Hace tiempo que el fuero y la justicia
militar dejaron de ser privilegios de casta, aunque algunos no se han enterado
y siguen creyendo en ellos como parte de la cultura militar, engañados con
cantos de sirena, que siempre será un tema que exaltará la creencia en el
militarismo, que se une a “las bobadas militares” que referimos antes, y que,
quiérase o no, se abre a la reflexión de los que comulgan con este sentimiento
de hermandad y familiaridad, surgido en las aulas de “la casa de los sueños
azules”, hoy “cuna de la revolución bolivariana”.
El debate actual entre militares, ya no es
sobre ¿Para qué sirve el militar?, desvinculado de ¿Para qué sirven las fuerzas
armadas?, sino que se lleva a razonar sobre: ¿Qué debe ser un militar?, desvinculándolo
del acontecer político del país, ya que no hay dudas de su depravación surgida,
desde que muchos militares distorsionaron en su mente el concepto que los
condujo a formarse como integrantes de la Institución creada para defensa de la
patria y lo transformaron en el de
“forjadores y hacedores de patria”, que desgraciadamente se apertrechó en
quienes se creyeron “excluidos” del distorsionado “poder militar”, que surgió
en la mente de tozudos creyentes en que la igualdad social es un derecho sin distingo
de clases, méritos ni necesidades para el disfrute de los bienes sociales,
marginados de responsabilidad, capacidad y conocimiento. “Una locura” como dijo
alguien, quien considera “…complicadísimo e
insensible, hasta cruel, criticar a unos chiflados que con artimañas y fraudes se han hecho del control del manicomio revolucionario venezolano…”, y para
quien, “…la gente tiende a exculpar sus necedades y a sentir piedad por
ellos…”, “…sin importar los destrozos ni las zozobras que causan, ya que la
tendencia popular es sonreír y compadecerse ante la faena de los perturbaditos
rojos…”
Entre militares
se habla de “inclusión”, asumiendo la tesis de la igualdad en el comunismo,
donde hay unos mas iguales que otros, y donde la desgracia del “socialismo
revolucionario” ha instaurado entre nosotros la existencia de unos militares,
mas militares que otros. Desgraciadamente, valorados por el baremo de los mas
mediocres, que considera la intelectualidad como “perversidad social”,
apartándose del concepto de Justiniano: “Dar a cada quien lo que le
corresponde”, que es el verdadero concepto de justicia social. El Derecho no
puede distorsionarse por la política, sino al revés, la política debe ajustarse
al Derecho, ya que es del mismo Derecho de donde se deriva el Poder, que nunca
puede estar por encima de él.
En lo militar, muchos piensan que la justicia es
el poder de los tribunales, amoldados al designio de “difunto eterno”, quien
sin ponerse a derecho por sus malignidades delictivas, quiso asumir el estigma
de su mentor cubano de que “la historia me absolverá”. A la vista está, que la
historia lo está castigando con una patria en tinieblas y hambre, a pesar de
las mieles que brotaron del mana peteóleo.
El tema es
apasionante y olvidábamos el mensaje a la almirante en jefe ministro de la
defensa. El poder, ni aun el divino, puede servir para la discriminación. Usted
ha discriminado a sus formadores como militar, que estamos en retiro antes de
la promoción de su “comandante eterno” (2004) y nos considera menos militares,
al negarnos el derecho a la igualdad salarial y pensión, conforme a la
Constitución y a la Ley. Nosotrros hicimos la Ley para la igualdad y usted en
“revolución” la viola con la discriminicación. ¿Es eso justicia militar?
eprieto@cantv.net
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