos, es un trastorno neurológico del lenguaje que imposibilita a
una persona llamar las cosas por su nombre; el sistema cognitivo se ha hecho
inatento e ignorante. Cuánta ansiedad, confusión y desesperación en el vacilante
parlamento del anómico.
Pero existe otra connotación para la palabra
anomia donde el lenguaje y la acción se envilecen: Es ese estado que surge
cuando las reglas sociales y las leyes se han degradado al punto de carencia
o se han eliminado conscientemente, y ya, no son respetadas por los integrantes
de una comunidad. Reciben también este nombre todas aquellas situaciones
que se caracterizan por la ausencia de normas o riendas sociales que
las restrinjan.
El
estado forajido que hoy nos hunde en la vergüenza mundial comenzó a fraguarse
con la juramentación del tristemente célebre presidente Chávez y su
lenguaje de germanía, considerada y celebrada como travesura infantil y no
como un juramento anticonstitucional y por tanto, írrito. Jurisconsultos y
pueblo llano aceptaron aquél adefesio, y desde allí se dio visa y puerta de
ingreso a la anomia nacional que creció vigorosa y veloz como la mala yerba
que ahoga los cultivos fecundos y bondadosos.
Devenimos en un país donde
la constitución y las leyes están allí para ser vulneradas cada día por
arte de la trácala y la mentira sistemática; un pueblo retrotraído a la ignorancia
y a la miseria por la rapacidad de sus conductores, que sin grima,
alza la mano en busca de limosna. Los hemos hecho más pobres y dependientes.
Sirve a nuestros propósitos. De nuevo, los letrados se convirtieron
en rábulas, las academias se ocuparon de lo ¨académico¨ y la cobardía
se hizo norma, ignorando el cambio de los tiempos hacia la ignominia
y el juicio del tiempo que demandará su indiferencia.
El
olvido y la anomia son formas de barbarie...
ADDENDUM
Los
principales impulsores del concepto de anomia fueron los sociólogos Émile
Durkheim (1858-1917) y Roberto Merton (1910-2003). Este último especialista
indicó que la anomia aparecía cuando los objetivos de una cultura
y la posibilidad de acceso de algunos grupos poblacionales a los medios
necesarios se encontraban disociados.
La asociación entre medios y fines,
por lo tanto, comienza a debilitarse hasta que se concreta el quiebre del
entramado social. La situación de la Venezuela actual no puede ser más afín
a estas ideas. La degradación social ha llegado su más baja cota.
Según
Émile Durkheim, cuando un grupo está sumamente unido, desarrolla una cantidad
determinada de normas para regular el comportamiento y mantener el orden dentro
de él, las cuales establecen límites para las aspiraciones y los logros así
como también el accionar de cada individuo para brindar una cierta seguridad al
conjunto. Para él no era posible pensar en la acción social de una forma
absolutamente libre, porque sin normas no pueden existir convenios para la
armonía en una sociedad y guías que colaboren con una conducta lineal que sea
favorable para toda la comunidad.
A
través de las expectativas del grupo pueden actualizarse las relaciones y
compartirse en un entorno cultural. La sociedad venezolana en sí misma, es la
más desnuda definición de la anomia, de la irreverencia y del caos.
Rafael
Muci-Mendoza
rafaelmuci@gmail.com
@MuciMendoza
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