El maestro Ramón J. Velásquez
Los tachirenses, para bien o para mal, acapararon la Presidencia de la República de Venezuela durante el siglo XX (Cipriano Castro de Capacho, Juan Vicente Gómez de La Mulera, Eleazar López Contreras de Queniquea, Isaías Medina Angarita de San Cristóbal, Marcos Pérez Jiménez de Michelena, Carlos Andrés Pérez de Rubio y Ramón José Velásquez de San Juan de Colón).
Pero entre los tachirenses más útiles que el país conoció, estuvo este abogado, escritor, historiador, académico, activista de la resistencia a la dictadura de Pérez Jiménez, ministro, senador, reformador del estado, negociador de fronteras y hasta Presidente democrático de Venezuela.
De los episodios más curiosos de la vida diversa del doctor Velásquez recordamos que fue al que le tocó descubrir, en 1945, el enloquecimiento del candidato presidencial Diógenes Escalante. Algo que relata con maestría Francisco Suniaga en su novela El pasajero de Truman.
El ex presidente Velásquez redacto una obra vasta y variada, de la cual a mi juicio resalta La caída del liberalismo amarillo, la ajustada narración de los vaivenes y consecuencias de la cruenta Guerra Federal del siglo XIX venezolano.
Fútbol y antivalores
Y es además un muestrario de valores: juego limpio, respeto al adversario y cumplimiento de las normas. Por eso nos resulta escandaloso que, entre otros el señor Mujica presidente de Uruguay, hayan tratado como héroe al jugador Luis Suárez, cuando este fue sancionado por morder en la cancha, frente a millones de telespectadores, a un futbolista del equipo contrario.
El mejor favor que se le puede hacer al joven Suárez, no es convertir su despropósito en una hazaña, sino recomendarle un tratamiento siquiátrico ya que se trata de un reincidente.
Un dato sobre el homicidio
Pero el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), nos alerta sobre esta palabra al precisarnos que no sólo se trata de la muerte causada a una persona por otra, sino también:
“Delito consistente en matar a alguien sin que concurran las circunstancias de alevosía, precio o ensañamiento”.
O sea que el homicidio viene a ser un crimen sin agravantes. Estas son las sutilezas del idioma que es bueno que todos, y especialmente los escritores y periodistas, tomemos en cuenta.
París bien vale una misa
Enrique es un nombre de origen germánico cuyo significado es amo y príncipe de la casa. Esa denominación llegó hasta nosotros por la fuerte presencia de tribus germánicas en la península española, durante la edad media.
Aparte del primer rey Borbón de Francia que venimos de mencionar, podemos reseñar a otros Enrique de gran celebridad, verbigracia: varios santos cristianos con ese nombre; lo mismo que un buen grupo de reyes de Castilla, Portugal, Alemania e Inglaterra.
El pintor galo impresionista Henry Toulouse-Lautrec, el poeta romántico alemán, Heinrich Heine y el filósofo francés, premio Nobel de Literatura, Henri Bergson. También los italianos Enrico Fermi, premio Nóbel de Físca y Enrico Caruso, considerado una de los mejores tenores de todos los tiempos.
Alexis Ortiz
jalexisortiz@gmail.com
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