No
es tarea fácil, pero sugiero a los lectores que revisen el denominado Plan de
la Patria. Advierto que requeriría un gigantesco esfuerzo hallar, en todos los
anales de los pueblos a través de la historia, otro documento que agrupe tal
cúmulo de desatinos y disparates. Se trata además de un texto que sobradamente
triunfaría en la competencia del Libro de Récords de Guinness, en la categoría
del ridículo.
Entre sus objetivos, por ejemplo, se cuenta contribuir a “la
salvación de la humanidad”. Nunca he sabido de un japonés, un noruego o un
suizo al que se le haya ocurrido que su país deba “salvar a la humanidad”.
Semejante despropósito y carencia de sentido de las proporciones es propio de
un pueblo y de unos gobernantes hondamente fracasados, que ocultan su
mediocridad tras semejantes metas altisonantes, vacías e inútiles.
Los
pueblos que progresan y generan real bienestar para su gente se ocupan de
salvarse a sí mismos, misión por lo demás bastante complicada, y no de andar
por allí predicando la “justicia social internacional”, el “nuevo orden
económico internacional” o la “salvación de la humanidad”. ¡Qué cursilería por
Dios!
Desde
luego, en nuestro caso la propensión al delirio proviene del nefasto mesianismo
bolivariano, que tanto daño ha hecho y hace, así como de la ruptura del vínculo
entre trabajo y bienestar producido por el petróleo y el populismo. Un pueblo
que pierde la noción de que hay que fajarse para sobrevivir y superarse, pronto
empieza a entretener sueños descabellados en sus mentes extraviadas.
Pero
sería un error tomarse a risa al régimen, si bien a veces es risible. El
delirio de Chávez y sus acólitos se ha traducido en crimen, pues el régimen que
ahora rige a Venezuela es sin duda alguna criminal. Son crímenes la entrega de
la soberanía a Cuba y la asfixia de nuestras libertades, la destrucción de
todas las instituciones, la industria y la agricultura, el desmantelamiento de
Pdvsa, la alianza con los Estados forajidos del mundo, el reiterado fraude
electoral, la expulsión indirecta de centenares de miles de venezolanos de la
patria, el ensañamiento contra los disidentes, la crueldad contra Iván
Simonovis y tantos otros, y el envenenamiento de las almas mediante de la
prédica del odio.
Este
es un régimen criminal de izquierda socialista. Y hay que repetirlo y
enfatizarlo, pues ya empiezan a escucharse las voces de la izquierda
no-chavista argumentando que el régimen “nunca tuvo ideología” o que es
“fascista”, y ello para proteger en lo posible el evidente desastre que
producen el socialismo e izquierdismo silvestres de América Latina, ampliamente
representados en Venezuela por gran parte del sector civil chavista y por
algunos militares sin brújula. Pero la izquierda “buena”, que sigue dominando
los medios de comunicación aún libres, confía en que una nueva etapa política
preserve al país dentro de los esquemas del socialismo y el populismo de
siempre, aunque sin la manifiesta incompetencia de Chávez y sus ineptos
seguidores.
Tal
salida sería no solo inaceptable, sino igualmente el preludio de otro
inexorable y rotundo fracaso para Venezuela. Los responsables de la actual
pesadilla y su proyecto de izquierda no deben quedar impunes, y no por venganza
–que de paso de sobra la merecen– sino por pedagogía. En nuestro país será
imperativo llevar a cabo un masivo proceso de reeducación política, destinado a
que el pueblo conozca la verdad para no repetir la mentira. El chavismo y sus
dirigentes no deben quedar impunes, pues si ello ocurre nada habremos
aprendido.
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uno de los mejores articulos que le he leido a Anibal. De antologia es su frase final con la cual coincido plenamente: " En nuestro país será imperativo llevar a cabo un masivo proceso de reeducación política, destinado a que el pueblo conozca la verdad para no repetir la mentira. El chavismo y sus dirigentes no deben quedar impunes, pues si ello ocurre nada habremos aprendido"
ResponderEliminarevanan romero [amigo pero no familia]