La
imposición de la fuerza en la solución de las crisis deja heridas abiertas que
vuelven a reproducirse.
Al cumplirse cien años de la Primera Guerra Mundial,
que se inicia bajo la premisa de ser corta y definitiva, resultó tener una
duración de cuatro años con una mortandad de varias generaciones y en donde
finalmente los acuerdos de paz impuestos por la fuerza, reprodujeron en menos
de 30 años una nueva y devastadora contienda.
Desde entonces, Europa busca
construir un tejido de entendimiento y convivencia con heridas sin subsanarse
como el caso de Ukrania, los terribles desafueros en la antigua Yugoslavia y el
cambio dramático en la estructura territorial y de identidades nacionales.
Una
de las consecuencias todavía las vemos con los continuos juicios a ex
personeros nazi o colaboradores en los desmanes de la fuerza fanática humana.
En los tiempos más recientes, el genocidio de Rwanda con la responsabilidad
compartida de la indiferencia internacional, no sabemos a ciencia cierta el
alcance de las masacres.
Lo que sí está claro es que las heridas siguen
abiertas y la confrontación es perenne. En todos estos procesos se ha planteado
con poco éxito la necesidad de una "Comisión de la Verdad", siendo la
presión ciudadana la que busca el futuro. Al poder no le interesa sino su
propia "verdad".
Sin
embargo, Mandela como estadista percibió en la medida de lo posible instancias
de reconciliación, de perdón sin que ello significara olvido de las
consecuencias, asumiendo con su testimonio la necesaria y polémica refundación
social.
Tengo en mis manos el informe "Nunca Más", coordinado por Ernesto
Sabato en Argentina a raíz de las terribles persecuciones y desapariciones
militares que significó la "Comisión de la Verdad" y que aún es una
referencia no solo en la asignación de responsabilidades, sino en la necesaria
revisión de cuánto puede haber de complicidad en una sociedad cuando se impone
la fuerza. Sabato señalaba que había sido la experiencia humana más devastadora
que le había tocado vivir.
Hace
ya diez años que en Venezuela urge el necesario debate sobre la
"verdad" . Y como prueba de ello es que no salimos de buscar
responsables y acusaciones, pero nunca vamos al debate de las causas que las
originan, por lo tanto la violencia y el poder autoritario progresan
alimentándose de la ausencia de la "verdad".
Los estudiantes han sido
firmes: No hay futuro si no hay "verdad", por ello la liberación de
los presos políticos, de los detenidos, de los torturados y el desarme de
milicias paramilitares es prioridad para asumir el futuro.
El diálogo para
resolver coyunturas políticas dejará heridas abiertas sin la debida apertura
hacia una ley de amnistía que abra compuertas para superar la irracionalidad de
las pasiones y radicalismos, y facilite la transición hacia la refundación de
la confianza sin temor a la "verdad" y sus consecuencias. Lo demás es
paja que volverá a prender hogueras.
Mercedes
Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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