¿Cuánto le costará al país esta aventura
narcisista del Presidente Santos? Imposible medir la dimensión de las
consecuencias nefastas que sufrirá Colombia, hoy obnubilada con la fantasía de
la paz.
Delitos de lesa humanidad embolatados en un
intrincado camino amparado en el Marco Jurídico para la Paz. Se veía venir, el
camino estaba allanado desde el principio. Incluso desde antes. El Presidente
no da puntada sin dedal. Todo estaba muy hilado. Qué olor a traición se respiró
desde su primera reunión con Chávez inmediatamente después de la posesión
presidencial el 7 de agosto de 2010.
Incautos colombianos, maravillados por el
magnífico escenario que nos ofrecen los medios, ponen sus ingenuas esperanzas
en un proceso en el que los terroristas siguen delinquiendo, masacrando,
explotando cilindros bomba y sembrando minas antipersonales. El gobierno entrega
todo, las FARC, nada. El gobierno pone a disposición de la guerrilla todo un
tratado jurídico para beneficiarlos, sin exigir nada a cambio. Ninguna claridad
hay ni siquiera sobre los secuestrados. Nada. Se entregan todas las garantías a
cambio de la victoria de los terroristas y ningún beneficio para el país.
Que mala intención muestra un gobierno,
elegido por el electorado de un legado completamente diferente, cuando
Venezuela es uno de los países "garantes" de semejante insulto a
Colombia. Jugar con los intereses futuros del país para devolver favores
políticos a un personaje siniestro como Hugo Chávez, es la indignidad más
impensada. Ninguno de los demás países, Cuba y Noruega, le garantizan la más
mínima confianza a Colombia.
No olvidaremos, además, que los integrantes
de la mesa de negociaciones serán todos tradicionales defensores del terrorismo
en Colombia.
No hay palabras para describir el descaro que
nos quieren pintar como la panacea para la tan sufrida Colombia. Mucha retórica
de politólogos y analistas, mucha venta barata de un futuro pacífico que no
existe, ni ahora, ni después de las negociaciones. Decir cínicamente que,
tenderle la mano a los terroristas significará que debemos prepararnos para ver
cómo arrecian sus actos criminales, es decirle a los colombianos "haremos
los paz con quienes no la quieren".
¿Están convencidos los colombianos
desprevenidos que las FARC abandonarán el tremendo negocio que les representa
el narcotráfico para convertirse de repente en inofensivos ciudadanos? ¿Creen
realmente que tiene voluntad de paz, cuando no expresan en sus actos ninguna
intención de suspender sus escaladas terroristas? ¿Creen que la paz se logra
con quienes mantienen secuestrados a ciudadanos colombianos que,
sospechosamente, no son mencionados por ninguna de las partes?
Y que no nos llamen guerreristas a quienes
nos oponemos con contundencia y profundo dolor de patria a este esperpento que
llaman PAZ, porque si la pregunta general es "¿ustedes quieren la
paz?", nosotros contrapreguntamos "¿a qué costo?".
Sin justicia no habrá paz jamás. Las víctimas
nunca serán reparadas, solamente verán como a sus verdugos les es entregada una
absurda impunidad y empiezan a prepararse para gobernarnos. Hoy Timochenko hizo
su primer discurso populista. Humillante burla. Quiero morirme antes de verlo
junto a sus secuaces hablando de democracia y derechos fundamentales. Dios
proteja a Colombia y a los colombianos. Amén.
*Ciudadana colombiana.
colombiadigna@ymail.com
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