Lo que tantas veces pronosticamos con la
advertencia que solo habría una situación realmente nueva, cuando resultara de
giros bruscos y hechos excepcionales, para generar el choque de trenes,
finalmente ha llegado y dentro de escasas dos semanas este país será distinto
al que conocimos por 14 años.
La muerte de Chávez es por supuesto el
detonante de 9 de cada 10 fenómenos desencadenantes, que maduran aceleradamente
la situación de confrontación inevitable, que él dejó montada como su única y
explosiva herencia.
Todo se resolverá sin él y casi seguramente
contra lo que planeó en medio de su desesperado intento por dejar una sólida
hoja de ruta, pero que careció de una dirección política de quilates propios —
más bien disminuida al extremo– porque la dejó compuesta de esbirros de una
oprobiosa tiranía foránea, que pretende seguir saqueándonos a nombre del
muerto.
Casi inesperadamente y también como
influencia directa de los disparates de los chavistas, sobre la conciencia de
quienes nos hemos opuesto a este régimen y ante la evidencia del rechazo
nacional al grosero intervencionismo cubano, que marca incluso a quienes habían
ocupado la dirección política de la oposición, también está ocurriendo el
cimbronazo, que esta vez la campaña electoral por fin se plantea en los
términos correctos, de buscar impedir el fraude y proponer la defensa militante
de la victoria.
Así se pierda, cuando se pelea se garantiza
la unidad y la continuidad de la lucha, tras una dirección probada, que era
nuestra principal carencia.
Y si se gana será como resultado directo e
inmediato de la moral de combate que se les infunde a millones de esperanzados
ciudadanos, que ya estaban obstinados de ir siempre al muere de sus esfuerzos,
abandonados o embaucados por sus dirigentes, y que si esta vez imponen la
victoria conduciendo la marea popular democrática, pueden dirigir entonces la
reconstrucción el país.
Maduro y el chavismo son derrotables si se
les mata su voluntad de fraude.
Maduro, siendo el conocido fanático de los
simplismos ideológicos castristas, tamizados por la florida heterodoxia de
Chávez que repite sin cesar, creyéndose con la audiencia de su mentor, nos está
haciendo el favor inopinado de fastidiar con sus lugares comunes en 90 días lo
que le costó a su maestro 15 años.
Pero… ¿Es cierto que Nicolás puede dar las
órdenes de ataques masivos y profundos contra nuestra burguesía, como títere de
los Castro? La respuesta es NO, porque estos pacientes de senectud ya no están
para revoluciones, sino para mantener el chuleo de terapia intensiva
capitalista a la que juegan en todos sus cálculos aquí.
Aventuro la tesis que Maduro es el designado
por Chávez y los Castro para negociar eventualmente un retroceso en orden, que
les permita salvar los muebles.
La hegemonía de saturación cubana ya no es
posible y arriesgan hasta la guerra regional si se empeñaran mediante fraude en
ese cometido.
Lo opuesto, es decir acordarse a como dé
lugar, es más probable que el patetismo de ver a la dirección cubana
reencontrase con una segunda juventud revolucionaria expropiatoria antiyanqui
autentica, porque la de Maduro es solo una payasada farisea.
Dicen en mentideros castrenses que Diosdado
se reserva para continuar la esencia del régimen chavista pero rompiendo con
los Castro desde un ángulo nacionalista. Maduro por el contrario es la
continuidad estricta del régimen, con el chuleo masivo cubano incluido, o la
negociación para no quedar con el rabo al aire, si los cubanos han de entregar
su hegemonía negociando una derrota electoral.
El verdadero Nicolás Maduro no es solo ese
hombrón de dos metros, ojeroso y compungido por el llanto de días y días, tras
la pérdida de quien tanto lo valoró, que hasta lo puso de canciller de sus
disparates geopolíticos y que en la hora postrera lo designó nada menos que su
sucesor, apartando tajantemente a otros de codicia visible, lo que dejó “tan
claro como su luna llanera”.
¿A los efectos de los intereses del Castrismo
y de su propia corriente, Chávez pudo haber tenido razón al dejar como
hipotético dueño del poder a Nicolás Maduro, su asistente para toda clase de
mandados y maldades, quien le fue perrunamente fiel a él y a los Castro, aunque
también es seguidor de uno de los santones más populares de la India: Sathya
Sai Baba?
Al paso del tiempo iremos recordando más
sobre las astucias de Chávez, el avispado llanero y menos, hasta que se
difumine más, su voluminoso expediente de mezquindades. Por ello es de suponer
que en su desesperada lucha por vencer la muerte, pronosticada clínicamente
justo dos años antes por el médico Salvador Navarrete, no fuera la enigmática
peor decisión suya la de dejar sucesor precisamente a un tipo del entorno
civil, de carácter más bien sosegado y negociador.
Quizá lo que más contó es que Nicolás siendo
del riñón castrista de la cúpula del gobierno merecía su designación, derivada
del consejo de Fidel, que “sabe más que pescao frito” por ser ducho en eso de
las intrigas para conservar el poder totalitario absoluto.
Por esas “razones de Estado” también se
desechó como pilar, pero no como canciller vocero castrista, a su agente
demasiado fanático Elías Jaua.
Tampoco era recomendable el platinado
plutócrata Rafael Ramírez, zar de PDVSA y por supuesto no era recomendable el
representante de la “derecha endógena”, el inefable Diosdado, sobreviviente de
muchos encontronazos con el jefe y por lo tanto demasiado independiente para
gusto de los Castro. Además como mandón militar podía ser una mala copia de
Chávez y portador de las peores aristas del régimen.
Para despecho de algunos ayudantes y
espontáneos de la defensa de la bazofia constitucionalista del chavismo, que
querían a Diosdado como promesa de un rápido abandono de la “ortodoxia”, este
se reveló todo lo astuto que era de suponerse, para no romper tan rápido con el
legado y esperar a que sus ventajas — mucho dinero, logia militar, control del
legislativo y por lo tanto de poder judicial y electoral, mayoría de
gobernadores y aparato clientelar del PSUV — le permitan que el poder caiga en
sus manos como fruta de Maduro.
Quizá Diosdado si tomó muy en serio las
conclusiones muy discretas de su amigo y protegido Jesse Chacón, quien con su
encuestadora GIS 21, que midió en Diciembre y Enero a ambos -Maduro y Diosdado-
y llegó a la conclusión que podían perder el poder por su escasa capacidad para
recoger la adhesión que detentaba Chávez.
El factor cualitativo que sin embargo resulta
definitorio a favor de la hipótesis de triunfo electoral de la oposición lo
representa el drástico cambio de lenguaje y de estrategia, que se produce a
raíz de la admisión por Maduro de la muerte del Presidente, hasta el plan de
fraude que Capriles denunció, dado el control delincuencial del CNE y las
fuerzas paramilitares del PSUV, para aplicar el 14-A su “Plan Stalin”.
Una de la razones poderosas por las que
pueden perder el poder –y eso está medido- fue el abuso y manipulación que
hicieron con la muerte y los funerales del presiente, a ojos de la mayoría de
los chavistas, y esto se sitúa en las antípodas afectivas del luto de quienes,
sin esperar nada de las grandes ventajas de los que usufructuarios del poder,
sentían su desaparición aunque fuese solo como intérprete de sus anhelos o
frustraciones.
Como dijera un poeta ramplón “algo telúrico”
ocurrió: es un hecho que el mensaje de Capriles, desde que denunció los
montajes siniestros de Maduro, sintonizó de manera explícita con temas que
recogen además de las esperanzas de cambio una manifiesta indignación nacional.
Por eso ahora cuando por fin el país sale del
sopor funerario, Nicolás como Diosdado aparecen como derrotables, y eso fue lo
que percibieron de las encuestas que les llevan al pánico, y por eso andan
proyectando sus miedos frente a los razonamientos tajantes de Capriles y de
quienes dicen que esta vez no nos quedaremos de brazos cruzados frente al
fraude, que esta vez se asume el riesgo que las FFAA arreglen su enorme lio
interno, de verse en condiciones de vasallaje ante oficiales militares cubanos,
que les impondrían avalar un fraude electoral.
Si sacamos una diferencia importante de votos
a favor, que es posible incluso en este corto periodo de tiempo, dadas las
dinámicas en presencia, como bien dice JJ Rendón, nada impedirá que se desate
la crisis de poder que les lleve a tener que admitir a los rojos su derrota.
Sobre lo que pueda pasar, una vez que
derrotemos el fraude en la calle, ese es otro capítulo. Debemos celebrar si,
que incluso en la óptica de los Castro, si bien Maduro en su mandadero, también
sacaron la cuenta que sería eventualmente su mejor carta negociadora, para un
retroceso en orden. Y efectivamente muchas cosas se pueden negociar, pero
primero se van y segundo se acabó la mesada mil millonaria mensual en dólares.
franceschi1947@gmail.com
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