Es
realmente emocionante ver la enorme y alegre acogida que tiene Capriles en sus
visitas a los pueblos de nuestra patria, ver la emoción presente en los
asistentes a sus concentraciones, visitas o marchas, y observar la alegría de
todos cuando lo oyen hablar del proyecto de desarrollo y bienestar que se va a
poner en práctica luego de ganar las elecciones el próximo 7 de octubre.
Es
emocionante oír a Capriles cuando promete crear las condiciones y el clima
necesario de confianza para que el sector privado invierta de nuevo en
Venezuela, se reactive y amplíe el parque industrial y vuelvan a abrir sus
puertas aquellas industrias que no tuvieron otra alternativa que cerrarlas. Es
emocionante cuando explica como se crearán tres millones de nuevos empleos dignos
y bien remunerados, como se volverá a producir venezolano y como de esta forma
nos ahorraremos miles de millones de dólares que podremos utilizar en reparar y
mejorar nuestra infraestructura física, en construir nuevos planteles
educativos, en poner al día los contratos colectivos vencidos de las empresas
del Estado y en hacer las inversiones que requiere PDVSA para producir cinco
millones de barriles diarios y así incrementar significativamente los ingresos
del país.
Es
emocionante cuando pensamos en que es posible reactivar la industria de la
construcción para ofrecer centenares de miles de viviendas para la clase media
y la más necesitada y nos damos cuenta de su importancia como dinamizadora de
la economía y de la enorme cantidad de puestos de trabajo que ésta origina. Es emocionante oír a Capriles cuando
dice que creando las condiciones necesarias es posible sacarle provecho a
nuestras ventajas comparativas y desarrollar a corto plazo una amplia y fuerte
industria del turismo y caemos en cuenta de la enorme cantidad de empleos y de
beneficios que ésta originaría.
Es
emocionante oír a Capriles cuando dice que nos necesita a todos para hacer de
Venezuela el país que soñamos y al que tenemos derecho. Es emocionante cuando nos hace ver que si dejamos de regalar
nuestro petróleo e invertimos nuestros recursos en el país, habrá prosperidad y
vendrán tiempos mejores, que con el desarrollo económico se reducirá la
inflación y aumentará la oferta de bienes y servicios, y que aplicando una
política integral y eficaz contra la inseguridad, ésta se podrá disminuir
significativamente, todo lo cual incidirá en mejorar drásticamente nuestra
calidad de vida.
Cada
día hay menos indecisos porque el futuro de progreso que ofrece Capriles no se
puede comparar con el presente de destrucción y abandono progresivo en que
estamos viviendo. El ciudadano común se da cuenta de que el gobierno no
resolvió los problemas que le afectan a diario, que el tiempo lo malgastó en
cuentos faraónicos y en cadenas vacías de contenido. Se da cuenta de que el
gobierno no pudo resolver el problema de la inseguridad, de que por mal manejo
y mantenimiento deficiente se les incendian las industrias de refinación que
por su eficacia eran orgullo de Venezuela y el mundo, que se les caen los puentes
y que las autopistas y las carreteras están en estado deplorable, que no
pudieron construir las casas que prometieron, que aumentaron el desempleo al
arruinar ex-profeso a un buen número de industrias privadas, que tienen en
abandono total a los hospitales más importantes del país, que bajaron la
calidad de la enseñanza porque es más fácil subyugar a un pueblo con bajo nivel
educativo, que fueron causantes de un inmenso y profundo dolor al dividir y
enfrentar a una sociedad eminentemente igualitaria con el fin de mantenerse en
el poder.
Todo
ciudadano desea mejorar sus condiciones de vida y por esto al conocer la oferta
de Capriles de una Venezuela de desarrollo y bienestar para todos, en la que
todos somos necesarios, en la que ningún empleado público perderá su puesto de
trabajo y la compara con la oferta del gobierno de una Venezuela en la que todo
seguirá igual, decide su voto por la alternativa que le ofrece un futuro mejor,
aumenta el número de votantes por esta opción y disminuye el número de
indecisos.
En estas semanas que faltan tenemos que convertirnos en activistas y convertir nuestra fuerza en votos, de manera de ganar las elecciones por amplio margen y facilitar el importantísimo papel institucional de respaldo a la voluntad mayoritaria del pueblo de nuestras fuerzas armadas. De esta manera el país vivirá una transición pacífica y civilizada a un futuro de progreso y bienestar para toda la población.
aramosc@citruslab.com
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