Los
apagones suelen suceder por la falta de innovación. Quien se mueve en lo
social-político tiene el deber de apelar constantemente a la inteligencia para
encontrar planteamientos novedosos, de modificación de los caminos. Las
prácticas que muestran ausencia de resultados se dejan por otras.
Podemos
admitir la inexistencia de un país alerta, con criterio suficiente para moverse
con sagacidad en este cuadro absurdo de las maniobras cuasi infantiles y de la
repetición de los mensajes desgastados. Aún así, podrían haberse instrumentado
innovaciones, pero la falta de una voz con capacidad de remover los óxidos se
encuentra con un cuerpo social incapaz de remover los óxidos.
Uno puede admitir la inexperiencia, pero también constatar los oídos sordos. Como se constatan los lugares comunes que exigen aumento salarial o se arquean con las apelaciones repetitivas y repetidas. Agreguemos siempre la referencia a “restituir” y a “rescatar” sin que exista la percepción de que el mensaje que puede calar en amplios sectores del país pasa por otro lenguaje, uno donde las palabras “futuro” o “democracia de este siglo” tengan preeminencia.
Lo
que se constata es un país sin la fuerza interna para sacudirse la camisa de
fuerza y alzarse cual Prometeo liberado. Lo que se percibe es un país debilucho
apenas con una fuerza de vanguardia retratada en esos muchachos de valor
inmedible. El país se solaza con la información represiva y no con las posibilidades
de modificaciones tácticas. El país se detiene más en la anécdota que en su
obligación de corregir entuertos o en la circunstancia por encima del fondo o
en la minucia por encima de la conciencia de que el país está derruido.
En
un Primero de Mayo ya no hay respuestas. Un movimiento sindical anquilosado que
apenas encuentra expresión en alguna empresa del Estado arruinada no indica
nada, menos que nada en relación a una fuerza concomitante con una voluntad de
salida. Los tradicionales aumentos ya han sido engullidos por la inflación
desbordada o los planteamientos de contratación colectiva se hacen sin que
asome una apertura hacia los intereses de otros grupos sociales.
La repetición del mensaje oficialista poniendo parches en una economía en ruinas sin que asome la menor rectificación de fondo y el desgaste obvio de los figurones públicos hundidos en un lenguaje de apariencias configuran un cuadro de agotamiento final que puede tener los escapes más impensados, sin que ello excluya la resignación de la ausencia. En cadena nacional fue anunciado que el Estado compraría toda la producción nacional, estableciendo así un monopolio de Estado similar al de la Unión Soviética y aún en contraste con los tímidos anuncios cubanos de apertura, pasando literalmente desapercibido tal anuncio.
La
gente admite la necesidad de organizarse y algunos pequeños sectores lo hacen,
pero son la excepción a la regla, dado que, si bien comprenden las severas
amenazas que penden sobre toda posibilidad de comunicación, algo los inmoviliza
en el refugio privado. Mientras, la inteligencia nacional parece centrada en el
egoísmo, parcela que no le es excluyente, pero que en ella adquiere dimensiones
de suicidio.
Los
conceptos se vacían o se deforman. Se habla de “reconquistar o rescatar la
democracia” olvidando que ello implica volver atrás, a los tiempos de una
representativa que se agotó sobre sí misma y originó el presente y que el siglo
exige nuevas formas de ejercicio político, amén de hacer de tal aserto una
especie de advertencia a los sectores populares de que cambiar lo actual
equivaldría a un regreso al pasado. Por lo demás, se apela a formas deformadas
como el señalamiento de “antipolítica”, uno manejado alegremente para señalar y
devaluar cualquier crítica a los cogollos dirigentes, unos que día a día
muestran una degeneración total de la
política como concepto y praxis. No es la antipolítica lo que aflora, lo que se
señala es la necesidad de reaparición de la política.
El país se desgaja. Aparecen cadáveres en los ríos y en las avenidas. Lo dicho: no hay concentración de energía que no busque su salida ni espacio abandonado que no busque ser llenado. Es tal la anomia que ya lo más lamentable sería el agotamiento hacia la ausencia.
Teódulo
López Meléndez
tlopezmelendez@cantv.net
@TeoduloLopezM
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.