En tus hijos sembraste el amor eterno y
eterno es nuestro amor a ti. Nos hiciste a tu semejanza. Somos monte, somos
campo como la orquídea y el helecho; somos sencillos y humildes como el
campesino que nos enseñó la sabiduría; nos hiciste ricos de nacimiento porque
nos entregaste tus aguas, tus montañas y tu valle.
En ti encontramos la tierra
prometida, eres el rincón donde Dios descansa. Nadie lo sabe o nadie lo sabía,
pero en los ojos del boconés se delata el amor eterno, el amor de Dios. Decir que nos sentimos orgullosos de ti y de
ser tus hijos, sería una arrogancia que no lo permite la humildad, porque
podrían considerarnos vanidosos, pero le pedimos perdón a Dios y al mundo por
nuestro orgullo, por el orgullo de haber nacido y crecido en el sembradío del
Jardín de Venezuela.
Cuatrocientos cincuenta años no son nada para
ti. Cualquier hacedor de pueblos, diría que apenas comienzas la vida. Eres muy
joven. El mismo Simón Bolívar que te visitó por estos días en 1813, hace
exactamente 200 años, hoy diría: confirmo lo que dije ayer: “Boconó es el
Jardín de Venezuela”. Su belleza natural es imponente, en él se siente el
frescor de sus manantiales, el perfume de sus flores, el mismo de sus mujeres,
ellas son como rosas y clavellinas que caminan y ambientan la brisa con su
aroma. Sus hombres y mujeres tenemos una sonrisa a flor de labio, una alegría
en el saludo, es un saludo permanente. Todos los días nos saludamos todos, al
extremo que cuando un perrito nos ladra, exclamamos: “¿qué hubo azabache? Muchos dicen que es una costumbre pueblerina,
pero realmente es una manifestación de amor a la amistad. Boconó es un pueblo
que cultiva la amistad, cultiva el amor extremo, el amor a Dios. Somos amigos,
y amigos de los amigos.
La lucha de Boconó ha sido de amigos. Cada
uno de sus hijos tiene una historia que contar, pero siempre estará vinculada a
la amistad y al amor de su pueblo. Hay ocasiones que no compartimos las
posiciones de otro boconés, pero nunca le volteamos la cara cuando nos
necesita; o mejor, podemos asumir posiciones contrarias a nuestros
conciudadanos, pero nunca esperamos de ellos el irrespeto, ni ellos se atreven
a irrespetarnos. En estos últimos tiempos pareciera que la ideología desea
sobreponerse a nuestra conducta a costa de lo que sea, incluso hasta pretender
cambiarnos la libertad por un bocado de arepa tanto a ricos como a pobres,
cambiarnos el amor por el odio, el amigo por el enemigo o lo que es peor,
cambiarnos el pensamiento boconés por el pensamiento cubano. No es bueno decir
groserías, pero provoca decir: ¡No joda!
Hoy, a tus 450 años de fundación, tus hijos
nos enfrentamos al futuro. Si sembraste en nosotros el amor eterno, puedes
sentirte feliz porque ese amor seguirá siendo nuestro guía. No permitiremos que
te entreguen a los intereses de otro país. Defenderemos tus intereses en
Venezuela, lo haremos de manera no violenta, pero sin miedo y manteniendo el
control sobre nosotros mismos, así como tú has logrado controlar la belleza de
tu medio ambiente, sin miedo y con coraje. Conocemos el “talón de Aquiles”, la
parte vulnerable de nuestro adversario, conocemos la cizaña sembrada en nuestro
Jardín con semilla extranjera. Tenemos un desafío por delante, confía en
nosotros, confía en que nos apoyaremos los unos a los otros, tal como nos
enseñaste. Te queremos. Recordamos a nuestros ancestros y vemos en las noches
que las estrellas titilan porque observan en un mañana cercano la hermosura de
tu futuro.
Leninvalero2@gmail.com
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