Eso que dice Nicolasote
que Venezuela, además de bolivariana, debería llamarse también chavista,
demuestra que, definitivamente, esta gente es un vacilón. De hecho, eso de lo
bolivariano fue para defecarse Chávez en el espíritu de nosotros; donde, por lo
demás, dejó la impronta de su ignorancia; pero, primero, fue un irrespeto a
nuestra soberanía nacional, tanto más que formaba parte de una arrogancia.
En efecto, mucho se ha
escrito sobre el adulterio que significa ponerle el calificativo de bolivariano
a Venezuela; si tomamos en cuenta que Venezuela era la gran derrota del
Libertador, partiendo del hecho de que significaba la desmembración de su gran
obra, como había sido la Gran Colombia; que es donde Chávez demuestra su gran
ignorancia de eso que los historiadores conocen como sentido histórico, ¿hasta
dónde llega la aberración de considerarla chavista?, como lo propone Nicolasote.
Porque Hugo Chávez se
verá en el futuro como uno de esos altibajos que contribuyen, como diría Picón
Salas, a darle epiléptico impulso a nuestra historia republicana; quizás el más
caricaturesco de todos los caudillos; dándose la mano con Cipriano Castro, por
aquello que también veía en la personalidad de éste Picón Salas, es decir, una
personalidad violenta y contradictoria, alternativamente, libertina y heroica.
He allí el payaso del circo, y que se tradujo en la circunstancia de ser el
presidente con más exposición mediática que hemos tenido en nuestra historia.
Su proyecto de vida era el de ser un pelotero del Magallanes; con miras a irse
para el Norte en cualquier momento; a propósito del tipo de vida que lleva esta
gente, sólo que se atravesó su carrera militar, y allí descubrió que la
política era todavía más show, más pantalla, que el béisbol siendo un hombre
muy exitoso, en ese sentido, como lo demostró aquel famoso 4 de febrero de 1992,
tan pronto apareció en los medios de comunicación, proclamando su rendición:
cinco minutos de fama, que se transformarían en toda una eternidad.
Incursionó en la política
por el camino diabólico; como fue el de la conspiración; llegando al poder
metiéndose siempre por el atajo: asonadas militares, populismo, manipulación de
conciencias, filosofía nazi de la mentira; aparte de todo lo inmoral que ha
sido su gobierno; llegando al colmo del cinismo uno de sus jerarcas de decir
que una mafia cambiaria se había robado veinte mil millones de dólares, y sin
que eso le llamara la atención a él y a los órganos fiscales y contralores del
país. Si alguien no tiene autoridad moral, para honrar con su nombre a nuestro
país es este sujeto, y cuya ignorancia nos ha conducido a la más abyecta
condición.
Dice el maestro budista
Daisaku Ikeda que la guerra es el estado de la más abyecta condición, a la que
pueden llegar los seres humanos. ¿No estamos en esta situación nosotros los
venezolanos, cuando cerramos el año con un saldo de casi 25 mil muertes,
acaecidas por hechos de violencia? Vivimos los mismos días del Decreto de
Guerra a Muerte, y el que se patentiza en el calvario, que vive Iván Simonovis;
una de las víctimas del más maquiavelismo puro, y el que consiste en aconsejar
al príncipe que es bueno que de pronto también muestre mano dura.
¿Cómo es que un sargentón
llega a ser presidente de la República? Esto era una pregunta que se la haría
un alemán en la década de 1940; destruida toda Alemania; consecuencia de la
derrota sufrida en la II Guerra Mundial. Claro, este hombre interpretó el
delirio de una Alemania, que se consideraba llamada a ser la vanguardia de la
humanidad en términos civilizatorios; centro de la filosofía clásica, y la que
había dado lugar a las más altas definiciones acerca del ser y del conocer; gracias,
según Heidegger, al gran poder de abstracción que permitía su lengua, y que
había dado lugar al pensamiento político moderno, con Marx a la cabeza; todo
esto lo interpretó Hitler, y entonces le propuso a su pueblo erigir un imperio;
de modo que puso a militar en su movimiento desde Spencer, hasta Heidegger; lo
mismo que Chávez se haría seguir por un hombre de la talla de Mayz Vallenilla,
uno de los filósofos más importantes de habla hispana, injustamente,
desconocido en nuestro medio; ya no interpretando su proyecto político ningún
delirio de grandeza del venezolano; que gracias a Dios no lo sufrimos; pero sí
una cierta onda moralista, y que era por la que andaba el país, luego de que
nuestras instituciones habían caído en la total decadencia, víctimas de un
flagelo que se conoce como la corrupción. He aquí con la bandera con la que
llega.
Aparte de que más que
chavista, su denominación debería ser fidelista, esto es, República Bolivariana
y Fidelista de Venezuela. ¿Qué tal? Sería mucho más auténtica la cosa; nos
diría una gran verdad; porque, además, y con independencia de la proyección,
que llegó a tener el liderazgo de Hugo Chávez; tampoco ostenta ninguna
autoridad moral, para honrar con su nombre nuestra patria, en ese sentido: ¿no
da una vergüenza ver a Nicolasote rendirle quién sabe que cuentas a Fidel
Castro, sentados ambos en el patio de una casa de La Habana? Porque lo que
promovió este señor fue un coloniaje hacia adentro, y nadie que negocie la
patria en estas condiciones se puede considerar un prócer.
Aparte de arrastrar su
felonía, y que se tradujo en el arreo de unos adolescentes, que estaban bajo su
comando allá en Maracay, y colocarlos como carne de cañón para el buen éxito de
su proyecto político.
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Lo que dice son verdades que muy pocos venezolanos podemos leer y entender. Lo felicito.
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