¿Podrá
Mercosur sobrevivir a la ofensiva ideológica del Socialismo del siglo XXI? Las
respuestas a estos interrogantes están atadas al resultado de las elecciones
del 7 de octubre en Venezuela; de consolidarse la revolución bolivariana
asistiremos a la destrucción del MERCOSUR
El
ingreso de Venezuela a Mercosur genera dudas por su validez jurídica y
expectativas en torno a las obligaciones que el país debe asumir para cumplir
los compromisos del bloque subregional. Mercosur es un acuerdo comercial; el
pragmatismo del mercado y el intercambio son el norte que guía la actuación de
sus integrantes, no lo ideológico ni lo político. De allí que Venezuela, lejos
de representar un factor de cohesión entre sus integrantes, añada ruido a las
ya complejas relaciones entre Brasil y Argentina, por una parte, y sus débiles
socios minoritarios Uruguay y Paraguay, por la otra.
Examinemos
los antecedentes. Venezuela solicitó su ingreso formal como observador en
MERCOSUR desde el gobierno del Presidente Rafael Caldera. Dicha petición se
materializa luego con la llegada al poder de Hugo Chávez y se aceleran los
tiempos una vez que Venezuela decide abandonar la Comunidad Andina en 2006.
Comienza
así el proceso de autorización de los parlamentos para dar cumplimiento al
artículo 20 del Tratado de Asunción, que ordena la aprobación unánime de todos
los países para que un nuevo miembro sea admitido. Argentina lo hizo
inmediatamente por el impulso que la Presidenta Fernández dio al tema.
Brasil
tuvo demoras en el Senado a pesar de la presión ejercida por el expresidente
Lula, y el Uruguay de Mújica también otorgó su visto bueno. Sin embargo, el
senado paraguayo resistió una y otra vez la aprobación, a pesar de los deseos
de su presidente. Los parlamentarios alegaron la violación sistemática y
reiterada de los preceptos democráticos contenidos en el Protocolo de Ushuaia I
y del sistema interamericano de protección de derechos humanos. El juicio
político a Fernando Lugo, su destitución y la suspensión de Paraguay del bloque
de acuerdo a las disposiciones del Protocolo de Ushuaia II, significó para el
resto de los socios el momento idóneo para concretar la aspiración venezolana.
¿Qué
consecuencias se derivan del ingreso para Venezuela? Mercosur tiene dentro de
sus objetivos la libre circulación de bienes, personas, capitales y servicios,
aspecto que colide directamente con la economía centralmente planificada del
gobierno chavista, cargada de controles de precios, cupos de importación y
exportación, certificados de no producción, certificados de insuficiencia que
se exigen a los empresarios a través de una enorme red burocrática donde priman
las lealtades político-partidistas por encima de la libertad económica.
Además,
Venezuela deberá adoptar el acervo normativo del bloque, acatando los tratados
de libre comercio que MERCOSUR tiene con otros países, por ejemplo con Israel,
nación con la que Venezuela no tiene relaciones diplomáticas. Así mismo,
modificar su estructura arancelaria a los códigos e ítems del acuerdo y
reformar leyes internas que le impiden a la fecha cumplir los compromisos
derivados de su admisión.
La
Resolución 043/1992 que eliminó los límites para la obtención de divisas y
cheques de viajero relacionados con los servicios de turismo y viajes es
contraria a las resoluciones, decretos, reglamentos y directrices que impone la
Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) a los venezolanos desde el año
2003, por mencionar solo uno de los desafíos que tendrán aquellos que pretendan
establecer negocios en Venezuela. En materia de Derechos Humanos, Mercosur
adoptó toda la normativa derivada del sistema interamericano de protección y
tutela de la Organización de Estados Americanos (OEA) desde 2005 a través de
resoluciones que acatan los mandatos de la Corte Interamericana de los Derechos
Humanos y valoran las recomendaciones y sugerencias de la Comisión.
El
anunciado retiro de Venezuela de la Comisión y la Corte que implica la denuncia
del Acuerdo de San José y la eventual salida de la OEA, es otra muestra de las
dificultades que Argentina, Brasil y Uruguay tendrán que sortear para mantener
al país dentro de las reglas de juego sin que destruya la institucionalidad construida
con base en el sistema interamericano. Más preguntas se derivan de este ingreso
apresurado, ilegal y políticamente débil: ¿qué sucederá cuando Paraguay sea
restituido como miembro pleno de Mercosur en abril de 2013? ¿Podrá Venezuela
mantenerse dentro del bloque a pesar de no contar con el voto unánime de los
países miembros como lo manda el artículo 20 del Tratado de Asunción?
¿Obligarán a Venezuela a mantenerse a pesar de que viole la normativa de
protección de Derechos Humanos? ¿Podrá Mercosur sobrevivir a la ofensiva
ideológica del Socialismo del siglo XXI? Las respuestas a estos interrogantes
están atadas al resultado de las elecciones del 7 de octubre en Venezuela; de
consolidarse la revolución bolivariana asistiremos a la destrucción del MERCOSUR.
De
producirse el cambio liderado por las fuerzas de la unidad democrática,
comenzará un proceso de negociación y acuerdo con los integrantes del bloque.
Venezuela podrá integrarse plenamente sin ataduras ideológicas, buscando el
beneficio de sus ciudadanos y el crecimiento del país y no del gobierno.
Veremos si Mercosur es un acuerdo económico real o simplemente una colcha de retazos donde Brasil y Argentina cosen y los demás se arropan, si les alcanza la cobija.
matebe63@gmail.com
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