Colaboración - 09-Ene-13 - Opinión
EL PERONISMO COMO SÍMBOLO DE UN GRAN FRACASO
por Carlos Berro Madero
carlosberro24@gmail.com
EL PERONISMO COMO SÍMBOLO DE UN GRAN FRACASO
por Carlos Berro Madero
carlosberro24@gmail.com
“Cuando el olvido ha encubierto el origen de algo, se cree estar en posesión de un edificio sagrado e invulnerable, sobre el que cada generación sigue construyendo forzadamente el uso coercitivo de un símbolo que ya no existe”
- Friedrich Nietzsche
Causa bastante estupor el modo con que los peronistas –políticos y algunos ciudadanos del común-, intentan definirse a sí mismos mediante largos circunloquios contradictorios.
Algunos modernos “intelectuales” como José Feinman, Laclau y los integrantes de Carta Abierta, han ensayado últimamente un “dibujo” que permita fotografiar este “acontecer polifacético” que intenta –según dicen-, mejorar la vida de la gente, rescatando una eventual “soberanía popular”.
Deberían recordar todos ellos lo que Richard Nixon advertía sobre el particular, en un sorprendente rapto de sinceridad: “lo que el político quiere del intelectual no son ideas, sino apoyo”.
La primera pregunta es entonces: ¿ha contribuido el peronismo (en sus distintas variantes) a recrear exitosamente la mencionada “soberanía” después de casi sesenta años de “inundar” la política argentina?
La respuesta es NO.
La pregunta siguiente es: ¿ha tratado de fortalecer el correcto funcionamiento de la democracia y el espíritu del derecho en sus gobiernos y en la política en general?
La respuesta es NO.
La tercera: ¿ha sido una fuente de inspiración para sostener con firmeza las instituciones de la república?
La respuesta es NO.
A continuación: ¿ha desarrollado planes públicos para una mejor educación de la ciudadanía que le permita a ésta aprovechar las ventajas comparativas de una sociedad tecnológicamente más compleja?
La respuesta es nuevamente NO.
¿Hay hoy menos pobres y más oportunidades “reales” para ellos de salir de su marginación en el seno de la sociedad que antes del advenimiento del peronismo hace aproximadamente 60 años?
La respuesta es, rotundamente, NO.
El peronismo no estuvo nunca interesado en “dialogar” con nadie, sino en imponer a todos por cualquier medio su propia visión de la sociedad; sufre una pasión indómita por armar “roscas políticas” permanentes y se dedica a sojuzgar a sus eventuales adversarios cada vez que accede al poder, asegurando siempre que existen oscuras “corporaciones” internacionales (“sinarquías”, Perón dixit) que conspiran contra la estabilidad de sus gobiernos (que terminan en realidad por causa de sus propios errores y abusos de autoridad) y les impiden resolver en plenitud los dilemas de igualdad, libertad y prosperidad para todos.
¿Las pruebas de lo que sostienen? Ninguna. Solo sus palabras.
Un peronista no desea permanecer “afuera” del poder por mucho tiempo y se considera candidato permanente para lo que cuadre; aunque más no sea una modesta concejalía, el directorio de un club de fútbol o una asociación cívica cualquiera.
Sus ambiciones cubren así un amplio espectro cultural, político, social, deportivo y “virtual” (el de los que luchan toda su vida para acceder a cargos que nunca obtienen).
Perón dividió siempre a sus adeptos para que se pelearan eternamente –anulándose entre sí y favoreciendo de tal modo su hegemonía-, distribuyendo al mismo tiempo “cupos” de participación y liderazgo para cada actividad del Estado, situación que se ha mantenido casi intacta hasta el día de hoy.
Es propio del peronismo crear comisiones, grupos de “intelectuales” adictos y operadores todoterreno “a todo evento”, que puedan funcionar como fusibles cuando llega el momento de dar excusas por los resultados de sus malas gestiones.
En pocas palabras, creemos que la única VERDAD INDISCUTIBLE es que el peronismo ha empobrecido moral, económica e intelectualmente a la sociedad toda, contribuyendo a sumergirla en un magma indefinido sobre cuyas características siguen discurriendo aún hoy (sin suerte) analistas y politólogos.
Nosotros creemos firmemente que es una forma de “pertenecer” a algo que puede definirse de muchas maneras, pero cuya verdadera dimensión ética ha estado caracterizada por haber resultado finalmente UN GRAN FRACASO NACIONAL y una enorme decadencia social y cultural.
Cuando las explicaciones son demasiado extensas, para lo único que sirven es para confundir; siendo ésta otra apuesta del peronismo: mantenernos a todos “alelados” tratando de descifrar algo que no comprendemos bien qué es, pero que nos serviría (según el credo peronista), para ser “reconocidos”.
Porque el peronismo no es quizá un partido político en el sentido tradicional del término; ni siquiera un “movimiento”; sino una lucha permanente para el acceso y permanencia en el poder de una PEQUEÑA ARISTOCRACIA BUROCRÁTICA Y BURGUESA DE CARACTERÍSTICAS BASTANTE CORRUPTAS, que termina sometiendo la conciencia de las personas por sentirse dueña de la verdad absoluta.
En la medida que no se extinga esta “enfermedad” cultural, la Argentina no podrá salir de su postración.
- Friedrich Nietzsche
Causa bastante estupor el modo con que los peronistas –políticos y algunos ciudadanos del común-, intentan definirse a sí mismos mediante largos circunloquios contradictorios.
Algunos modernos “intelectuales” como José Feinman, Laclau y los integrantes de Carta Abierta, han ensayado últimamente un “dibujo” que permita fotografiar este “acontecer polifacético” que intenta –según dicen-, mejorar la vida de la gente, rescatando una eventual “soberanía popular”.
Deberían recordar todos ellos lo que Richard Nixon advertía sobre el particular, en un sorprendente rapto de sinceridad: “lo que el político quiere del intelectual no son ideas, sino apoyo”.
La primera pregunta es entonces: ¿ha contribuido el peronismo (en sus distintas variantes) a recrear exitosamente la mencionada “soberanía” después de casi sesenta años de “inundar” la política argentina?
La respuesta es NO.
La pregunta siguiente es: ¿ha tratado de fortalecer el correcto funcionamiento de la democracia y el espíritu del derecho en sus gobiernos y en la política en general?
La respuesta es NO.
La tercera: ¿ha sido una fuente de inspiración para sostener con firmeza las instituciones de la república?
La respuesta es NO.
A continuación: ¿ha desarrollado planes públicos para una mejor educación de la ciudadanía que le permita a ésta aprovechar las ventajas comparativas de una sociedad tecnológicamente más compleja?
La respuesta es nuevamente NO.
¿Hay hoy menos pobres y más oportunidades “reales” para ellos de salir de su marginación en el seno de la sociedad que antes del advenimiento del peronismo hace aproximadamente 60 años?
La respuesta es, rotundamente, NO.
El peronismo no estuvo nunca interesado en “dialogar” con nadie, sino en imponer a todos por cualquier medio su propia visión de la sociedad; sufre una pasión indómita por armar “roscas políticas” permanentes y se dedica a sojuzgar a sus eventuales adversarios cada vez que accede al poder, asegurando siempre que existen oscuras “corporaciones” internacionales (“sinarquías”, Perón dixit) que conspiran contra la estabilidad de sus gobiernos (que terminan en realidad por causa de sus propios errores y abusos de autoridad) y les impiden resolver en plenitud los dilemas de igualdad, libertad y prosperidad para todos.
¿Las pruebas de lo que sostienen? Ninguna. Solo sus palabras.
Un peronista no desea permanecer “afuera” del poder por mucho tiempo y se considera candidato permanente para lo que cuadre; aunque más no sea una modesta concejalía, el directorio de un club de fútbol o una asociación cívica cualquiera.
Sus ambiciones cubren así un amplio espectro cultural, político, social, deportivo y “virtual” (el de los que luchan toda su vida para acceder a cargos que nunca obtienen).
Perón dividió siempre a sus adeptos para que se pelearan eternamente –anulándose entre sí y favoreciendo de tal modo su hegemonía-, distribuyendo al mismo tiempo “cupos” de participación y liderazgo para cada actividad del Estado, situación que se ha mantenido casi intacta hasta el día de hoy.
Es propio del peronismo crear comisiones, grupos de “intelectuales” adictos y operadores todoterreno “a todo evento”, que puedan funcionar como fusibles cuando llega el momento de dar excusas por los resultados de sus malas gestiones.
En pocas palabras, creemos que la única VERDAD INDISCUTIBLE es que el peronismo ha empobrecido moral, económica e intelectualmente a la sociedad toda, contribuyendo a sumergirla en un magma indefinido sobre cuyas características siguen discurriendo aún hoy (sin suerte) analistas y politólogos.
Nosotros creemos firmemente que es una forma de “pertenecer” a algo que puede definirse de muchas maneras, pero cuya verdadera dimensión ética ha estado caracterizada por haber resultado finalmente UN GRAN FRACASO NACIONAL y una enorme decadencia social y cultural.
Cuando las explicaciones son demasiado extensas, para lo único que sirven es para confundir; siendo ésta otra apuesta del peronismo: mantenernos a todos “alelados” tratando de descifrar algo que no comprendemos bien qué es, pero que nos serviría (según el credo peronista), para ser “reconocidos”.
Porque el peronismo no es quizá un partido político en el sentido tradicional del término; ni siquiera un “movimiento”; sino una lucha permanente para el acceso y permanencia en el poder de una PEQUEÑA ARISTOCRACIA BUROCRÁTICA Y BURGUESA DE CARACTERÍSTICAS BASTANTE CORRUPTAS, que termina sometiendo la conciencia de las personas por sentirse dueña de la verdad absoluta.
En la medida que no se extinga esta “enfermedad” cultural, la Argentina no podrá salir de su postración.
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