Por
quedarme en Venezuela no salí en una lista junto a empresarios millonarios.
Mala suerte. Tampoco practiqué en Margarita el turismo de aventura, como los
duchos en conseguir puestos en ferry o en avión.
Fui a tremendo resort de lujo
en Río Chico; espectacular, siete estrellas, pero sin agua. Los recepcionistas
amables, pero los teléfonos comunicaban solo con la recepción; las toallas las
cambiaban, si usted insistía como un trastornado. A pesar de la amabilidad de
la gente, sobre la cama caían gotas frías del aire acondicionado, faltaban
bombillas en las lámparas. Hice una prueba de limpieza con todas las de la ley:
arrojé una cáscara de cambur por una escalera, seguía ahí a los tres días. Todo
esto es tan cierto como los cientos de huecos en la autopista, bella en verdad;
pero cualquier hueco en Venezuela nace con vocación de eternidad, reaparece y
reaparece.
Esta
semana asesinaran a otras 10 Mónica Spear. En vez de duplicar el número de
cárceles, cerrarán algunas, confundirán humanizar prisiones con soltar
asesinos. No armarán a las policías municipales las disolverán. No propondrán
condenas de 30 años para ciertos crímenes: esto es una herejía para los buenos
corazones que abundan hasta en la oposición, igual que pedir castigar como
adultos a los menores asesinos, pobrecitos, ¡ellos disparan a sangre fría pero
son unas almas inocentes! 80% de los delitos se cometen en moto, pero se
construirán refugios para los motorizados, no se les prohibirá andar en pareja
de noche, tendremos 1 millón de motos en Caracas, la mayoría manejadas por
personas decentes a las que asesinan para robarles.
Responderán
al asesinato de Mónica Spear con otra ley, según una vieja tradición de la
cuarta república. ¿Harán otra vez el triste papel de comparsa los diputados que
asistieron a un acto donde ni les permitieron abrir la boca?
Maduro
ha manejado el escándalo mundial que provocó la muerte de Mónica: distribuyó
las culpas entre la oposición, la Iglesia, la sociedad civil. Con el Dakazo
obtuvo un triunfo político, pero este crimen abre una herida imposible de
curar, justo cuando lanzaba medidas económicas. Lo inesperado determina la
historia, por un asesinato comenzó una guerra mundial.
Los
malandros no son camaradas descarriados, víctimas de la sociedad (esta
pendejada la cree todo el mundo), a los que hay que abrazar como hermanos.
Castigar a los delincuentes supone también perseguir a los que se robaron los
recursos para plantas eléctricas, publicar, ¡por fin!, la lista de los dueños
de empresas de maletín y la de los enchufados con guardaespaldas.
Hasta
ahora pasaban por debajo de la mesa la masacre de seis personas que conversaban
en una esquina, el asesinato de mujeres embarazadas, bebés, militares, guardias
nacionales, profesores universitarios, miles de pobres en los barrios. Mónica
sacó de su letargo a los venezolanos, ¿por unos días? Una Miss Venezuela, una
actriz de telenovela, representa mucho para la sociedad. Esta gota rebasó el
vaso. Todo cambió gracias a un crimen más en la autopista de Puerto Cabello a
Valencia…
Ojalá
que los entrevistados por televisión no sigan diciendo: “Yo soy optimista”:
desde hace años el optimismo en Venezuela es inmoral. Aquí solo caben palabras
como las de Belén Marrero a Chúo Torrealba, habló con la indignación que le
falta a nuestros políticos.
Maduro
gobierna mejor que Chávez, lo cual es un infeliz elogio. Militarizar, su
respuesta preferida, no lleva ya a ninguna parte.
@faustomaso
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