A lo largo de estos años hemos insistido en la idea según la cual el régimen socialista de Chávez emergió y se sostiene producto de nuestra decadencia moral como sociedad en especial de nuestra clase política.
Lo anterior no constituye descubrimiento, sin embargo le atribuyo importancia a su reiteración visto como fuere el actual repliegue socialista ante el avance de una propuesta política con base en la ética de su proponente, algo inédito por estos lares. Veamos.
El discurso y la tratativa del candidato de la unidad democrática a la presidencia de Venezuela, logró romper el círculo vicioso de ineficiencia y descrédito que en 1998 dio al traste con el proceso democrático venezolano. Y sólo al tiempo presente, luego de 13 años, nuestras fuerzas demócratas han logrado capitalizar el generalizado repudio contra el socialismo, en la figura de un líder joven capaz de exponer con éxito una alternativa política a todas luces superior: un régimen democrático de libertades, todo ello bajo el atrayente rotulo de "Proyecto Progreso".
Sobre el éxito de tal propuesta da fe el presente accionar del socialismo en gobierno en campaña electoral, cada día más dispuesto a cualquier barbaridad pues de eso se trata cuando ellos son gobierno: mantenerse en el poder por siempre y a cualquier costo, verbigracia la Cuba de los hermanos Castro. Tal accionar incluye entre otros absurdos el dirigir toda la estructura del Poder Público Nacional (recursos humanos, dinero, e infraestructura) a los fines del triunfo electoral del teniente coronel Hugo Chávez. Pero si lo anterior no bastara, observamos cómo la violencia política y la comisión de hechos punibles, pro-Chávez, siempre al amparo del Estado socialista, constituyen hoy la expresión más diáfana de la campaña oficialista. Sin embargo "el voto es secreto".
Y nada ha sido por suerte o casualidad, sino el producto de un gran esfuerzo, en especial del candidato y sus asesores más cercanos que "dieron con la fórmula" para desnudar a esa estafa llamada socialismo, fuerte solo ante la debilidad moral de los pueblos.
Pero como decíamos al inicio, el meollo es otro. Lo circunscribo al hecho de que esta nueva tratativa política debe constituirse en paradigma cultural. El poder de la verdad, el poder de los valores contra los antivalores del socialismo, han demostrado a lo largo de esta campaña la superioridad moral de su contenido, pues tenemos a un candidato en capacidad y disposición de actuar en consecuencia con su propuesta, incluso ante fallos graves de sus más cercanos, ello mediante una autoridad moral probada, certificada mediante públicas sanciones y ejemplares correctivos, el deber ser.
No debemos dar marcha atrás. Este proceso de evolución cultural que se nos ofrece hoy, debe trascender en lo adelante la personal figura de Henrique Capriles Radonski, para constituirse en la hoja de ruta de esa nueva Venezuela, donde la lucha diaria de cada uno en pro de valores como el trabajo, la ley y el orden, actúe como el mejor antídoto frente a tragedias como el socialismo. ORA y LABORA.
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