Su
alma vaga bajo el amparo de la lóbrega noche. Es todo un misterio descifrarlo.
En los barullos de su mente existen las limitaciones propias del alma trivial.
El
gigante con pies de barro, cayó estrepitosamente, quedando esparcidos sus
bloques cocidos con procacidad y mentira.
Parecía
un ser inquebrantable que estaba destinado a convertirse en una figura que se
mantendría por largo tiempo, sin embargo su legado comienza derretirse ante la
quejumbrosa mirada de sus feligresía.
La
congregación pierde adeptos comprometidos en cuerpo y alma, habían ofrecido
lealtad hasta la muerte. Estos compromisos generalmente llegan hasta que se
comprueba que el invencible fracasó ante el conjuro del más allá, cuando el
ataúd desciende al mundo de los muertos, las lealtades políticas comienzan a
peregrinar en dirección contraria.
La
historia está llena de situaciones similares a las que ocurre con Hugo Chávez,
quien está siendo olvidado más rápido de lo pensado. Ni los grandes eventos
conmemorativos, han podido lograr detener su caída abrupta en el sentimiento
nacional. Es la segunda expiración en angustiosa marcha, la que siempre
terminará sepultándolo en el fondo del olvido patrio.
Quien
lo sustituye es el hazmerreir de todos. Ni siquiera los más exaltados dentro de
la cofradía lo tienen por presidente, para ellos es un accidente de la historia
que pudo lograr capitalizar su sueño debido a que un moribundo lo prefirió a
él.
Su
peor desgracia no es su manifiesta incapacidad, comprobada en tantos episodios
en donde la ridiculez marca la huella. Es la comparación que hacen sus
seguidores con el presidente caído. Cualquier planteamiento que haga pasará por
la balanza que lo confronta con el peso de su antecesor. Hugo Chávez es como un
fantasma medieval que se le aparece en la comarca, su impronta lo pone nervioso
y hace que su deseo de ganar legitimidad se estrelle con su falta de seso.
Con
todo y su notorio declive en la vida nacional, el expresidente sigue teniendo
influencia en los sectores que sustentan al proyecto, por lo cual los
parangones con su sucesor surgen a cada momento. Es allí en donde se encuentra
el grillete que sujeta sus huesos. Una verdadera cárcel que lo hunde en el
fondo del oscuro túnel. Es casi imposible que pueda liberarse de esto. Siempre
será la pésima escogencia de un hombre postrado frente a su muerte.
Maduro
carga en su frente el rótulo del incapaz que obtuvo el premio mayor. El
ilegitimo es de lejos el menos competente de los presidentes venezolanos. Quien
mayor limitaciones tiene al ser comparado con otros colegas del pretérito. Su
liderazgo siempre estará en el péndulo de los venezolanos. Por eso su alma
vuela por los misterios de las sombras, sin el respiro de alguien que crea en
él de verdad. Solo consigue aplausos cuando reparte dinero y mentiras por
doquier.
El
drama de los regímenes comunistas es que cuando muere el líder tienen que
construir otro héroe que asuma el papel de ductor de esos ideales, lo grave
para el régimen nacional es que Nicolás Maduro no tiene el peso político para
edificar una nueva esperanza. Es un pesado fardo que tienen que cargar hasta
que la coyuntura invite a los brazos cansados a dejarlo tirado en cualquier
rincón.
alexander
cambero
@alecambero
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