En
el marco del festival literario de Nantes, el novelista Yuri Andrukhovych
recordaba la suerte de Ucrania, una historia repetida que muestra la ironía de
ser la joya de la corona. Pobre gran país, apetecido con enfermiza gula desde
el tiempo de los zares, la misma que han mostrado los Castro por nuestra
asediada Venezuela desde los años 60.
Recordaba el autor de la “Moscoviada” que Ucrania ha vivido con el
riesgo permanente de la codicia imperial, el dictador Viktor Yanukóvich fue
sostenido en el poder para preservarle -no como un aliado- sino como un país
dócil, servil y subordinado a los intereses rusos. A la caída del tirano ante
rebelión popular del Maidán, quedó al descubierto la obscena corrupción que
amparaba aquel concubinato. No será necesario hablar de las similitudes con el
régimen cubano-militar que hoy pisotea a Venezuela.
Contaba
el célebre escritor que la gente no salía de su asombro al descubrir -con el
fin de la dictadura- las cuantiosas fortunas en Dólares y Euros, incluso
toneladas de lingotes de oro escondidos en las mansiones de los altos jerarcas.
Se develó la insaciable voracidad de quienes hablaban a favor del pueblo pero
solo les interesaba acumular poder y atesorar riquezas. Al leer esta cruda
realidad, no pude evitar pensar en el oro que posiblemente desapareció de los
sótanos del BCV o en las astronómicas cifras del despilfarro, la corrupción y
del endeudamiento en nuestro país. Un verdadero asalto al Tesoro Nacional. Algo
que sólo puede generar indignación y cierta frustración ante la impunidad con
que opera la burocracia del PSUV.
Este
relato nos permite inferir que quienes han desangrado a la Nación harán todo lo
posible por preservar el poder. Pero un gobierno decadente y atrapado en sus
propias contradicciones no tendrá muchas posibilidades, así que "todo lo
posible" se resume en repetir la folclórica tesis del golpe y el
magnicidio, trillada durante 15 años y cacareada hoy para ocultar el desmadre y
evadir su responsabilidad.
"Todo lo posible" es nada, cuando un
pueblo decide empinarse por encima de la barbarie, tal como se demostró en San
Cristóbal y San Diego. Ya nada pueden hacer: el fracaso, su credibilidad y la
caída en las encuestas muestran una tendencia irreversible, como diría la
inefable cofradía del CNE.
Se robaron
todos los reales y ahora disfrazan como relanzamiento el desmontaje de las
misiones, el pueblo paga los platos rotos.
Maduro nada puede hacer, salvo seguir mintiendo y montar ollas puyando
teléfonos y hackeando correos, mostrando así la naturaleza delictiva de los
cubanos que gobiernan al país.
Será inútil, ya nadie les cree. La opulenta
cúpula oficialista ya no puede ocultar la podredumbre, ni excusarse! La
tendencia es también irreversible: el país se torna inviable y el cambio se
siente impostergable, se hace indetenible.
Richard
Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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