Las
noticias muestran que el mundo se está llenado de intolerancia y lo peor es que
los fanáticos parecen estar ganando. En
Egipto están matando por profesar diferentes religiones y tener diversas
visiones del mundo.
El presidente electo Mohamen Mursi decidió, como han hecho los chavistas aquí, que su mayoría electoral (52%) era una carta blanca para imponer la Sharía (ley divina musulmana) a la otra mitad de la población que se resiste. Es la democracia como “la tiranía de la mayoría” que Alexis de Toqueville advirtió en el siglo XVIII.
Esto produjo un golpe de Estado militar y al momento los muertos se cuentan por centenas cada día. Y crecen los ataques a otras religiones como la cristiana, acusadas del derrocamiento de Mursi. Unas 40 iglesias y otros centros cristianos han sido atacados y algunos quemados, y las minorías cristianas como los coptos ortodoxos – unos 7 millones- están bajo ataque.
El presidente electo Mohamen Mursi decidió, como han hecho los chavistas aquí, que su mayoría electoral (52%) era una carta blanca para imponer la Sharía (ley divina musulmana) a la otra mitad de la población que se resiste. Es la democracia como “la tiranía de la mayoría” que Alexis de Toqueville advirtió en el siglo XVIII.
Esto produjo un golpe de Estado militar y al momento los muertos se cuentan por centenas cada día. Y crecen los ataques a otras religiones como la cristiana, acusadas del derrocamiento de Mursi. Unas 40 iglesias y otros centros cristianos han sido atacados y algunos quemados, y las minorías cristianas como los coptos ortodoxos – unos 7 millones- están bajo ataque.
Otra
noticia que me impactó es que, los últimos 819 judíos que aún viven en Noruega
están a punto de abandonar el país debido al aumento del antisemitismo. Y esto
no es un asunto sólo de los países nórdicos, en Holanda, Bélgica y Alemania
esto también está sucediendo.
Para
los extremistas no hay salida a los conflictos de intolerancia que no sea la
eliminación del otro, sea por sometimiento, exilio o exterminio. Los ejemplos
actuales van desde de Ruanda hasta los balseros cubanos, pasando por las
matanzas de cristianos en África.
Claro
que estas no son soluciones. No se puede pedir a los coptos que se vayan de
Egipto o a los demócratas que se vayan de Cuba o Venezuela o se sometan hasta
desaparecer para solucionar el problema. Estos problemas solo se pueden
resolver si ambos grupos deciden aceptar al otro y buscar salidas negociadas.
Pero el fanatismo o extremismo religioso o político impide esta salida. Todos
los grupos religiosos pueden vivir y prosperar en un estado con libertad
religiosa, pero no en uno que quiera imponer desde el Estado su religión. Por
otra parte, en la democracia y el capitalismo cabemos todos pero en el
socialismo comunista no, como lo demuestra la historia. La intolerancia y el
fanatismo cuando se vuelven política de estado y se estructuran dentro de sus
instituciones impiden una salida negociada donde las partes pueden resolver sus
diferencias, tolerarse y finalmente integrarse de alguna manera.
Lo
de Pedro Carreño en la Asamblea no es
sólo un asunto de homofobia. Ni la salida del aire de los programas de “el
ciudadano” Leopoldo Castillo o los de “Chuo” Torrealba de Globovision son solo
un tema de libertad de expresión, son algo mayor y más grave: es la
intolerancia del grupo en el poder y su visión de que la única salida es la
eliminación del otro.
alfredomichelena@gmail.com
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