¿Realmente son
democráticas, transparentes y con sentido de unidad las elecciones municipales?
La respuesta no es fácil construirla, porque cada uno de los habitantes de la
tierra venezolana, tiene una enorme lista de quejas y reclamos para no acudir
el 8 de diciembre a votar. Más aún cuando en la actualidad, el estandarte de la
lucha política es la corrupción. Ojala sea cierto, que los electores se
emocionen con el acto de votación y no
los invada, la desidia, decepción y la incredulidad en los actores que persiguen
el poder.
Al estilo de las
corridas de toros, comienza la fiesta brava de elecciones municipales para
elegir autoridades en los cargos, donde no escapa la corrupción con los
“reyecitos” locales. Todos conocen los antecedentes de quienes hoy se lanzan al
ruedo y otros con claras intenciones de repetir. De manera que la
sirvenguenzura es de lado y lado. La gente sabe quien es quien, sin embargo,
ciertas “majestades” se desenvuelven campantes con un falso rol de honestidad.
Más de dos mil cargos entran al “coso” de la corrida y se cuentan al menos 40
mil toritos, (no me consta si serán de pura casta) para dar las mejores
embestidas y bañarse con el dulce y
alucinante sabor de la victoria o la endiablada y amarga derrota.
Se escucha que ahora
los corruptos enjuician a los honestos, pero esa locura tiene mucho tiempo
presentándose en el país. Otro ejemplo claro, de vieja costumbre, es la
apertura a la mediocridad por encima de la excelencia. Enchufados o no, todos
están pegados al regazo de la Venezuela, que solo produce por y para un solo
lado y los corruptos van a repetir en los cargos municipales. Nadie se ha
escapado de un desliz corrupto, mientras el dinero sea el objetivo desde el
poder.
De este modo,
seguimos en un cíclico desafío para elegir líderes natos y corruptos netos. Y
la senda para romper con el nudo, es que cada elector se aparte del facilismo,
el amiguismo, el compadrazgo y el conformismo que da la pedidera de dinero, la
falsa creencia que con largas colas para comprar comida y bolsas gratis o promesas
prefabricadas, van a mejorar su calidad de vida en la desangrada Venezuela.
Tenemos que exigir líderes auténticamente comprometidos con las comunidades, no
al servicio de los partidos políticos o de intereses para engordar las arcas
personales.
La permanencia de la
corrupción en el país, dependerá del compromiso de cada quien para enfocar su
existencia de vida, donde cualquier cosa debe tener el precio del esfuerzo, de
la capacitación y la confianza que puede brindar un gobierno con individuos
honestos, capaces de mejorar la existencia de los ciudadanos, con ejemplos de
libertad y condiciones favorables para
todos. Lo quieran llamar democracia, socialismo, comunismo o cualquier
barbaridad entre las ideas de “reyecitos”
batracios, la Venezuela que somos todos, no debe permitir el atraso como un comodín. Vamos a dejar que
los reptiles se arrastren por el suelo, pero a cambio, tenemos que dominar el
vuelo del ave que busca ascender.
susana.morffe@gmail.com
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