Haciendo
un pequeño recuento, diremos que esa
cohabitación es la consolidación de un proceso político iniciado a partir de la
aceptación del fraude electoral en el Referendo Revocatorio Presidencial de
2004 por parte de la otrora Coordinadora Democrática, hoy consumado a través
del reconocimiento otorgado por el excandidato presidencial demócrata, máximo
líder de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), a un usurpador como Nicolás
Maduro Moros.
"Rendición
incondicional" de la Mesa de la Unidad Democrática, como bien lo han
definido connotados estudiosos de la política nacional, situación precaria que
no implica en modo alguno la rendición de la Venezuela democrática a manos de
la tiranía socialista en gobierno.
Obviamente,
el oportuno reemplazo de la actual directiva nacional de la MUD, hubiera
posibilitado su deslinde institucional ante la debacle política implícita al "acto de rendición".
Sin embargo la decisión fue otra.
En
lo adelante, los demócratas venezolanos tenemos frente a nosotros una clara
bifurcación: renovar a la Mesa de la Unidad Democrática, como instrumento de
cohesión y lucha política contra la
tiranía socialista, o iniciar la constitución de un nuevo organismo que la reemplace,
siempre en el entendido que la concertación política de los demócratas es valor
esencial para la restauración constitucional, derogada de facto el 11 de abril
de 2002.
Resulta
evidente que el accionar político de la actual directiva nacional de la MUD va
de espaldas al anhelo de libertad con responsabilidad, que dio origen a la Mesa
de la Unidad Democrática el 08 de junio de 2009. Pero es igualmente cierto que
tal accionar obedece a una expresa voluntad colaboracionista de una gran
mayoría entre los partidos políticos que la integran.
De
tal manera que, una renovación de la directiva nacional de la MUD a objeto de
retomar el camino de su fundación se nos
antoja difícil cuando menos al tiempo
presente, vista la escasa o nula reacción de la militancia partidista demócrata
ante la cohabitación política propiciada por su dirigencia.
Así
entonces, nos aproximamos a una nueva etapa en nuestra lucha por la
restauración constitucional, marcada esta por la ruptura entre un liderazgo
político colaboracionista con el socialismo en gobierno, y amplios sectores
democráticos que a diario reivindican la
necesidad de contar con una alternativa política en disposición de oponerse,
resistir, protestar y desconocer a un régimen socialista contrario a los
valores, principios y garantías democráticos, transgresor impenitente de los derechos humanos ¡PROHIBIDO OLVIDAR¡
Ora y Labora.
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