En entrevista en el programa Aló Ciudadano,
el respetado diputado Hiram Gaviria, dijo que había que darle el “beneficio de
la duda” a Nicolás Maduro por su aparente intención de establecer un
“diálogo” con diferentes sectores de la
sociedad. Se entiende por “dar el beneficio de la duda” darle a alguien la
oportunidad de demostrar que es confiable, que puede realizar algo que se
esperaría de él.
Resulta por lo menos ingenuo, creer que en
algún momento Nicolás Maduro tenga la intención de “dialogar” con nadie, ni
siquiera con los mismos los seguidores del régimen. Maduro al igual que su
padre adulterino, Hugo Chávez, a quien imita hasta en su acento cubanoide, han sido reiterativos en decir que no hay ni
habrá nunca posibilidad de “negociar” con la “derecha fascista”, con la
“burguesía”, entendiendo ellos por “derecha fascista” y por “burguesía” a todos
aquellos, individualidades u organizaciones, que mantengan posiciones políticas
o ideológicas contrarias al régimen o que reclamen frente a éste sus derechos.
De allí que parece totalmente fuera de la
realidad esperar que quienes durante quince años han mantenido esa posición hoy
se pueda creer que hayan sufrido una repentina metamorfosis y estén
sinceramente dispuestos a oír las razones de todos, o de algunos sectores de la
sociedad.
La mejor demostración de que la actitud
altanera, prepotente y totalitaria del régimen Hugo Chávez sigue vivita y
coleando, a pesar de la muerte del cultivador del odio y la violencia, son los
acontecimientos que han venido teniendo lugar en la Asamblea Nazi-onal. Sin
embargo, observo con preocupación que diferentes voceros de sectores
democráticos y algunos analistas deslindan los hechos sucedidos en el
parlamento de la conducta de Nicolás Maduro, atribuyéndole la responsabilidad
de los mismos exclusivamente a Diosdado
Cabello. Creer que la conducta de Cabello es una iniciativa personal es una
terrible ingenuidad. Su conducta es la línea oficial del régimen frente al
país. Creer lo contrario y tratar de presentar a la conducta de Cabello como
contraria a la política y los intereses del ilegítimo es una necedad irritante.
Cabello es la representación genuina del régimen, el verdadero rostro político
del régimen: arbitrario, militarista y
totalitario.
A pesar de tener ya más de seis años en
exilio, trato de seguir los acontecimientos en Venezuela minuto a minuto. Y no
puede escapar al más desprevenido de los observadores que Maduro, en medio de
su torpeza, no deja lugar a dudas sobre su espíritu totalitario. Pretende sustituir
su ilegitimidad de origen con una conducta y un discurso insolentes, altaneros
y amenazantes, con gestos y lenguaje propios de un malandro “cobrador de peaje”
que se quiere hacer temer en el barrio, lo que indica con meridiana claridad
que con él no hay posibilidad alguna de entendimiento ni siquiera de simple
conversación.
La reunión con Lorenzo Mendoza ha sido
calificada por algunas individualidades y medios de comunicación como un
importante hito que, a su juicio, pareciera presagiar un cambio en el talante
antidemocrático del régimen y del ilegítimo. Es evidente que eso no es así.
Mendoza se reúne con el “vicepresidente” Arreaza, especie de albacea del
muerto, y luego con el mismísimo
ilegítimo, tras ser conminado a ello y haber sido expuesto al desprecio público
por Maduro en cadena de radio y televisión. Esa reunión no ha sido producto de
un cambio de actitud frente a la sociedad, ha sido el producto de la presión
generada sobre el gobierno por la escasez de alimentos. Esa reunión se dio
porque Polar tiene la sartén por el mango. Establecer un “modus vivendi” con el
Grupo Polar, el más eficiente conglomerado industrial del país, es importante
para un régimen que hace esfuerzos desesperados
para contener el acelerado deterioro de su base política. La reunión con
Lorenzo Mendoza no contribuirá a reducir la escasez de harina pre cocida de
maíz ya que como ha dicho Mendoza, la empresa está produciendo al máximo de su
capacidad. El logro para el régimen es que Mendoza haya acudido a esa cita
forzosa, que ha creado la sensación, pese a las amenazas previas, de que el
gobierno está dispuesto al diálogo y de que el más importante grupo empresarial
venezolano, reconoce a Maduro como “presidente legítimo” de República. .
A todas estas, no hay signo alguno de
“diálogo” con la oposición que hoy, finalmente, es una clara mayoría, que hasta
la encuestadora IVAD se ve forzada a plasmar en sus estudios de opinión. Maduro
trata ahora de generar encuentros con lo poco que queda del sector productivo
privado, más que para buscar soluciones, para obtener un reconocimiento tácito
a su dudosa “presidencia”.
Mientras tanto, en la asamblea Cabello, en un
nuevo atropello, dice “no le puedo pagar a quienes no trabajan”, como si los
diputados fuesen sus empleados; en el TSJ se designa a Fernando Vegas como
presidente de la Sala Electoral, un chavista empedernido, de los que se
refieren a Chávez como el “comandante eterno”; la Fiscal General amenaza con
acciones penales a Capriles, Leopoldo López y otros dirigentes opositores y
conjuntamente con los jueces locales del
horror encarcelan al General Antonio Rivero; el CNE se niega a hacer una
verdadera auditoría porque quedaría al descubierto el verdadero corazón del
régimen, la fuente de su permanencia en el poder: el fraude continuado.
Pensar que todo esto sucede a espaldas de
Maduro es, por decirlo en palabras decentes, una inocentada. Darle a Maduro el
beneficio de la duda, aplaudir emocionados una reunión con Polar, la asistencia
de un ministro a la asamblea de Fedeagro, presentar a Merentes como un moderado
y eficiente jefe de las finanzas públicas, hablar de que se abre una puerta al
famoso “diálogo” y la muy esperada “reconciliación”, no es darle “el beneficio
de la duda”, es tirarle un salvavidas a un régimen ilegítimo que se hunde en su
incompetencia y se cocina en su salsa totalitaria.
A Nicolás Maduro no le importa el mensaje el
Papa Francisco, llamando a la paz y la tolerancia en Venezuela. Nicolás Maduro
se comporta y se seguirá comportando en congruencia con el mensaje de odio,
violencia e intolerancia que heredó de su “papá” Hugo Chávez.
Han sido quince años de terca y sólida
negativa a reconocer la existencia y representatividad de quienes difieran del
régimen en cualquier sentido. ¿Entonces por qué darle el beneficio de la duda?
Han sido quince años de atropellos a los derechos ciudadanos. ¿Entonces por qué
darle el beneficio de la duda? Quince años de persecuciones, torturas, presos
políticos y exiliados ¿Entonces por qué darle el beneficio de la duda?. Quince
años de la más descarada y escandalosa corrupción que haya presenciado ninguna
nación latinoamericana. ¿Entonces por qué darle el beneficio de la duda? Pero
fundamentalmente han sido quince años de restricción sistemática de las libertades
individuales para imponer un régimen similar al cubano.
¿Entonces por qué darle
el beneficio de la duda? La lucha de los venezolanos de hoy es por la verdad y
por la libertad, no es por un kilo de harina pan ni por un rollo de papel tualé
y menos aún por “dialogar” con un patán aprendiz de tiranuelo. De manera que, a
mi juicio, no hay lugar a darle el “beneficio de la duda”. Veamos hasta cuando
hablarán de “diálogo”. Les doy un mes.
jchaffardet@gmail.com
@jchaffardet
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