Quisiera
hacer dos precisiones. La primera tiene que ver con la calificación de dictadura
que algunas personas suelen utilizar para definir al régimen que padecemos.
Ciertamente esa es su vocación, les
estorba la democracia, y en ese sentido procuran secuestrar todos los espacios
posibles a la sociedad civil. Pero estamos muy distantes de una verdadera
dictadura gracias a la férrea oposición del país democrático que se lo impidió al
gigante destructor, y se lo impedirá a sus herederos segundones. La otra, está
vinculada a la confusión que aprecio en algunas personas, en relación a la
impugnación de las pasadas elecciones, intentada por Capriles ante el tsj.
Algunos despachan el asunto diciendo que si se impugnaron las elecciones
significa que el cne se robo los votos y en consecuencia no vale la pena votar en
diciembre pues lo volverán a hacer.
Los técnicos de la alternativa democrática
son profesional y éticamente intachables. Conocemos a muchos de ellos, y ratificamos
que desde el punto de vista técnico, el voto no puede ser alterado. De manera
que la impugnación ante el tsj, no se refiere a que se “roban” el voto emitido
por un ciudadano. Se trata de denunciar ante la “justicia” el conjunto de
irregularidades y vicios que a lo largo del proceso y por supuesto, el mismo
día de las elecciones, tuvo lugar con la complicidad del cne.
Se impugna el
ventajismo que le permite al régimen la ilegalidad de utilizar los recursos del
estado, dinero, vehículos, chantajes, migraciones ilegales, uso de los medios
etc, avalado por unas señoras que responden a las órdenes del ejecutivo. Pero
sobre todo se refiere esa impugnación, a los desafueros cometidos el propio día
de las elecciones con grupos armados desalojando a testigos de la oposición,
para quedarse en el centro manipulando ese tesoro llamado “cuaderno de
votación”, en el cual, y con la garantía de que las empleadas del tsj no
permitirán su auditoría, proceden a estampar huellas, firmas y sello de votó, en
todos los espacios en blanco que encuentren.
Y es esa información chimba,
emanada de los centros electorales donde o no hay testigos de la oposición, o
estos son sacados violentamente, lo que altera el número de votantes. Este es
el reto ciudadano que tenemos el 8 de diciembre.
Acudir a votar masivamente, demostrar que realmente somos mayoría, y respaldar de tal forma a nuestros testigos en las mesas, que no puedan agredirlos con la impunidad de siempre. Recordemos que a pesar de las tracalerías, la supuesta “ventaja” de Maduro sobre Capriles, apenas llego al 1%.
El impacto de una mayoría evidente permitirá demostrar ante el mundo lo
ocurrido en Abril y abrirá claras perspectivas para salir democráticamente de
esta desgracia, antes de culminar el período. Recomiendo ver la película NO,
sobre el plebiscito chileno de 1988. La oposición democrática derrotó a
Pinochet con el 56% de los votos. Y esa
si era una verdadera dictadura, sin ningún tipo de libertades, con el control
férreo de todos los poderes y un largo expediente de muertes, desaparecidos,
torturados y exiliados. Entendieron los chilenos que la unidad era la clave y
participaron a pesar de los pesimistas de siempre. ¿Estaban los chilenos de
entonces en mejores condiciones que nosotros?
NO.
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