Calificamos de odiosas las comparaciones y
las extensas listas hechas casi siempre por miopes que, expertos en trabajos
minuciosos, a corta distancia, y de alta concentración y precisión, pierden las
más de las veces el sentido de la realidad.
En todo caso no sé si es rusa la
ruleta que se juega en el mundo con el caso de Siria, su guerra interna y la
lenta y controvertida respuesta internacional frente a la barbarie que allí se muestra
con el uso de armas químicas, entre otros. ¿La “Guerra Fría”?
Hace ya casi un siglo, en 1914 estalló la
Primera Guerra Mundial y a partir de ese evento el mundo se ha infligido
heridas y dejado las cicatrices más emblemáticas de la historia de la humanidad. No es que hayamos
comenzado a latir con el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria
en Sarajevo, pero en todo caso representa un hito, resumen trágico de una
crisis aplazada en la civilización occidental.
¿Pero qué es lo que ha cambiado desde
entonces? Mucho y nada.
Tecnológicamente hablando claro que sí: el
aniquilamiento masivo se ha sofisticado a tal punto que ya casi ni se requiere
del viejo concepto de ejército. Aunque ahora sea en Siria o en Irak o en Japón,
la guerra bacteriológica y química hizo aparición con el gas mostaza en la
Europa de la primera guerra.
También los actores siguen siendo esencialmente
los mismos, a saber, las grandes potencias pero actuando en patios ajenos, con
algunos elementos novedosos como el de las guerras religiosas o “guerra entre
civilizaciones” y el terrorismo internacional, que no representa en teoría a
ningún Estado en particular y cuyos responsables intelectuales, morales y
materiales se encuentran difuminados en una dimensión fantasmagórica.
Sobre los
motivos: sigue siendo el poder en todas sus manifestaciones. Las consecuencias:
venganza, muerte, desolación y odio a corto y largo plazo.
También el
diccionario con el que entender esa realidad sigue siendo básicamente el mismo,
el original, empolvado y todo, aunque en reciente edición de lujo. Además,
Thomas Hobbes sigue más vivo que nunca, aunque ahora lo veamos jugando al golf,
repitiendo aquello de que el hombre es el lobo del hombre. ¿Y qué será de la
vida de J. J. Rousseau que afirmaba que el hombre es bueno por naturaleza? Pues
que ahora es un hippie demodé, calvo y desdentado, y consumidor impenitente de
cuanta sustancia exista para trasladarse a la utopía del placer eternamente
insatisfecho y del dolor también eternamente postergado, o todo lo contrario.
Hoy estamos a la espera de decisiones que se
toman entre las grandes potencias. La solución a la crisis, ya de rango
mundial, tiene aristas y complicaciones éticas, jurídicas, políticas,
económicas y geoestratégicas de difícil manejo, pues no hay salida definitiva
para asuntos de tal complejidad. Lo cierto es que pareciera que entramos en una
nueva fase de las relaciones internacionales que habrá que observar con
atención y detenimiento.
Leandro Area
leandro.area@gmail.com
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