Cuba no exporta a Venezuela un solo producto,
tampoco le transfiere un solo bien de tecnología y, mucho menos, tiene
inversiones en algún sector de la economía que le represente algún beneficio al
país receptor.
No se piense, sin embargo, que Cuba no paga.
Cuba si paga, pero…!cosa más grande, caballero!…paga en especies… especies que
pueden ir, desde su participación en una eficiente red de espionaje y control
de la ciudadanía (que replica a los CDR) a través de las llamadas misiones,
asesoramiento y presencia en la reorganización de los cuerpos de inteligencia y
seguridad del estado dirigidos ahora a vigilar y reprimir a opositores y a los
infaltables agentes de la CIA y de otros imperios, injerencia en la
ideologización y entrenamiento de la FAN para reconvertirla, de una institución
profesional, académica y apolítica, en otra comunista, irregular y guerrillera,
así como en los nuevos diseños de cedulación de ciudadanos y registros de
compraventa de propiedades que ponen en mano del castrochavismo una
información valiosísima a la hora de
establecer a quién presionar por motivos políticos y cómo.
Pero no termina en estas minucias el “gran
negocio” que el control de Venezuela, a través de sus aliados chavistas, ha ido
“tallando” el minicolonialismo cubano en estos últimos 14 años, y que
deriva en ingresos que los hermanos Castro y sus herederos jamás
soñaron en sus delirios de conquistadores de papel que rodaron por el mundo
exportando una revolución inviable que los llevó al congelamiento de la propia.
Así, es archisabida y denunciada, su
participación con empresas de maletín en la importación de gigantescas
cantidades de alimentos para suplir el siempre desabastecido mercado venezolano
después de la quiebra quirúrgica de la agroganadería nacional pública y
privada, la compra de insumos y equipos industriales para las empresas del
Estado (que ya se cuentan de a miles) que luego son revendidos a precios escandalosos,
y su intermediación en la compra de
material bélico a proveedores sin tecnología de punta como Rusia, Bielorrusia y
China que es otra de sus grandes tajadas.
Hay mucha corrupción en Venezuela, y los
cubanos lo saben, la auspician y la graban. Es otra de sus formas de
dominación, aparte de la ideológica y la legendaria, y la que puede
perfectamente utilizarse, tanto contra las víctimas, como contra los
victimarios, pues llegado el momento se le puede decir o insinuar al ministro o
al funcionario cuál que las cosas no son como él cree, sino como grita este
funcionario hosco y extranjero que porta un cartapacio de papeles, cintas
grabadas o videos en la mano.
Dato que traemos a colación para contribuir
al despeje de una de las incógnitas que se plantean hoy en centros académicos,
cancillerías, agencias de seguridad, e investigaciones mediáticas de todo el
mundo y que se reduce a la pregunta:
¿Cómo es que un país con un gigantesco
ingreso petrolero producto del último ciclo alcista de los precios del crudo
(2004-2009) lo dilapida financiando a una economía destartalada, en quiebra y
en ruinas (dándole, de paso, vida artificial a una de las dos dictaduras
stalinistas sobrevivientes del diluvio de la caída del muro de Berlín y del
colapso de la URSS) se convierte en colonia de los subsidiados, de los
mantenidos y lejos de trasmitirle a Cuba algunas de las bondades que aun le
restan al sistema político venezolano, termina copiándolo en casi todas sus
aberraciones?
Interrogante que no tiene una, sino muchas respuestas,
y entre las cuales, la seducción, entrega o rendición ideológica es una de las
más socorridas por lo que tiene de freudiana, gótica y críptica, y en
muchísimos sentidos referenciable a fenómenos históricos del siglo XX como el
culto a la personalidad de caudillos como Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, la
dinastía Kim en Corea del Norte y de los Castro de Cuba, los juicios de Moscú y
las confesiones de sesgo inquisitorial y torquemádico que tanto asombraron y
espantaron al mundo.
Y es cierto que no cuesta imaginarse la
fascinación en un grupo de adolescentes tardíos como fueron los que se
acercaron a Chávez en su carrera hacia el poder, sin ninguna formación
ideológica y escasa práctica revolucionaria, pero curtidos de dogmas simples y
escolares, cuando se encontraron con las leyendas de la revolución cubana, con
los “héroes” que habían resistido a un
imperio, el yanqui, para entregarse a otro, el soviético, a cambio de la destrucción de su país,
envejecidos pero de pie, ochentones pero activos y prestos a dar y recibir.
Es fácil explicarse la “rendición” o
“entrega” ante aquellos hombres que no solo ellos, sino las supersticiones
históricas del siglo XX, habían santificado y transformado en dioses de un
Olimpo en ruinas es verdad, pero Olimpo al fin.
Habría que imaginarse, en definitiva, a un teniente coronel, Chávez, fracasado en
todo, menos en la conquista de la ingenuidad de sus connacionales que lo
eligieron presidente y eran los responsables de que estuviera ahora viendo de
frente al fundador y héroe máximo del comunismo cubano.
En otras palabras, que los primeros pasos
para la invasión, para la repetición de la “fábula del tiburón y las sardinas”,
para el inicio de una alianza, cooperación o hermandad en la que, aquellos que
le compraron poder, experiencia y veteranía a los otros, terminaron siendo
dominados.
Porque Chávez podía tener todo el petróleo y
los petrodólares que quisiera, pero sin la “sabiduría” de aquellos viejos
zorros cruzados con lobos que llevaban 40 años gobernando, en condiciones muy precarias pero gobernado, sin
el concurso de aquellos leones viejos y desdentados pero experimentados que
habían resistido a todos los imperios, era imposible que el chavismo
sobreviviera.
Se vio en la manera cómo los cubanos se
involucraron en la “limpieza ideológica” de la FAN aprovechando los errores de
la oposición en la intentona del 11 de abril del 2002, en la toma de PDVSA
después del fracaso del paro petrolero en el mismo año, en la reconquista
del electorado, vía las misiones, cuando
la clase media y los sectores populares empezaron a distanciarse de la
revolución, y last, but not least, en el emplazamiento del eficiente sistema
electoral fraudulento que se ha convertido en un sucedáneo del G-2 y la NKGB
para imponer y legitimar el neototalitarismo, en los tiempos post Guerra Fría
cuando el triunfo de las democracias constitucionales y del capitalismo contra
el comunismo, sacaron de juego a las guerrillas, las insurrecciones populares y
golpes de estado para la conquista del poder, pero no a los marxistas que se
disfrazaran de demócratas, participaran en elecciones y las ganaran, para ir
despellejando, comiéndose de a poquito a la democracia desde adentro.
Zaga, parábola, o épica de lucha, conquista y
mantenimiento del poder a cuatro manos con vocación de permanencia y eternidad,
si dos de las cuales, no estuvieran pensando en una dinastía familiar por la
que los gerentócratas cubanos, Fidel y Raúl, sueñan con traspasarle el poder a
algunos de sus hijos curiosamente apartados del examen público, pero, cuenta
algunos, que muy involucrados en las decisiones de Estado hoy día.
En otras palabras, que algunos de los
misterios que discurren en las actuales relaciones cubano-venezolanos podrían
aclararse si pensamos que los primeros piensan para el largo plazo y los
segundos para el corto, unos en términos de dinastía y otros en términos de
elecciones.
Tesis, o afirmación que nos llevaría en
directo a la tragedia de Hugo Chávez, quizá separado del poder por los cubanos
y sus aliados venezolanos porque era el único líder del proceso que brillaba
con luz propia, había calado hondo entre los sectores más pobres de las masas
nacionales, con un prestigio internacional por su política exterior dadivosa,
narcisista e histriónica y empeñado en ser el sucesor de Fidel como líder de la
revolución mundial.
Todo lo cual, es conocido, le daba dolor de
dientes a Raúl Castro, quien nunca le tuvo simpatías a Chávez y se reía cuando
el viejo Fidel y su pupilo bolivariano planeaban hacer de Cuba y Venezuela un
solo país y con una presidencia anual y protémpore.
“Un año gobernará Fidel los dos países, y otro Chávez” decía el
hoy desaparecido canciller Pérez Roque, y aplaudía otro desaparecido, el
vicepresidente, Carlos Lage.
Hechos que nos llevan a otros espeluznantes, como
es la mudanza del gobierno de Venezuela a La Habana desde que a Chávez se le
diagnóstico un cáncer el 10 de junio del 2011, se le mantiene cautivo en la
isla con el pretexto de las 4 operaciones que se le han hecho, y a raíz de la
última, desaparecido y sustituido en la presidencia por los títeres, Maduro y
Cabello, que a lo mejor no saben de la hábil maniobra a que se han prestado
para que Raúl, el enemigo de Chávez, no se muera sin pensar y decir que fue el
auténtico heredero de su hermano, Fidel.
Pero más allá de eso es posible que Maduro y
Cabello se hayan tropezado con un problema de política real: en este momento
sin Chávez y el apoyo de los colonialistas cubanos solo durarían meses, quizá
semanas, en el poder.
malaver.manuel@gmail.com
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