«Hace
demasiado tiempo que el abuso con propósitos de enajenación y subyugación
sobrepasó lo inconcebible, pero no demasiado como para que no podamos detener y
juzgar -conforme a los dictados de la Civilización- a los culpables de tanta
iniquidad»
Advierto
que un sector de la población venezolana finge experimentar regusto cuando lo
enajena y sodomiza la Transnacional del Terrorismo Político Organizado (TTPO)
que hegemónicamente ejerce, en lo que hoy dudo sea todavía nuestro territorio,
funciones de gobierno con propósitos hostiles y de enriquecimiento ilícito.
Quienes conforman ese «falaciego» y dócil grupo de personas llega a extremos de
afirmar que las comunicaciones satelitales son «actos de magia», los viajes
espaciales «montajes» y todas las acciones violentas contra ciertas poblaciones
del mundo (la europea o norteamericana, por ejemplo) auto-infligidas. En
tribulaciones para la adquisición racionada de productos controlados por
vándalos de la «Misión Infamia de Gobierno», escucho a los cómplices decir que
«gracias a un tal comandante ya no comen basura» y que «son felices
levantándose a la madrugada para que les vendan un kilogramo de cualquier
alimento de procedencia y calidad no informadas».
La
verdad es que la mayoría de la población venezolana vive adolorida por estar
permanentemente «enculada» con los fusiles de la Transnacional del Terrorismo
Político Organizado. Una mañana vi, al salir del metro-cable de Mérida, cómo la
Puerca Armada Nacional (PAN) levantaba una retorcida y metálica «mampara de
guarimba» bajo la sombra de un helicóptero ruso que sobrevolaba la ridícula
puesta en escena.
También escruté a sujetos con escasa barba, ojos enrojecidos,
de sucio aspecto y trajeados de verde que portaban chalecos en los cuales pude
leer que eran eso que llaman «guardias del pueblo». No sé a cuál pueblo están
destinados a defender o cuidar, pero al de Venezuela nunca. El lenguaje de sus
cuerpos los delata como a hombres peligrosos, enemigos de quienes legítimamente
protestan contra las violaciones de toda índole que comete el Funcionariado
Mayor Cívico-Militar amparado por la TTPO.
Cuando
los ciudadanos se organizan para exigir que se respeten sus derechos y
satisfagan sus necesidades, de inmediato aparecen grupos del gobierno que «los
dejan de [existir] exigir» mediante el institucionalizado exterminio de seres
humanos: con gases tóxicos, aporreamientos, balas de plomo o vidrio, clavos y
alucinógenos que afectan a manifestantes pero igual a sus represores (por cuya
causa lucen excesivamente energúmenos y henchidos de letalidad bajo licencia).
Por ello no me asombra mirar a
periodistas del oficialismo narrar (en «tribulaciones de radio y televisión»)
episodios de fantásticos y cívico-militares actos heroicos para restituir el
orden en no se sabe cuál república, porque en la nuestra no.
La
mayoría de los venezolanos rechaza los incesantes esfuerzos sodomitas y de
enajenación que emprende la Transnacional del Terrorismo Político Organizado,
empero millones sucumben y hasta expresan sentirse a gusto en la vorágine o Centrípeta
del Caos. Hay tristeza, rabia, a veces ira expedita en las calles, pero no es
fácil lidiar con delincuentes que mandan sobre la «Puerca Armada Nacional» y
administran fabulosas e in-auditables sumas de próceres impresos imperiales
norteamericanos (no lo olvidemos, son de origen estadounidense). Como fuere,
miles permanecemos de pie pero muchos en decúbito para que los «falotreen»
consumándose en ellos la sodomía.
Alberto
Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
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