“…no hay
autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron
establecidas por él” Ro 13:1
Días atrás, una persona conocida compartió su afectación emocional, al
conocer de cerca la grave crisis que padecemos en Venezuela. El asunto trata
–según nos contó- sobre una familia, padre, madre y tres hijos, que no cuentan
con una vivienda propia en la Isla de Margarita, por lo que han tenido que
buscar una alquilada. La vivienda que arrendaron no tiene inodoro, escusado,
retrete o como se conoce en Venezuela,
la indispensable poceta.
Escuchamos atentamente la historia porque, además, el canon de
arrendamiento impuesto a esa familia fue de 2.500 bolívares. La familia debe
hacer sus deposiciones en bolsas por no contar con una poceta. Estamos revelando el caso de una
familia con sueldos mínimos y la mitad de los dos sueldos se le va en el
arrendamiento.
Lo anterior nos ubica en dos puntos a tomar en cuenta: En primer lugar, el 19 de noviembre se
celebra el Día Mundial del Inodoro, acordado por la Organización de Naciones
Unidas. Se
trata de un día en el que se pretende que la población tome conciencia de
millones de personas que no tienen unas condiciones higiénicas mínimas para su
limpieza e higiene. En Venezuela, debido a la crisis y las ansias de tener
dinero a toda costa, se prescinde de las necesidades básicas para mejorar la
calidad de vida de los venezolanos: Alquilar casas sin inodoro está en
contraposición con el mandato.
En segundo lugar
tenemos, que en días pasados recordamos la efemérides del 29 de agosto de 1975,
fecha en la que se nacionalizó el petróleo a través de una ley que reserva
al Estado venezolano el derecho sobre las actividades petroleras. Desde entonces, y actualmente, en
nuestro dañado territorio llueve el dinero
contante y sonante.
De modo que, al considerar a penas los dos aspectos anteriores, no se
admite que un país con tantas riquezas, se haya convertido en poco menos que
una granja de pollos, y que se tome con tal naturalidad que en una vivienda de
alquiler no exista lo básico, es decir la necesaria poceta.
Tenemos entonces la insensatez del gobierno que ha permitido que
familias venezolanas vivan bajo la esclavitud, la explotación y que el
aprovechamiento de los más débiles, sea una constante. Lo que estamos viendo y
padeciendo en el país, no se inscribe en
las ideas que predicaba el líder de esta revolución. Muy probablemente ese
venezolano ya fallecido, vivió con penurias, pero al menos contó con un “adminiculo”
donde depositar sus heces ¿Podrán hacer algo por tantos problemas, los
candidatos o repitientes a alcaldes y
concejales que andan en campaña?
A propósito, para aquellos que se dedican a hablar o imitar a Jesús, el
hijo de Dios, hay que hacerlo con temor y con su propia humildad, porque la
verdadera sabiduría empieza y termina con Dios.
Susana Morffe
@susanamorffe
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