Continua la saga
electoral de la campaña que terminará en apenas dos meses y en el tiempo
transcurrido ya la gente se agota de las acciones que han desarrollado los
“héroes” de esta nueva epopeya venezolana,
y que han bombardeado la memoria del pueblo con malas y buenas
intenciones.
En la calle no se
escucha otra cosa que el fin de la campaña, con sus tintes de alerta por lo que
a de ocurrir si los resultados favorecen a uno en desmedro del otro, provocando
una situación que nadie desea, pero al mismo tiempo todos temen que será el
epílogo de esta batalla que se ha desencadenado en el país. La guerra de
encuesta es uno de los principales detonantes que utilizan los candidatos para
aumentar las expectativas de la no tan lejana victoria.
Los discursos ya tienen
a más de uno enloquecido por las promesas, engaños, improperios y acciones que
han llegado al ataque físico, mientras que el ataque mental lo padecen los
electores ante la avalancha y desproporcionada meta de llegar al precio de la
vida misma. Si alguien pudiera hablar de la locura universal, pues en Venezuela
estaríamos viviendo los episodios más espeluznantes.
Un candidato dice
que no debate con la nada, pero de la nada también se aprende algo, filosofando
podemos concluir que en el mundo nada no tiene desperdicio. Otro candidato
habla de lo nuevo argumentando que lo viejo cumplió su ciclo y ya no hay
reparaciones para la maquinaria que se utilizó y subutilizó, llegando así al
deterioro y la chatarra.
No lejos del
panorama político presidencial, también se suma el de otros roles que van
tejiendo en el camino sus estrategias para “cocinar” sus posiciones en
gobernaciones y alcaldías, sin descuidar la guerra a cuchillo que esta abierta
en la conformación de los cuadros parlamentarios del Consejo Legislativo del
Estado Nueva Esparta (CLENE) donde opositores y oficialismo quieren llegar a
dedo o impulso.
Los enemigos, los
que odian, envidian y emiten injurias o falsedades contra unos y otros es el
resultado de una campaña que esta signada por los intereses propios, sin pensar
en los demás o el pueblo. De modo que está llegando el momento en que debemos
creer en nosotros mismos para que los demás, es decir los políticos, no tengan
otra alternativa que creer en los que tenemos realmente el poder en las manos.
susana.morffe@gmail.com
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