Acabo de leer el libro del Teniente Coronel
Reinaldo Centeno Mena titulado Guerra Asimétrica, Política y Arte
Militar, publicado en el 2007. No voy a ahondar mucho en esta obra de
deficiente factura y ínfima conceptualización; si ese es el sostén
teórico de esa tesis chavista para la defensa del país, como en
todo lo que hacen, les espera una derrota, no tanto en los aspectos
operativos, que por demás son vagos e insustanciales, sino porque nunca van a
poder arrancar una confrontación como la que proponen.
Según esta obra, la Guerra Asimétrica es otro
nombre para la guerra de resistencia; parte del supuesto de que un país
imperialista, con una enorme fuerza militar convencional, invade el
país débil, víctima, agredido, pequeño, inferior, en desventaja, y no para en
adjetivar y poner en minusvalía al país invadido que,
según esta doctrina, puede revertir la guerra a su favor siguiendo la
receta mágica que se da en estas páginas.
El pastiche de ideas es tremendo. Es lo que
sucede cuando, sin ningún tipo de mesura, interviene el aspecto ideológico,
tratando de explicar escenarios políticos- bélicos. Centeno Mena confunde ambos
ámbitos y mal utiliza normas del derecho internacional para la resolución de conflictos,
con el objeto de hacer ver a un país
invasor que debe respetar las reglas de engagement , mientras al Estado víctima
le está permitido todo, incluso el uso de armas atómicas, biológicas y otros subterfugios,
entre ellos el terrorismo, debido a que su situación es de legítima defensa.
Varias veces insiste en diferenciar la guerra
irregular y de guerrillas con la guerra asimétrica, pero no logra concretar el concepto.
Involucrar a la población civil entre los beligerantes; en su fantasía de
guerra asimétrica, todo el pueblo se alza en armas para hacerle la vida
imposible al invasor, sin tomar en cuenta la unidad y popularidad del régimen
del Estado víctima, ni se le pasa por la cabeza que una buena parte de la población pudiera sentirse
oprimida por su propio gobierno y responda de manera contraria, recibiendo al invasor
como liberador, como ha sucedido muchas veces en la historia.
Presupone, de una manera muy ingenua, que el
ejército invasor se atendrá a los cánones de la guerra regular,
que nunca explica - parece ignorar que no hay nada regular en una
guerra, excepto querer ganarla; expone un escenario en que, mientras el Estado
víctima se solaza en: “acciones de combate ejecutadas por una fuerza inferior
que evade el combate resuelto con un adversario superior y signadas por el
secreto, el espíritu ofensivo, la sorpresa, el sigilo, la rapidez y la contundencia, intentando causar el mayor daño
al enemigo o a sus instalaciones importantes, para destruirlo o
debilitarlo progresivamente, mermando su poder físico y su fuerza intangible
como su moral y su espíritu de lucha, entre otros”, el Estado invasor se queda con los brazos cruzados, asombrado de
tanto arrojo y sagacidad.
La guerra de guerrillas es tan vieja como la
opresión y las ansias de libertad; llamarla ahora guerra asimétrica me
parece sospechoso, más aún cuando se empantana con el concepto de
Guerra de Cuarta Generación. El autor recurre a una clasificación que hace nada
menos que un Marine norteamericano, y que Centeno
Mena mal entendió, pues habla de las FARC, de AlQaeda, del Hezbola, Hamas y
todos esos terroristas que a Chávez le encantaba elogiar, contradiciendo su
idea de que una Guerra Asimétrica es un conflicto entre dos Estados.
Cuando aborda algunos de sus enjundiosos
consejos militares para la resistencia, éstos no pasan de asignarles
nombre a las unidades operativas, de la aplicación de una política de
descentralización, de una logística en pequeña escala y otra serie
de generalidades que causan hilaridad; ni siquiera se molesta en mencionar el
aspecto tecnológico y de inteligencia, con que cuentan los ejércitos imperialistas
invasores, que harían de la resistencia algo muy pero muy difícil.
Creo que se trata de una generación de
militares que no han estudiado muy bien el caso de Vietnam o la resistencia en
Afganistán, dos ejemplos de guerra irregular exitosa de unos pueblos con
verdadera tradición guerrera, en territorios de difícil acceso y en condiciones
geopolíticas adversas. El error está en creer que se trata, no de casos
específicos, sino de modelos que se pueden copiar.
Si esa es la idea de Guerra Asimétrica, debo
decirles a los amigos chavistas que los estafaron, que no tienen plan “B”; la
guerra de Cuarta Generación es un mal chiste y si las academias militares están estudiando esta hipótesis, en estos términos,
están perdiendo miserablemente el tiempo y nuestro dinero.
saulgodoy@gmail.com
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