“Este fin de año hubo cierto cambio en la sociedad, que lo hizo diferente-me contaba mi amigo Juan Parranda, un sujeto acostumbrado a vivir plenamente las navidades cantando aguinaldos y bebiendo como si fuera el mismísimo Rey Felipe II, brindando brandy a todo el mundo, a costa del sudor de sus colonias-, todo luce apagado; no hay ese brillo de antes y la gente ha hecho maromas para comprar los ingredientes de sus hallacas y el plato navideño, sin contar los tradicionales estrenos de la familia en casa, así como pintar, cambiar los peroles…”.me siguió diciendo con la depresión inocultable en el rostro-.
“Y es, que parece que estamos viviendo la transformación de nuestra realidad ciertamente-me decía-, es como el fin de los tiempos, porque escasea todo, las cosas no se consiguen como antes, a menos que uno tenga un alto cargo en el gobierno y tenga medios para “mover” relaciones y recursos, y entonces, así pueda llevar a la casa más cosas que los demás”.
-Bueno, esos cambios se dan en revolución, donde merma la producción y la misma descansa sobre lo que pueda hacer el Estado con su forma torpe de manejar la economía y donde aleja permanentemente al sector privado, quien es más eficiente para dar empleo, para producir y crear riquezas, duélale a quien le duela”-intervino la profesora Zenaida Figuera con su voz de pajarito en invierno, trinando sobre el verdor de un inmenso árbol-.”
-“ Usted puede ver, el caso de Cuba con una lupa y tiene que necesariamente hacer la comparación, cuando ve por las calles, carros viejos circulando; edificios destrozados por la falta de mantenimiento, la población tratando de huir para buscar mejor nivel de vida, carencia de artículos, etc., etc., todo dice-continúa diciendo la profesora- que ese es el destino que nos espera, al voltear la esquina.”
-“Si ,pero el caso de Cuba es por el bloqueo inmisericorde de los Estados Unidos sobre su economía-opina Juan Parranda-. Sin embargo-añadió-, me parece que la revolución en Venezuela, está empobreciendo al país vertiginosamente, por más que se le quiera echar la culpa a la burguesía parasitaria.”
-De eso, no me cabe la menor duda-intervino Johny Ascanio-, y me perdonan que meta mi cuchara, pero debo decirlo antes que aquí de medio opinar sobre el asunto como en Cuba , donde los cubanos viven callados por temor a la exclusión, la persecución y un “carcelazo”.
“ Yo creo-seguía diciendo Ascanio-, señor Juan Parranda, que si esto sigue como va, le aseguro que se acabarán los estrenos, que la gente no se mojará los labios con güisqui y hasta tendrá que inventar licores con un alambique clandestino; que las amas de casa volverán a su máquina de coser para transformar sus vestimentas y que los hombres andarán el alpargatas como en los años treinta, porque un gobierno revolucionario que imita al de Cuba, no tiene otro camino, que empobrecer, asfixiar y humillar las libertades, por eso yo creo, señor Parranda, que usted tiene sus días contados en los restos del pasado y tendrá que aprender a sobrevivir cantando sus aguinaldos, bebiendo menjurjes manufacturados detrás de una casa con alcohol medicinal transformado y además le digo, que hasta las hallacas cambiarán su contenido, porque ni aceitunas ni alcaparras, adornarán el plato centenario…”
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