Pasaron
los carnavales, semana santa, el mundial de fútbol y ahora se aproximan las
vacaciones en donde se esperaba amainaran las movilizaciones y reclamos
ciudadanos tal vez producto del diagnóstico que tanto la represión como el
miedo y el desabastecimiento en lo cotidiano serían suficientes para debilitar
y corromper lo que fuera necesario. Y sin embargo, a pesar del bloqueo
informativo las expectativas y energías de cambio siguen presentes. ¿Qué nos
dicen la intuición y los hechos sobre esta realidad?
Los
jóvenes y estudiantes no dejan de plantear la defensa y conquista de su futuro.
Expresan y manifiestan con acciones y propuestas la necesidad de soñar su
propia existencia. Arriesgan sus vidas a pesar de que la respuesta ha sido
implacable en reseñarlos de por vida como "delincuentes o
transgresores". Las consecuencias están sembradas y no habrá vuelta atrás,
puesto que estas experiencias están creando vínculos y encuentros en donde
asumen su capacidad de trascender. Recientemente Ana Teresa Torres comentaba con Ramón Pasquier acerca del
presentismo en nuestra sociedad, signado por el esperar ¿qué me va a llegar o
cuánto me van a dar?, pero totalmente divorciado de la visión del construir y
hacer por mí mismo el proyecto de vida. Inés Quintero en breve análisis sobre
los textos escolares en plena redacción y distribución también se refería a la
ausencia de visión histórica de lo que hemos hecho y lo que hemos construido. Pareciera que solo las promesas del presente son el
camino para hacer el país.
El
esfuerzo titánico coordinado por Simón Alberto Consalvi en la colección
bibliográfica venezolana es una buena
referencia de lo que nuestra juventud aspira. En ella se recoge el camino de un
país más allá de la gesta de la independencia, con las vidas de científicos,
pedagogos, artistas, literatos, políticos, empresarios, pensadores, luchadores
en la construcción de instituciones, defensores de principios civiliatorios que
han transformado el pedregoso camino
republicano. Ha habido audacia y
creatividad.
Las
movilizaciones señalan precisamente la búsqueda de un futuro que se construye y se hace día a día
dispuesto a no cegarse con el presente. El ataque a las universidades es
precisamente la lucha contra lo que signifique autonomía y diversidad.
La
incapacidad para resolver situaciones de sobrevivencia y de condiciones de vida
no es fortuita, sino condicionada por el objetivo de imponer sometimiento al
poder para sobrevivir. El miedo se manifiesta de múltiples formas, entre ellas,
el temor al vacío del cambio y de la posibilidad de perder lo que hasta ahora
me han dado. Sin desdeñar el peso que el presente tiene en la sobrevivencia, el
mensaje de nuestros estudiantes requiere delinear ese futuro y caminar con
todas las piedras a construirlo. El caos
es una realidad del presente, que solo el futuro puede encauzar. De allí el
valioso mensaje de las nuevas generaciones.
Mercedes
Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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