Tres fechas que, aunque se vean
separadas, van compaginadas con el sueño de una población ansiosa de que en
Venezuela cese esa violencia provocada desde las altas esferas del gobierno
nacional y se respiren los vientos de la libertad, para que la eficiencia de la administración
pública y el adecentamiento de la justicia, sean expresión de valores y
principios que erradiquen esa conducta de vicios con plena vigencia hoy, en la estructura oficial del estado
venezolano.
Los primeros pasos están orientados
hacia el siete de octubre. Múltiples razones indican que será ese día cuando la
mayoría de los electores venezolanos saldrán a votar, impulsados por esa fuerza emocional reprimida
que nos está llamando a dar la cara por el país que se está hundiendo ante
nuestros ojos, producto de la imposición de esa política de represiones,
corruptelas y exceso ventajista que hemos presenciado y tolerado pacíficamente
durante ya casi los catorce años.
De razones hablamos porque al gobierno
se le agrietó el piso cuando los candidatos de la unidad democrática apenas
anunciaban su decisión de dar el paso
para enfrentar al régimen totalitario;
el 12 de febrero se iluminó la
esperanza, más de tres millones de almas
hicieron temblar al invencible gobernante.
Pero no todo quedó allí, en la
elección de Henrique Capriles revivió la manera de hacer política decente,
confrontando al lenguaje vulgar y amenazante con el mensaje alentador, pacífico
y cargado de los más nobles propósitos, elevando la moral de lucha y coraje
del pueblo. Hoy, aferrados a una profunda convicción
patriótica, creemos firmemente que los venezolanos se enrumban con decisión,
pasión y energía hacia la salvación de la República. .
Vendrá otra jornada de gloria. Nos referimos al mes de diciembre cuando en
los estados del país se romperán las ataduras de esa centralización infame que
le arrebató los derechos a las regiones de administrar los recursos
provenientes de sus propios ingresos. Tamaña agresión produjo -por tan solo mencionar algunas- lo que ha
sido el desenlace fatal del drama hospitalario y la muerte rondando a diario en
las carreteras destruidas en todo el territorio nacional.
Carabobo no fue la excepción. Como resultado del asalto a sus peajes, su
puerto y sus aeropuertos se pueden escribir historias macabras de negociados sin escrúpulos,
tráfico de drogas y comidas descompuestas.
De ese brote de verrugas con toda clase de vicios quedó la muestra de una justicia sometida a
la más degradante impunidad. Es por eso
que cada día que pasa nos aproximamos a la liberación. Seguros estamos que las
gobernaciones dirigidas por gobernantes demócratas, como es el caso de nuestra
región, tendrán sobradas razones para aspirar su reelección; todos se han dado con apasionada lealtad, fijaron posiciones decorosas con
dignidad y coraje. Ellos en sus
respectivos estados y “el Pollo” en Carabobo
tienen merecimientos legítimos para ser reelectos.
Después vendrá abril. Oportunidad hermosa para los pobladores de
cada municipio del país. No es mucho lo
que tenemos que comentar sobre lo que habrá de suceder en ese día tan esperado
para poner orden en la casa. Lo que hoy
es un semáforo en rojo, cuya infracción le da paso a la ineficiencia y a la
política de la obediencia arrodillada, será luz verde mañana para el
reencuentro de la autoridad municipal y sus vecinos en la solución de las
necesidades apremiantes. Ya es menos lo
que falta para sepultar esta pesadilla.
Valencia también tendrá la oportunidad de elegir a quien ha dado
muestras de ser un gran soñador por un mejor vivir para los valencianos.
luirgarr@hotmail.com;
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